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El camino de la peste en Santa Cruz

El área de Patrimonio Histórico concluye las rutas con un recorrido por los inmuebles civiles y religiosos de las grandes epidemias de la capital
FP REPORTAJE PESTE SANTA CRUZ
FP REPORTAJE PESTE SANTA CRUZ
La ermita de Regla, el que fuera el primer hospital (hoy MUNA) o la iglesia de la Concepción, protagonistas en las epidemias y en la ruta de la peste. Fran Pallero

Todas las epidemias que recorrieron Europa y el mundo entero desde el siglo XV al XIX también llegaron a Santa Cruz de Tenerife. Que la capital fuera una ciudad portuaria ayudó a la propagación de enfermedades infecciosas, que entonces se identificaban todas como peste. La modorra o el moquillo que vino con los conquistadores y que se llevó por delante a más de la mitad de la población guanche, la fiebre amarilla (que llegó en 1701 y 1810), el cólera o la viruela, son enfermedades que mermaron seriamente la población chicharrera, y cuya historia puede contarse hoy a través de los inmuebles civiles y religiosos que aún quedan en pie. Eso es precisamente lo que ayer hizo la Concejalía de Patrimonio Histórico de Santa Cruz con la Ruta de la Peste, un itinerario por estos edificios. La de ayer fue la última de las nueve visitas que, con motivo de la celebración del Año Europeo del Patrimonio Cultural, se puso en marcha desde la Concejalía que dirige Yolanda Moliné (PP) y que ayer avanzó que pretende mantener el próximo año dado el éxito alcanzado.

La ermita de Regla fue el punto de partida en el que la mediadora cultura, Isabel Delgado, micrófono en mano, inició el relato de la peste en Santa Cruz. Este espacio se levantó como capilla del Castillo de San Juan, pero pronto se convirtió en lugar de enterramiento de las personas que morían en las epidemias. En sus alrededores se levantó el primer lazareto, en 1914, pero antes, mucho antes, en los primeros tiempos tras la conquista, las cuevas situadas en el barranco de Puerto Caballos que llegaba hasta donde hoy está el Parque Marítimo, ya ejercían esa función. “Allí se enviaban los enfermos, pero también los que llegaban en barcos con contagios para que pasaran la cuarentena y también las mercancías. La realidad es que los enviaban a morir”, relataba la mediadora cultural. La ermita se levanta justo en el antiguo Camino de las Cruces, donde se enterraban los muertos de ese lazareto.

Tras narrar las primeras enfermedades como la epidemia de peste que en 1582 llegó a causar entre 7.000 y 9.000 muertes solo en la comarca de Santa Cruz, La Laguna y Tacoronte, la veintena de participantes en la ruta, emprendió camino hacia otra ermita, la de San Telmo. “En las ermitas están los santos protectores como San Telmo, San Sebastián o San Roque, que dio nombre al primer cementerio civil, que se construyó porque, precisamente, una de las epidemias (la de 1810) causó tantas muertes que ya no se había sitio en las ermitas para más muertos”.

Tras San Telmo, el Hospital San Carlos, el primero civil de Tenerife, contempló el paso de los excursionistas, igual de cerrado y sellado que si una epidemia lo mantuviera en aislamiento. Cruzando las vías del tranvía se llega al Museo de Arqueología y Naturaleza (MUNA), el que fuera el primer hospital de Santa Cruz.

Delgado recordó que los terrenos del hospital se extendían desde su actual ubicación hasta más allá de donde se levanta la ermita de San Sebastián. Tuvo capilla y cementerio e incluso una huerta para cultivar comida para los enfermos, además de cerdos. “Eran tantos que los soltaban en el barranco, cerca de donde está hoy el mercado, y se conocía aquello como la calle de los gorrinos”. Era un hospital pequeño. “En la gran epidemia de 1810, solo había 54 camas en una ciudad con 2.000 enfermos”.

Al otro lado del puente de El Cabo, se alza la iglesia matriz de la Concepción, que, como el resto de templos, sirvió de lugar de enterramiento. En su última rehabilitación se levantaron los suelos y se encontraron 209 fosas, se estudiaron 96 y se encontraron restos de 700 personas. “Se enterraban en la misma fosa varias personas o se esperaban los dos años, se abrían y se enterraba otra persona”.

La iglesia de San Francisco pone punto final a la ruta. Tiempo para hablar de la última gran epidemia que afectó a Santa Cruz, en 1893. Entonces el cólera morbo-asiático afectó a más de 1.700 personas. Hace unas semanas Taganana recordaba cómo se patrullaba el macizo de Anaga para evitar el contagio cuando se cumplen 125 años de esta epidemia. En la iglesia de San Francisco aguarda el Señor de las Tribulaciones, al que se le atribuye haber salvado a la ciudad tras sacarlo en procesión por las calles de El Toscal, cesando la epidemia milagrosamente.

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