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Las cruces de mayo y el 525 aniversario de la fundación de la Villa de Santa Cruz de La Palma (II)

Segunda parte del reportaje del investigador José Guillermo Rodríguez Escudero sobre el día en que se celebra la fundación de la capital palmera
Son numerosas las bellas cruces que adornan calles y plazas de la ciudad cada 3 de mayo. | Foto: J.G.R.E.
Son numerosas las bellas cruces que adornan calles y plazas de la ciudad cada 3 de mayo. | Foto: J.G.R.E.
Son numerosas las bellas cruces que adornan calles y plazas de la ciudad cada 3 de mayo. | Foto: J.G.R.E.

Por José Guillermo Rodríguez Escudero (Investigador)

Antiguamente era más común que los mayos fueran rellenos de paja o pinillo, pero con la evolución de los tiempos y de los materiales,
esta tradición ha ido perdiéndose. Ahora se rellenan con guatas, periódicos, trapos, muselina, papel, etc., calzándose con zapatos viejos… Antes se teñían el pelo de soga con cochinilla o con pastillas que venían para colorear la ropa, pero ahora se hace de hilo, etc.

El investigador Cirilo Velázquez compara los mayos palmeros con “los homónimos de la isla de Terceira (Azores) y de Machico (Madeira)”. La confección y los temas elegidos son muy similares a los de La Palma, si bien los mayos, que en aquellas islas se colocan el uno de mayo (como aquí antes), no están relacionados “como los palmeros con la cruz”. Dentro de la capital, ha perdurado en pagos como Velhoco, etc. gracias al esfuerzo de personas y asociaciones de vecinos. Un ejemplo de esta última fue “Zeloy”, en la Barriada de Las Nieves, que recuperó esta bella tradición entre 1982 y 1999, fechas en las que estuvo presidiéndola Marina Duque. Lamentablemente, los mayos dejaron de hacerse aquí.

Nos recuerda el querido vecino Antonio García, encargado de enramar la cruz llamada “Columba” -por llamarse así una señora que estuvo con sus abuelos desde pequeña y era quien se ocupaba de adornarla–, que esta cruz tiene aún una de las maderas originales de aquel primitivo via crucis. Ha sido galardonada en numerosas ocasiones con el primer premio en la categoría tradicional que concede el Jurado que se desplaza por todos los rincones de la ciudad, visitando cada una de las cruces presentadas en cada edición. La categoría tradicional ampara a las cruces que se enraman con motivos históricos y prendas. En el ámbito de la categoría libre se puede representar cualquier motivo, tomándose más en cuenta la imaginación y siempre se confecciona con productos naturales. En el año 1999, en la mencionada asociación “Zeloy”, como nos recuerda la que fue su presidenta, Marina Duque, se hizo un homenaje a la lucha canaria con 180 mayos, con los que también se adornaron las calles y los balcones.

Originalmente, estos peleles se colocaban estratégicamente durante la madrugada del primero de mayo, “detrás de la puerta en forma conveniente para que al entrar en la casa el visitante cayese encima de éste”. Había un dicho antiguo que manifestaba: “quien no se levanta temprano, el primero de mayo, se le mete el mayo por el … (trasero)”. También se oía decir que “si no nos levantamos temprano, nos pasamos el mes de Mayo, desmayados”. Se empezaban a reunir los trapos por el mes de abril, en zonas de la capital como Cajita Blanca, Timibúcar, Baltasar Martín, San Telmo…, y cada familia hacía un “mayo” al que caracterizaban de acuerdo a un gusto muy particular: se le daba la forma de un vecino simpático que tuviera alguna anécdota o famoso por cualquier circunstancia… y se colocaba el primero de mayo, no como ahora, que se ponen en la Víspera de la Cruz.

Así, un año se hizo en la Barriada del Pilar un mayo que imitaba al famoso Julián Gotera, con su transistor y su bata azul, que salía de una alcantarilla… un simpático y querido personaje muy conocido por todos en esta capital. Antiguamente se hacían las fiestas en honor a la Cruz Gloriosa con romerías típicas hacia la “Cruz del Tercero” en la Alameda (llamada así porque fue la que se colocó dando por finalizada la conquista de la ciudad y la Isla el tres de mayo). Sin embargo, según las crónicas de Lorenzo Rodríguez, nos informa de que “el cual nombre según cuentan se le dio por cuidar de su adorno y composición para la fiesta del 3 de mayo un Tercero de San Francisco”. Se refiere a un fraile franciscano de la Venerable Orden Tercera.

Nos cuenta el alcalde constitucional Juan Bautista Lorenzo Rodríguez que: “… el 9 de octubre de 1783, entre once y una y una del día, corrió el barranco de Santa Catalina con tanta abundancia de agua y tan fuertes estragos, que serán memorables por muchos años. Se llevó 7 casas y arruinó otras muchas de las inmediaciones; llevose la Cruz del Tercero y la de las Damas con sus plazas respectivas; perecieron dos hombres y una niña y muchos se libraron de milagro. Fue la causa haberse quemado los montes en julio por descuido de uno que llamaban el Gallo, natural de Las Nieves”. En la mañana del día tres se celebra una Misa de Campaña junto a esta Cruz del Tercero, la cual se adorna magníficamente construyéndose a su alrededor un altar efímero cuajado de flores y banderas.

Las cruces de mayo y el 525 aniversario de la fundación de la Villa de Santa Cruz de La Palma (I)

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