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Tres décadas ‘iluminando’ la noche para la ciencia

La Isla está en plena transformación del alumbrado a la tecnología led, con unas lámparas ámbar que permitirán distinguir colores como el verde y el rojo

La Palma disfruta de uno de los placeres cada vez más escasos del mundo occidental: contemplar las estrellas. La cultura del progreso, deslumbrada por los letreros de neón, oculta el firmamento. Este paraíso de las estrellas se conserva gracias a la existencia del Observatorio del Roque de Los Muchachos para cuya labor científica se aprobó el 31 de octubre de 1988 la Ley del Cielo, que próximamente cumplirá treinta años de vida.

El reto principal en estas tres décadas ha sido meter en cintura la contaminación lumínica, a través de un control estricto de la iluminación exterior en La Palma y en la zona de Tenerife que tiene visión directa desde esta isla, aproximadamente un 75% de su territorio, para evitar uno de los principales enemigos de la observación astronómica, el resplandor de la luz en el cielo nocturno.

Este esfuerzo, que no siempre ha sido comprendido por la sociedad insular y sus representantes públicos, ha dado como fruto que La Palma disfrute hoy de uno de los mejores cielos del mundo y su observatorio esté entre los más competitivos.

Los guardianes del cielo de La Palma son Federico de la Paz y Javier Díaz Castro. Los técnicos que componen desde sus comienzos la Oficina para la Protección de la Calidad del Cielo del Instituto de Astrofísica de Canarias. Por sus manos pasan todos los proyectos que se ejecutan en La Palma y su visto bueno, en materia de iluminación, es condición necesaria para que puedan ser aprobados.

El balance que realizan de esta Ley es muy favorable. “Hemos implantado una forma de ver la luz diferente, siendo eficientes, ecológicamente sostenibles y La Palma aparece como la primera zona del planeta con el cielo sin contaminación”, comenta Federico de La Paz. Una Ley que “nació del Estado para controlar un trocito del territorio, de la mano de cuatro ministerios, en aquella época: Industria, Defensa, Educación y Telecomunicaciones” , subraya Díaz Castro.

De La Paz, por su parte, resta importancia al debate social que se ha avivado en alguna ocasión en la isla sobre la excesiva oscuridad en zonas urbanas. “La oscuridad es un concepto relativo”, comenta y pone como ejemplo que en el norte de Europa “los niveles de iluminación son mucho más bajos que en la Península”. Con todo, uno de los principales caballos de batalla contra los que luchan y por lo que se presentan más denuncias son los letreros luminosos, al sobrepasar el nivel de brillo permitido.

Indican además que pese a que en La Palma ha crecido el número de puntos de luz, sin embargo la contaminación lumínica no lo ha hecho. El cambio tecnológico que se realiza ahora es hacia el sistema led. En la Isla existen alrededor de 21.000 puntos de luz y han pasado a led alrededor del 12%.

Con esta tecnología defienden que “hay una gran mejora en la calidad de la iluminación” y, a la vez, disminuirá la contaminación lumínica. El paso de lámparas de vapor de sodio es a un modelo de led ámbar. “Una lámpara que reproduce mejor los colores que teníamos antes. Ahora se podrán ver los rojos y verdes, que antes no se veían. La luz de baja presión era monocromática”, comenta Díaz Castro.

Una tecnología que se ha desarrollado solo para una zona especialmente sensible como La Palma, mientras en otros lugares se emplean led blancos. “Nosotros hemos intentado conseguir un led diferente, que sirviera para la ciudadanía y no perjudicara a la astronomía, añade.

Este coto a la contaminación no solo beneficia a la ciencia, sino que también repercute en la salud de las personas y en la conservación de la naturaleza. En los últimos años se han comprobado efectos negativos sobre la salud de un componente de la luz azul, a cuya exposición por la noche se relaciona con la aparición de ciertos cánceres. No respetar este ciclo de día y noche ha tenido efectos perversos también en la conservación de la biodiversidad. Parques nacionales de Estados Unidos y Canadá están “copiando” la tecnología de las lámparas de La Palma.

Federico de La Paz recalca que la Ley no es solo la lucha contra la contaminación lumínica. Con ella se consiguió desviar las rutas aéreas que pasaban por los observatorios de Canarias para que los aviones no dejaran estelas a su paso. También realizan un control de las emisiones radioeléctricas. Otro de los requisitos que marca la legislación es que no hayan industrias por encima de los 1500 metros.

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