la laguna

Vuelve Amaro Pargo, el corsario más famoso de Canarias

Los investigadores Manuel de Paz y Daniel García publican dos nuevos volúmenes sobre la vida, obra y herencia del pirata tinerfeño, con documentación que desmonta muchos de los mitos y leyendas que rodean a este personaje

Amaro Rodríguez Felipe (1678-1747), conocido como Amaro Pargo, es uno de los personajes de la historia de Canarias más envueltos en leyendas, misterios y creencias populares, muchas de ellas erróneas. Por eso, los investigadores Manuel de Paz Sánchez y Daniel García Pulido, con la colaboración de Cristina Ginovés, han decidido publicar una serie de volúmenes, bajo el título Amaro Pargo. Documentos de una Vida, que recojan la gran cantidad de documentación que se han ido encontrado, y seguirán buscando, sobre la vida, obra y herencia del considerado el corsario más famoso de Canarias, y uno de los más importantes de su época, la primera mitad del siglo XVIII, en el Atlántico.

En esta búsqueda documental, que ha llegado hasta Sevilla o Salamanca, los dos investigadores han hallado multitud de pruebas que desmontan algunos de los mitos que lo rodean y otras que confirman sucesos de su vida. De momento, acaban de publicar los dos primeros volúmenes, por Ediciones Idea, presentados el pasado jueves en el Ayuntamiento de La Laguna, y prevén que la colección pueda llegar hasta los 8-10 libros.

Amaro Pargo era hijo de labradores y criadores de ganado, cuyo apellido, y el apodo de Pargo, vinieron “con bastante seguridad de La Palma”, cuando se trasladó a La Laguna “un campesino de origen harto modesto, Bernabé González, que dicen Pargo”, y bisabuelo del futuro corsario, según se recoge en el primer volumen. Lo que descarta la teoría de que a Amaro le pusieron el apodo de Pargo “porque su cara se parecía a un pescado”.

“Su bisabuelo ya tenía ese apodo, creemos que es porque sus antepasados fueron pescadores y siempre se ponían nombretes con pescados”, explica Daniel García.
Este es solo un ejemplo de las muchas contradicciones que rodean a la figura de Amaro Pargo. “La más importante es que incluso se llegó a poner en duda que fuera corsario, Manuel y yo encontramos mucha información a favor de que sí lo fue, como la demostración de que tenía una patente de corso del rey para enfrentarse a los barcos enemigos de la Corona, incluso hizo acciones piratas”, indica Daniel García.

“Un corsario tiene una dimensión de héroe y otra de forajido”, apunta Manuel de Paz, lo que se recoge en el primer volumen, que se centra en su vida, obra y acciones como corsario, que se desarrollaron principalmente entre 1701 y 1725. Pero, más allá de la imagen romántica que ha llegado hasta hoy en día, ¿qué era un corsario en aquella época? “Corsario era toda aquella persona, sobre todo comerciante, que pedía permiso al rey para poder tener cañones y armas en su barco, y la patente de corso le daba autorizaba no solo a defenderse, sino a atacar otros navíos. Una parte de lo apresado en el barco se daba a la Corona, en una especie de impuesto por la patente, y el resto era para ellos, con lo que ser corsario era un negocio bastante importante, aunque también se la jugaban, porque no todos acabaron como Amaro Pargo, muchos se quedaron en el mar. Pero solo podían atacar navíos enemigos, no podías atacar a países con los que se estaba en paz o eran neutrales. Si hacías eso eras pirata, y Amaro llegó a serlo porque a veces incumplió esa norma”, relata García. Por ejemplo, “en el tomo uno publicamos que tuvo un pleito en Cádiz porque una presa que había hecho no era válida, ya que había cambiado la bandera y se había acercado al mercante atacando con la de otro país. Y eso estaba prohibido, tenías que ir con la bandera de tu país. Tuvo muchos pleitos, porque apresaba barcos y los dueños de esos barcos lo llevaban a juicio porque decían que lo había hecho de manera ilegal”, añade.

De hecho, De Paz indica que “se han podido documentar algunas de sus actuaciones corsarias”, como “un barco inglés que atrapó viniendo de América, por la zona de Cádiz, que traen para Canarias y generó todo un conflicto, y el asalto a un barco holandés en América”. En concreto, “sabemos que fue él con un barco que se llamaba La Potencia de Santo Cristo, que construyó en Campeche, y con el que atacó un barco holandés y lo saqueó y después lo hundió”, agrega García, aunque aún están investigando para localizar la fecha exacta de este asalto.

