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Leo Bassi: “Me gusta mucho el bufón que no tenía miedo de decir las cosas y se arriesgaba”

Leo Bassi (Nueva York, 1952), filósofo, poeta, bufón y políticamente comprometido, representará el próximo día 20 en el Teatro Guimerá su obra El último bufón

Leo Bassi (Nueva York, 1952), filósofo, poeta, bufón y políticamente comprometido, representará el próximo día 20 en el Teatro Guimerá su obra El último bufón, en la que hará un repaso a su trayectoria inspirado en el descubrimiento realizado por su hermana Joanna de tres filmaciones en las que aparecen su bisabuelo Giuseppe y su hermano Giorgio en 1896. Un espectáculo circense tradicional y limpio es un bálsamo de libertad donde Bassi intenta mantener los ideales que le han inculcado sus antepasados: “Seguiré siendo un nómada hasta mi muerte”.

-¿Cuando su hermana descubrió las filmaciones antiguas qué sintió?
“Un orgullo impresionante y mucha alegría. Sabíamos en la familia que el bisabuelo fue filmado en alguna ocasión pero no sabíamos ni por quién ni si se conservarían esas películas. Mi hermana vive en Berlín y es historiadora de circo y tuvo el empeño de ir al fondo de esta historia familiar y se desplazó la Fundación Lumiere en Lyon. Tras visionar miles de filmaciones, encontró las tres grabaciones de unos 30 segundos. Han pasado 120 años y es increíble cómo se ve a mi bisabuelo y su hermano haciendo sus números de malabarismos y de payaso. Fue emocionante, porque me veo reflejado en ellos y siento un gran orgullo por haber mantenido viva la tradición y no haber traicionado su espíritu. El impacto de esas imágenes me han dado fuerzas e inspiración para crear El último bufón, en el que también me hago un homenaje a mí mismo, como si el público que viene a verme fuera a ver a un dinosaurio que ha sobrevivido a su tiempo, pero muy orgulloso de su visión y misión en la vida”.

-Usted aprendió en el circo casi todo lo que sabe de la vida. ¿Cómo lo ve ahora?
“El circo como tal se acabó ya hace mucho tiempo y no tiene nada que ver con sus inicios. Hace 100 años había miles de circos en todo el mundo. El circo antiguo era el espectáculo popular de las clases más bajas, donde los artistas eran una encarnación de la utopía popular de poder viajar y no tener ataduras, dueños ni amos. Desde que nací, mis padres y mis abuelos me dieron estos ideales, ser dueño de mi propio destino y sorprender a la sociedad realizando cosas extraordinarias, haciéndoles reír como los payasos o impactando al público con los diferentes números de acrobacias. El circo era un espectáculo más amado y la gente pagaba por ver cada año la función. Y ese dinero es el que daba a mis antepasados la libertad de viajar, seguir trabajando y hacer lo que querían”.

-¿Añora ese circo romántico, pues ahora se convertido en un espectáculo mercantilista?
“Hoy en día los mercaderes han conquistado el mundo. Usted puede ver hoy a los actores, comediantes y monologuistas al servicio del poder político y económico, y eso para mí es bastante triste. Vemos el lado mercantilista en el Circo del Sol, una multinacional con 60 espectáculos por todo el mundo lleno de merchandising de todo tipo, algo contrario al espíritu que yo conocí del circo de mi infancia y el que me han transmitido mis antepasados. Trabajaban por sí mismos, sin publicidad, representando sus números sin nada de hipocresía, pues era todo verdad, los riesgos, el trabajo que hacían… Todo era sincero y verdadero, y el público no se sentía engañado, pues era un espectáculo honesto. Yo a mi manera intento mantener esta tradición”.

-Llegó a ser un gran malabarista, pero le llamó la actuación
“Yo hacía malabares, pero otros en mi familia eran trapecistas, bufones y payasos. Pasé unos 20 años de mi vida ensayando dos y tres horas diarias los ejercicios, y lo hacía porque había vivido visceralmente el circo. Quería ser el mejor e impresionar al público con mis acrobacias y con las cosas más increíbles. Es muy difícil que hoy un joven haga malabarismos cuando todos saben que los futbolistas, que son básicamente malabaristas, ganan muchísimo dinero, viajan en Ferraris, salen en televisión, son tratados como dioses por la sociedad y, a la vez, están dominados por las grandes marcas comerciales”.

