arona

Un macrocuento contra las microalgas

Alumnos de 9 años del CEIP Luis Álvarez Cruz de Las Galletas, preocupados por la contaminación marina, escriben un libro ‘encadenado’ que se gestó con el ‘bloom’ de las cianobacterias
Mancha formada por microalgas, el verano pasado, en la costa de Las Galletas, en el municipio de Arona. DA
Mancha formada por microalgas, el verano pasado, en la costa de Las Galletas, en el municipio de Arona. DA
Mancha formada por microalgas, el verano pasado, en la costa de Las Galletas, en el municipio de Arona. DA

En sus historias aparecen enormes ballenas que juegan con bancos de peces infinitos, viajes a impresionantes profundidades marinas, barcos que navegan entre delfines, sirenas que serpentean con caballitos de mar… La imaginación de los niños y niñas de cuarto curso de Primaria del CEIP Luis Álvarez Cruz de Las Galletas no tiene límites y desde principios de año se expande por mares y océanos de todo el mundo. Se dejan llevar por las corrientes de sus fantasías para narrar aventuras que surgen espontáneamente y que ahora se proponen plasmar en un libro que saldrá a la luz a final de curso.

La idea de escribir Pececitos de colores se le ocurrió a la profesora Carmen Rosa Torres a raíz de la crisis de las microalgas el verano pasado. Las impactantes imágenes de las grandes manchas de cianobacterias por las costas de las Islas desconcertaron a la docente y a sus alumnos. A partir de ahí, Torres planteó una propuesta que entusiasmó a toda la clase: escribir un cuento por entregas entre todos con el propósito de generar conciencia sobre la importancia del cuidado del medio marino.

El método es sencillo: un niño o niña escribe semanalmente un par de folios en su casa, para lo cual puede contar con la ayuda de sus familiares, los trae al colegio, se leen en clase y quedan grapados al relato anterior realizado por el resto de sus compañeros. A partir de ahí la profesora pregunta quién quiere seguir, y el voluntario que se ofrezca (algunos repiten) deberá darle continuidad con un nuevo capítulo que quede engarzado con el anterior y con un final abierto para mantener la cadena. Así llevan más de medio centenar de folios escritos.

“El colegio está en un pueblo costero, con gran tradición marina, y a los niños les afectó el fenómeno de las microalgas. Eso fue lo que nos dio pie para plantearnos este cuento en el que ellos reflejan su preocupación por la contaminación del mar, el problema de los vertidos, los plásticos, y la actitud, en general, de los humanos con nuestra principal fuente de vida, pero también les lleva a hilvanar historias cargadas de buenos sentimientos que plasman en sus relatos, comparando incluso algunos profesores con peces a los que ponen sus nombres”, explicó ayer a este periódico Carmen Rosa Torres.

“Con esta idea queremos aportar nuestro granito de arena a la hora de concienciar desde edades tempranas y que este gesto pueda trascender más allá del colegio para que algunas personas reflexionen sobre la convivencia entre los seres humanos y el medio ambiente”.

Al más puro estilo de Michael Ende en La historia interminable, estos precoces escritores de apenas nueve años se adentran en una fantasía cargada de significado para alejarse de un mundo real en el que la mano del hombre se ha convertido en una de las grandes amenazas del planeta. Su historia también podría ser interminable, porque ya anuncian que las ballenas y delfines que han brotado de su imaginación y que han llevado a sus cuartillas tendrán crías. Así que habrá que contarlo el próximo curso.

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