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Alberto González: “Canarias cuenta con las uvas del cambio climático”

Con cinco años, Alberto González (natural de Vallehermoso, La Gomera) ya sabía injertar y podar la viña

José L. Conde

Con cinco años, Alberto González (natural de Vallehermoso, La Gomera) ya sabía injertar y podar la viña. Hoy en día es el enólogo de varias bodegas ubicadas en Tenerife, Gran Canaria, Lanzarote, Fuerteventura, El Hierro y La Gomera, algo insólito en el panorama vinícola de las Islas. Le entrevistamos días atrás, mientras vendimiaba en la bodega El Lomo de Tegueste.

-¿Cómo surge el proyecto de trabajar en varias bodegas de las Islas?
“Desde 2004 a 2010 me meto en el proyecto Stratvs, y estoy un año viajando para ver bodegas; inauguramos en 2008 y en 2012 lo dejo y me meto de asesor de varias bodegas. Empiezo con Rubicón, un proyecto de Bodegas Torres y a trabajar para cabildos, ayuntamientos y diferentes bodegas. Y a partir de ahí me reparto por todas las islas, exceptuando La Palma. Y doy un salto a Galicia, donde llevo cuatro años en la Ribeira Sacra”.

-¿Se trabajan de distinta manera las uvas de cada isla?
“La verdad es que Canarias en sí, cada zona, cada tierra, es diferente, aun siendo las mismas variedades. Es muy diferente según la altitud y muchas veces también según la forma de cultivar la viña: si es en espaldera, si es en vaso, sistemas de parrales, y es verdad que hay mucha diferenciación en todas las islas. Pero eso es bueno, porque para mí ha sido más un aprendizaje que un trabajo; conocer las variedades, cómo las cultivan, en qué zonas”.

-¿Por tanto, cada vino que elabora es diferente?
“Cada uno es diferente. Incluso las bodegas no están igual de preparadas, esta (El Lomo), por ejemplo, tiene una tecnología puntera y todo el remontado se hace automático, y hay otra donde tienes que hacerlo casi con los pies. Ahí también está esa riqueza, la diferencia que te da pistas e ideas de hacia dónde puede llegar una uva para sacar su máxima expresión”.

-¿Se está produciendo un rejuvenecimiento del sector de la vitivinicultura?
“Hay de todo. Está clarísimo que si nos trasladamos cinco años atrás, todos eran mayores y no encontrabas una persona joven. Después de la crisis la cosa cambió, aunque no sé si tiene que ver con ella, porque la conciencia de volver al campo es otra. Se llegó a odiar el campo durante mucho tiempo y ahora otra vez vemos a gente joven -yo en los cursos que doy de formación cada vez tengo más gente joven-. Hay que cambiar mucho y mejorar muchas cosas, porque esto debería ser rentable para la gente que trabaja el campo y, tristemente, no solo no lo es, sino que a veces pierdes el trabajo de un año porque la bodega no quiere cogerte la uva o por muchos otros motivos. Y el factor principal es el pago de la uva. Está clarísimo que como competimos con vinos muy baratos, algunos de dos euros, aquí no se puede pagar un kilo de uva cultivada en Canarias, en donde en algunas zonas todo se hace a mano, por debajo de dos euros. No es rentable para nada. La uva tiene que valer tres euros y se paga muchas veces por debajo de uno. Hay años en que se ha pagado a 50 o 30 céntimos, y eso aburre a la gente. Yo creo que el precio habría que mantenerlo para animar al sector. Y claro que el vino de Canarias tiene que salir más caro que otro, es cuestión de darle valor, no precio, sino valor, a los productos de Canarias para que esto pueda tener un futuro”.

-¿De las variedades de uvas que hay, cuál es su preferida?
“Yo estoy enamorado, y lo digo porque lo soñé sin conocerla, de la vijariego negra. No te miento, yo de pequeño soñé con una uva que yo nunca había visto, negra, ovalada, y un día la encontré y dije, esa uva es con la que yo he soñado: la vijariego negra. Es una uva que, aunque está ya en todas las islas, donde mejor veo su potencial es en El Hierro, en altura, en la parte de El Pinar. Siempre digo, cuando voy por ahí, que el gran vino tinto de Canarias llevará en su etiqueta, en su mezcla de uvas, vijariego negro. Igual me equivoco, porque hay muchas variedades nuevas que han introducido, como la baboso negro, que tiene un vino muy particular, y algunas tintillas muy especiales que hay por aquí…”.

-¿Los agricultores están preparando los cultivos para el cambio climático?
“Yo creo que se está trabajando poco, pero igual es una opinión mía y no estoy al tanto de lo que se está haciendo. Pero tenemos una ventaja, nosotros contamos con las uvas del cambio climático. Eso ya lo dicen los investigadores. El mundo se fijará en nosotros para el cambio climático porque tenemos uvas, sobre todo de Lanzarote y Fuerteventura, que llevan casi 500 años adaptadas a unos climas extremos de sequía, de viento y de sol. Tenemos esa clave para el mundo. Cuando suban las temperaturas, las variedades canarias serán muy cotizadas y vendrán a comprárnoslas a precio de oro. Pero eso no significa que tengamos que quedarnos tranquilos, hay que empezar a trabajar sobre esas variedades que son capaces de aguantar el sol, el viento, y la sequía y la salinidad”.

-¿Es o no partidario de la uva foránea?
“No, no lo soy. Primero porque aún no conocemos lo que tenemos en Canarias y a las pruebas de investigación me remito. Muchas uvas, que están por ahí, a lo mejor aisladas, no las conocemos, no sabemos ni que existen y nos pueden dar una potencia incluso mejor que las que hoy creemos que son las mejores del mundo. Y, por otro lado, porque las tres o cuatro variedades que estamos introduciendo en Canarias están plantadas en el mundo y se hacen más de 20 millones de litros de syrah, de tempranillo, de cabernet sauvignon… ¿Cómo vamos a pagar un precio del tempranillo en Canarias más caro que el de la Ribera del Duero? ¿Vamos a hacerlo mejor que ellos, que llevan toda la vida? Yo pienso que si tenemos algo distinto, ahí está la clave”.

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