Leo Bassi. | Matteo Abati

-Bufones, clowns y payasos enfocan el espectáculo de diferente manera. ¿Dónde se encuentra más cómodo?
“Me gusta mucho el bufón y esa idea del hombre y la mujer que en el medievo no tenían miedo de decir la verdad al rey, al emperador o al noble, con todos los riesgos que eso suponía, pues muchos acabaron en la hoguera. El bufón no tenía miedo y se arriesgaba para luchar contra el poder”.

-Hacer reír es muy difícil. ¿Cómo es capaz de hacerlo?
“Me gusta tanto hacer reír que no lo considero difícil, quizás tenga un sexto sentido en el escenario. Es un placer enorme tener esta capacidad y potencial. No tengo guionista, los espectáculos los ideo yo y no tengo nada aprendido de memoria, sigo una línea que quiero decir y si el público tiene ganas de oír otro tipo de cosas, soy capaz de cambiar e improvisar, pero a la vez transmitiendo los mensajes que quiero, sin tener miedo de las consecuencias y sorprendiendo a la gente con mis reflexiones”.

-¿Le encanta agitar las conciencias del público?
“Creo que hoy en día estamos dormidos, dominados por un grupo de personas o empresas que nos imponen sus ideas y productos, como si hubiéramos vuelto al feudalismo. La sociedad está en manos de poca gente que controla el poder y es necesario que haya personas que digan las cosas claras y no tengan miedo”.

-¿Ha encontrado en internet y las redes sociales el espacio que no le dan en televisión?
“Todos los artistas que están en televisión no molestan a nadie, y eso lo he comprobado en los últimos años. Internet me ha dado la oportunidad de ser libre, comparto mis misas ateas en directo en el Paticano de Madrid, doy mi mensaje y no necesito patrocinadores ni subvenciones. Digo lo que quiero y nadie me condiciona”.

“Decir la verdad y las cosas como uno debe tiene un precio”

-Usted ha ganado muchos enemigos al largo de su carrera por ser claro en lo que habla en contra de los poderes políticos económicos y religiosos ¿Ha tenido que autocensurarse y morderse la lengua?
“No y por eso de no autocensurarme en 2006 me pusieron una bomba en mi camerino en el Teatro Alfil de Madrid, un hecho que todavía le sorprende a mucha gente cuando lo digo pero fue verdad. No sé qué tipo de investigación hizo la policía pero no encontraron al responsable y sigue libre. En 2016 me quemaron el Paticano durante una noche, echaron gasolina y casi queman el edificio completo. También he tenido muchas juicios que he ganado todos, pero ya tengo asimilado que decir la verdad y las cosas como uno debe tiene un precio y un coste que puede ser incluso violento pero no me frena en absoluto, me da más ganas para seguir en mi línea”.

-Además de su función en Tenerife impartirá un curso para jóvenes actores, un taller que ya tiene las plazas llenas ¿Qué cree que puede aportar Leo Bassi a estos jóvenes que buscan inicarse en el mundo del espectáculo?
“Lo que yo intento es utilizar mi experiencia y lo que acumulado en todos mis años de trabajo, no solo en Europa sino en todos los continentes, y el hecho de que me afrentado a todo tipo de público. Esas experiencias se transforman en información que puedo compartir a las nuevas generaciones y ser útil para transmitir todas esas vivencias que he tenido en mi vida”.

-Ha titulado su último espectáculo El último bufón ¿Cree que con usted finaliza una era, habrá gente que coja su legado?
“Yo finalizó una era y la constatación es que he nacido en un mundo de los pequeños circos de las obras artesanales dónde no había televisión o estaban naciendo la gente iba a ver los espectáculos de circo y teatro que era el único que tenía y era un mundo de viajes de una ciudad a otra de un país a otro y hoy en día ha desaparecido. El espectáculo tradicional y limpio ha dado paso a otro más comercial, este pequeño mundo el libertad donde yo viví ya no existe con los ideales que me pasaron mis antepasados. En mi tiempo no habían ni centros comerciales ni grandes marcas internacionales, sino tiendas de ultramarinos y pequeños restaurantes familiares. Yo soy de la era de antes del McDonald’s, de las grandes marcas internacionales y de Operación Triunfo. Soy consciente, y por eso mantengo esa idea del bufón y formó parte de esa última generación”.