Además, Amaro Pargo también fue nombrado por el rey para que participara en la escolta de los barcos de la plata entre Cádiz y América, y él y su hermano, José Rodríguez Felipe, que también fue capitán corsario, pero que, sin embargo falleció en un naufragio, participaron “en actuaciones de carácter militar de una enorme trascendencia estratégica para los intereses exteriores de España”, apunta De Paz. “Es una página olvidada de la historia de las Islas -destaca-, la familia Pargo y los corsarios que hubo en Canarias”.

La conocida como Casa del Pirata, en Machado, ha sido expoliada en busca del ficticio tesoro. Foto Cedida
La conocida como Casa del Pirata, en Machado, ha sido expoliada en busca del ficticio tesoro. Foto Cedida

Por ello, el tercer volumen estará dedicado a otros corsarios coetáneos de Pargo, ya que en aquella época se llegaron a conceder hasta 30 patentes de corso a compatriotas de las Islas, “porque hubo muchos corsarios locales -apunta García-, pero el que más fama tuvo fuera de Canarias fue él”. Además, “Canarias ha sido una tierra de corsarios, de piratas y de ataques, y hay pocos héroes canarios en ese mundo, porque siempre éramos atacados, pero Amaro Pargo es el único del que tenemos datos de que fue a atacar, no se quedó defendiendo, sino que apresó barcos, fue un importante personaje y creo que el pueblo le ha cogido un cariño especial”, añade.

descendencia

Otro de los volúmenes estará dedicado “al conflicto generado por su pretendido hijo cubano, que nosotros creemos que sí lo fue”, señala De Paz. En concreto, en el primer tomo se apunta que este hijo cubano (Manuel de la Trinidad Rodríguez Felipe) “promovió una largo proceso legal en defensa de sus intereses y los de su madre ciega y desvalida, frente a la reacción de Amaro J. González de Mesa”, sobrino de Amargo Pargo y su heredero oficial. Pero, además, los investigadores descubrieron también que el corsario tuvo otro hijo natural, Juanico Pargo, como se le conocía familiarmente. “Nacido en Santa Cruz, y criado por su abuela, la madre adorada de Amaro Pargo, sabemos ahora que era hijo de la infidelidad del pirata con una mujer casada”, recoge el primer volumen.

Manuel de Paz (izq.), Cristina Ginovés y Daniel García, en la presentación del libro. Fran Pallero
Manuel de Paz (izq.), Cristina Ginovés y Daniel García, en la presentación del libro. Fran Pallero

Aun así, el corsario nombró como sus herederos a la familia González de Mesa, sobrinos de Amaro Pargo. De hecho, el segundo volumen publicado se denomina El Heredero y está dedicado a Amaro J. González de Mesa, “un personaje fascinante y digno heredero de su tío”, una persona muy instruida que también fue capitán de barco y que llegó a ser rector de la Universidad de Salamanca. Además, “supo administrar bastante bien el patrimonio de su tío, llegando a aumentarlo”, indica García. De hecho, la leyenda siempre ha dicho que el corsario tenía una gran propiedad en Punta del Hidalgo, donde incluso “él escondía su barco en una cueva que hay y tenía una casa con su tesoro”, explica García. Sin embargo, la documentación ha demostrado que Amaro Pargo no tenía ni una propiedad en esta zona, sino que fue su sobrino quien compró las tierras en la Punta, 15 años después de muerto el corsario.

La Siervita

Otra de las grandes leyendas que ha rodeado a Amaro Pargo ha sido su relación con la monja de clausura, en el convento de Santa Catalina, conocida como la Siervita, a la que la tradición popular le ha dado un cariz romántico, que De Paz califica de “disparate sin ninguna base”. “Ellos se llevan prácticamente 40 años y para él ella es como una especie de madre -argumenta-, en quien busca consuelo y amistad, pero desde un punto de vista de devoción cristiana”.

Finalizada su etapa de corsario, en torno al año 1725, Amaro Pargo se convirtió en “un hombre de negocios totalmente respetado, comerció prácticamente con toda Europa, desde Francia a Finlandia, y fue muy conocido y muy benefactor con los pobres y los presos”, señala De Paz.
Más de 250 años después de su muerte, la historia del corsario Amaro Pargo está más viva que nunca.

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