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“Todos somos Jacinto”

Inmenso respaldo popular al anciano condenado por matar de un tiro al atracador que torturaba a su esposa en Arafo; la familia se muestra consternada, pero confía en el recurso
Jacinto Siverio, instantes después de conocer el veredicto del jurado que lo condenó el pasado jueves. Fran Pallero
Jacinto Siverio, instantes después de conocer el veredicto del jurado que lo condenó el pasado jueves. Fran Pallero
Jacinto Siverio, instantes después de conocer el veredicto del jurado que lo condenó el pasado jueves. Fran Pallero

“Todos somos Jacinto”. Es la frase que más se repite en los comentarios de las redes sociales sobre la condena de homicidio impuesta a un anciano residente en Arafo, que el 1 de marzo de 2015 mató de un tiro a uno de los dos atracadores. Después de que www.diariodeavisos.com adelantase en la tarde del pasado jueves el veredicto condenatorio, en el que se aprecia la legítima defensa, pero no de forma completa, ya son miles los ciudadanos que, de una forma u otra, han expresado su malestar y su enfado ante lo que consideran una injusticia. A pesar de la lógica consternación, desde la familia de Jacinto llega un mensaje de tranquilidad, pero hay serias dudas sobre la posibilidad de que se pueda evitar, en la sentencia que en estos días dictará la Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Santa Cruz de Tenerife, una pena que no acarree entrar en prisión. Las esperanzas pasan por el ya anunciado recurso de apelación que se presentará ante el Tribunal de Justicia de Canarias. E incluso, en uno ulterior de casación ante el Tribunal Supremo. En el horizonte más lejano solo queda la petición de indulto, una medida de gracia que no siempre ha funcionado en España con la diligencia debida.

Lo que pasó

Fue en aquel inicio de marzo, hace poco más de tres años, cuando el entonces menor de edad que acompañaba al atracador que posteriormente murió encañonó a Jacinto con un arma que luego resultó simulada. El anciano se encontraba en el exterior de una finca ubicada en Arafo donde vivía con su familia, pero tan terrible amenaza no bastó para que les franquease la entrada al interior, donde estaban su esposa, entonces de 66 años, y su cuñada. Tuvieron que dislocarle un hombro. Ya en la casa, y mientras la cuñada se ocultaba en un baño, los ladrones centraron sus esfuerzos en la esposa, de quien sabían que era la que manejaba la hacienda familiar. A ella le pegaron patadas en las piernas, una de las cuales le causó un enorme bulto en uno de sus muslos. También le rompieron los huesos de una mano con el quicio de una puerta. Fue entonces cuando, aprovechando un despiste, Jacinto cogió el arma que le había regalado su hijo y disparó dos tiros. Uno falló, pero el otro hirió mortalmente al ladrón mayor de edad, Jonás, quien cayó, ya cadáver, en la trasera de la vivienda. El menor huyó en cuanto vio el arma en la mano de Jacinto y, durante el juicio, dijo que “habría hecho lo mismo [que el anciano], o peor”.

El veredicto

Aunque la Fiscalía apreciaba como eximente completa la legítima defensa, Jacinto fue juzgado por homicidio a petición de la acusación particular, que pidió una pena de 10 años de prisión por homicidio. En su veredicto, el jurado popular apreció tal defensa propia, pero de forma incompleta, dado que a su juicio “existían otras alternativas menos gravosas o perjudiciales que hubieran podido impedir la muerte” de Jonás. Como tantos ciudadanos, el reputado penalista tinerfeño que defiende a Jacinto, Avelino Míguez, se pregunta “cuáles podrían ser esas alternativas menos gravosas si estaban agrediendo a su mujer en su casa, uno llevaba un arma que no podía saber si era simulada o no y el otro llevaba una barra de hierro”.

Lo que viene

Expertos consultados por DIARIO DE AVISOS ven muy complicado que el magistrado ponente, Fernando Paredes, pueda reducir a Jacinto la pena que han solicitado tanto la Fiscalía como la propia acusación particular, que es de dos años y medio de cárcel, la menor prevista en nuestro Código Penal para el delito de homicidio. A ello se le suma la de dos años por tenencia ilícita de armas, si bien ambas son individuales y se puede suspender la ejecución de las dos. Lo previsible es que haya condena, y que sea el Tribunal Superior de Justicia de Canarias el que revise el caso por entero en apelación. Incluso, el Supremo puede estudiar en casación la valoración realizada de las pruebas. Siempre será una vía mejor para Jacinto que confiar en esa lotería llamada indulto.

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