-¿Hay relevo en su familia cuando se retire, alguien continuará llevando el legado familiar?
·Tengo dos hijos que han vivido la realidad actual, uno se dedica a la industria de los juegos de vídeo y otro trabaja en televisión, pero tengo un pacto con ellos de no hablar directamente de lo que hacen porque no quieren ser víctimas de un padre con mala fama, ellos desarrollan sus tareas a su manera. Evidentemente no han vivido lo que yo hice de niño, esa idea artesanal del espectáculo, una forma familiar de inventarse todo, de construir espectáculo, viajar montar y desmontar las carpas. Mi intención con este espectáculo es inspirar a las nuevas generaciones, incidir en que lo más importante es mantener el espíritu rebelde y pienso sinceramente que eso mis hijos lo tienen, la rebeldía en otras condiciones de vida y formas de pensar. Han visto a su padre por televisión o en algún teatro, viajando en avión, mientras yo he compartido con mis padres una carpa, viajando en la caravana, ha sido diferente pero lo importante era el espíritu de ser rebelde”.

-Y en ese punto de rebeldía Leo Bassi vuelve a recordar el escándalo Wikiliaks y a Julian Asange.
“La madre de Julian Assange, que todavía sigue encerrado en el consulado de Ecuador en Inglaterra, se llama Cristina y la conozco desde hace muchos años porque es payasa, por lo que he visto muy coherente como ella, que hablaba siempre de la libertad de los bufones, ha tenido un hijo que ha seguido sus pasos al desarrollar el espíritu crítico del bufón y poniendo en peligro y haciendo temblar los pilares del poder practicando la misma filosofía. Un pequeño que va desvelando los secretos de los grandes, seguramente lo hace con menos humor que la madre, pero de una forma más efectiva. Ha sido duro porque lleva seis años encerrado y no está acusado de nada. Al imperio no le gustan los bufones y hay un precio a pagar cuando uno quiere mantener su libertad de expresión”.

-¿Sigue manteniendo esas ansias e ideas políticas comprometidas?
“Hace cinco años estuve actuando en Palestina en un festival y no es fácil ver como los soldados israelies te apuntaban con una pistola en la cara. Yo intento mantener una coherencia y apoyo político, cómo el apoyo a Willy Toledo recientemente en una situación donde cualquier persona que esté cerca de Willy sería considerado automáticamente como una oveja negra y peligrosa. Para mí estar cerca de Willy es una manera de hacer ver mis opiniones políticas y mostrar que no tengo miedo de las consecuencias”.

-¿Pero la sociedad suele ser más permisiva si lo hace sobre un escenario o por ejemplo en los carnavales?
“Pues incluso en Carnavales los poderes quieren entrar a controlar. Recuerda la denuncia al ganador de la gala Drag queen de Las Palmas. Todo está permitido hasta un cierto nivel pero después las cosas se pueden poner difíciles. Es útil e importante para la sociedad que haya personas que puedan hacer estas cosas, con esto no quiero decir que hayan diez millones de Leos Bassis, porque entonces yo me volvería más conservador para llevar la contraria, pero la sociedad necesita diversidad y pluralismo y la democracia necesita gente que vaya diciendo las cosas con libertad de expresión y sin miedo”.

Leo Bassi es uno de los cabezas del cartel del Festival Internacional Clownbaret (FIC 2018) con una programación que ocupará las calles y escenarios de Tenerife, Gran Canaria y La Palma y que contará con agrupaciones internacionales y nacionales y una amplia presencia de compañías locales. Bassi ofrecerá dos actuaciones, la primera de ellas, en el Teatro Guiniguada el viernes 19 de octubre, a las 20:30 horas, y un día después, el sábado 20 de octubre, en el Teatro Guimerá, a partir de las 20.30 horas. Las entradas tienen precios de entre 14 y 18 euros y ya están disponibles en las taquillas del teatro y en la página web www.tomaticket.es. Este espectáculo está recomendado para personas mayores de 16 años.

“Para mí es un placer volver otra vez a Canarias, un público que tiene por un lado una parte dulce y simpática y, por otro que los conozco muy bien, tienen esa mala leche por debajo. Quizás estamos muy acomodados, y parte de esa culpa la tiene el dinero, pero ahí estamos nosotros para incitar a la lucha”.

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