cultura y educación

“Los museos tenemos el trabajo de contribuir a generar pensamiento crítico”

Ana Moreno estuvo más de 20 años al frente del Área de Educación del Museo Thyssen, donde llevó a cabo la incorporación de nuevas estrategias para involucrar a los ciudadanos a los museos
Ana Moreno. | SERGIO MÉNDEZ

Ana Moreno estuvo más de 20 años al frente del Área de Educación del Museo Thyssen, donde llevó a cabo la incorporación de nuevas estrategias para involucrar a los ciudadanos a los museos, no como meros observadores, sino como parte activa de los mismos. Desde marzo está realizando la misma labor en el Museo del Prado. La semana pasada fue una de las ponentes en Encarte, encuentro de creatividad, arte y educación, donde habló de la creatividad de lo cotidiano.

-¿Qué ha querido exponer con su charla, La creatividad de lo cotidiano?

“La idea era plantear que efectivamente la creatividad es algo que forma parte intrínseca del ser humano. Que en todas nuestras acciones diarias y cotidianas hacemos uso de ella. El pensar de otra manera, el actuar de otra manera, siempre nos está llevando hacia ese camino de buscar soluciones diferentes”.

-Cada vez se cuestiona más el modelo de educación que tenemos, precisamente por no enseñar desde la creatividad. Por no educar haciéndose preguntas, ya se dan las preguntas. Usted habla de tres conceptos para ello: cuestionar, reformular y transformar.

“Pues mi intervención se basa en esas tres ideas que planteo. Y sí, creo que debemos estar en ese ejercicio permanente de cuestionarnos todo a nosotros mismos. Eso es lo que nos va a dar pie para reformular y buscar otras vías que nos lleven a ese momento de transformar. Algo importante es que yo trabajo en un contexto que no es el de la escuela, no es un contexto de educación formal. Trabajo en un museo y me muevo en el ámbito de lo no formal. Los límites son otros, o digamos que los límites que puede haber a nivel institucional o de otro tipo buscamos transgredirlos. No estamos sujetos al currículum o esas normativas. Es como el lugar donde podemos experimentar esas otras maneras de pensar. Y me pregunto si esos modelos con los que trabajamos en los museos no son aplicables también al ámbito escuela. Si la idea de mirar al museo no puede ser parte de ese cambio o transformación que se habla tanto para la escuela”.

-Usted estuvo al frente del Área de Educación del Museo Thyssen.

“He trabajado durante 20 años en el Museo Thyssen y ahora llevo desde marzo en el Museo del Prado. Allí estoy en ese momento de volver a cuestionar, volver a reformular, de volver a transformar, de, digamos, iniciar un proceso en otra institución”.

-¿Le costó mucho hacer entender en el Thyssen que había que cambiar la estrategia de la relación entre el museo y los ciudadanos?

“En el Thysen ha sido un proceso en el que hemos estado trabajando durante estos últimos 20 años. No es tanto llegar a la institución y plantear las estrategias de cambio, sino ir acompañando a la institución y, de manera progresiva, incorporar esas otras miradas desde la educación. Sí es verdad que ahora, que he entrado en el Museo del Prado, estoy en ese momento de establecer o diseñar cuáles son las estrategias para generar cambios en el área de educación del museo. Pero digamos que hay un trabajo hecho, una serie de actividades, de programas en marcha, y a partir de ese trabajo hecho veremos qué cosas podemos transformar, en definitiva”.

-Precisamente, Luis Camnitzer hablaba de esa libertad que tienen los artistas de no tener que pensar desde la lógica.

“No tenemos estas limitaciones, pero tenemos otras desde la institución. Por ejemplo, lo habitual es que la mirada de los conservadores no sea la misma que la que se genera desde la educación. Entonces, hay pequeños conflictos internos de cómo se entiende el museo o la pura carga de la administración. Pero sí creo que desde la educación normalmente buscamos otros caminos. Sobre todo porque nosotros trabajamos con el público. Entonces es un elemento clave. Cuando trabajas no lo estás haciendo para ti en el sentido de hacer una exposición donde quieres plantear una tesis sobre unos contenidos, desde el area de educación trabajamos con los públicos y para los públicos”.

-¿Cómo se podría convencer a los museos de que tienen que tener un modelo participativo?

“Yo creo que no hay otra manera. El museo es social, es un contexto social, no puede ser un mausoleo, un lugar en el que se conservan divinamente una serie de colecciones. Esa es una función, pero no la única, incluye la conservación, la restauración…, pero hay un elemento muy importante que es la comunicación, la educación con el público y el disfrute. Es decir, los museos, las colecciones, son espacios para que la gente se sienta cómoda y disfrute de lo que se está exponiendo o compartiendo con ellos”.

-¿Y cómo se puede convencer a la gente, al público, de que necesitan cambiar de actitud y sentir que los museos les pertenecen? De que no son simples edificios con cuadros colgados en sus paredes…

“Es complicado, porque hemos educado a nuestro público a que venga al museo a mirar y nosotros les contamos. Y ahora lo que estamos haciendo es decirles ‘ven a mirar, pero participa también, porque nos interesa cómo te ves tú reflejado en el museo, cómo es tu mirada, qué es lo que piensas o sientes’. Estamos hablando aquí de todo lo sensorial. Los museos normalmente son espacios en los que prima lo visual, pero ¿qué pasa con el resto de los sentidos? Desde luego, hay que incorporar la mirada del público”.

-Precisamente, ese modelo de sistema participativo entre el museo y el público es el que se quiere llevar a cabo, más si cabe, en TEA Tenerife Espacio de las Artes. ¿Qué opinión le merece este centro?

“Pues mira, lo conocí el año pasado y me fascinó. Por un lado, arquitectónicamente es estupendo, tiene unos espacios que invitan al público a estar. Me gustó mucho el sentir que se estaba pensando en el público con cosas tan sencillas como estos lugares de descanso, donde estamos haciendo esta entrevista, por ejemplo. Eso falta en los museos: espacios en los que tú estás invitando a la gente a estar y a sentirse cómodo. Eso es básico. Porque lo normal es que nuestros museos sean lugares inhóspitos. Aquí, en TEA, se percibe el intentar que sea un espacio para la ciudadanía”.

-¿Cómo podemos convencer a los políticos de que la cultura no es solo ir a museos o conciertos, sino que es educación, que la cultura define a un país?

“La cultura es la base de nuestra sociedad. Hay que trabajar desde la educación y generar públicos críticos que sean capaces de poner en cuestión incluso las cosas que nosotros les mostramos en las instituciones museísticas. Y ahora mismo, desde distintos lugares, toda esa idea de la crítica se ha visto muy afectada. La gente ya no piensa, no tiene pensamiento crítico. Los museos tenemos un papel importante ahí, a la hora de contribuir a generar un pensamiento crítico”.

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