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José Luis Rivero: “Hemos generado las estructuras para que el sector cultural de Tenerife sobreviva”

Durante estos cuatro años al frente de la Dirección Insular de Cultura del Cabildo de Tenerife ha realizado un trabajo minucioso que, a buen seguro, será una base potente para el futuro cultural de la Isla
José Luis Rivero. | FRAN PALLERO

José Luis Rivero es un hombre que contagia su pasión por todos los lenguajes y formas de cultura. Su conocimiento sobre el sector es incontestable y durante estos cuatro años al frente de la Dirección Insular de Cultura del Cabildo de Tenerife ha realizado un trabajo minucioso que, a buen seguro, será una base potente para el futuro cultural de la Isla.

-¿Está satisfecho con su trabajo en estos años al frente de la Dirección Insular de Cultura?

“Ha sido un reto muy interesante. Quería aportar el conocimiento que puedo tener del sector cultural, tanto en la Isla como fuera, para generar una estructura y a partir de ahí trabajar en el ámbito cultural insular. Carlos Alonso en su momento lo que me dijo fue: “Genera todas las posibilidades que puedas para el sector cultural, para profesionalizarlo”. Y en eso hemos estado en estos cuatro años”.

-En tres meses hay elecciones. ¿Seguiría en el caso de que ganara Coalición Canaria? ¿O si ganara otro partido y le propusiera continuar con la labor?

“Ni siquiera me lo planteo. Es decir, yo trabajo hoy y trabajaré hasta el 26 de mayo. A partir de ahí, los responsables de tomar esas decisiones tendrán que tomar las que correspondan y entonces, si hay alguna propuesta, tomaré mi decisión”.

-¿Cómo le gustaría que le recordaran?

“Fundamentalmente como un hombre del sector que ha intentado trabajar en colaboración con los distintos sectores, porque la cultura tiene un punto de vista bastante amplio, para llevar a cabo ideas. Hemos iniciado un proceso colectivo para generar una estructura de trabajo en el ámbito cultural. Para mí eso ha sido lo más importante de este mandato. Hemos abordado aspectos que tienen que ver desde la investigación, la formación, la producción, la generación de posibilidades, la exhibición, la distribución, la comercialización, la internacionalización… Es decir, todos los procesos de la cadena del hecho cultural. Y, por lo tanto, ir generando una estructura que va a permanecer, que va a posibilitar que se sigan acometiendo acciones desde esos ámbitos. Lo importante es que lo hemos hecho de forma colectiva, siempre participada por los agentes del sector, tanto los internos como los externos, porque al fin y al cabo toda la acción cultural va destinada a la ciudadanía. Cada vez está más articulado el sector cultural y, por lo tanto, también es cada vez más consciente de sus posibilidades, necesidades y potencialidades, que las tiene y muchas”.

-¿Cuál diría que ha sido su mayor logro o de lo que se siente más satisfecho?

“Me siento muy satisfecho desde un punto de vista personal, pero, sin duda, desde lo profesional, de algo que no es muy tangible y es la confianza que el sector ha tenido para dejarme trabajar. Me siento honrado. Hemos podido hacer cambios porque, pese a no verlos de entrada, los distintos sectores han posibilitado que eso ocurriera. El llamado Circuito Insular, que nosotros lo convertimos en la Red de Espacios Escénicos de Tenerife, estaba muy bien evaluado por el sector. A su juicio, al principio del mandato funcionaba muy bien. Hicimos una reunión colectiva en La Laguna organizada por Réplica y expusimos nuestros datos junto a los datos del Gobierno de Canarias y del Cabildo de Gran Canaria, y pese a que nuestros resultados eran buenos yo ya anticipaba ahí que los íbamos a cambiar. Eso generó las tensiones propias del cambio. Pero algo de lo que me siento satisfecho y considero un logro es que el sector confió. Que podíamos ir adelante con esos cambios, que eran un aporte y también algo nuevo que no se había hecho en las políticas culturales hasta ese momento. Yo sentí la responsabilidad del cambio, de hacerlo lo mejor posible, y al mismo tiempo honrado por disfrutar de esa confianza para poder trabajar bien”.

-¿Y el momento más complicado? ¿Puede que el nombramiento del director artístico de TEA?

“No. Yo creo que son cosas del día a día. No siento que haya habido una gran crisis o punto de inflexión. Ha habido cosas muy positivas y cosas que no han salido en el momento que entendíamos que tenían que salir. Pero yo soy muy pragmático en ese sentido. Hay que buscar camino y cuando no puede ser de una manera hay que intentar hacerlo de otra. El objetivo era mejorar, y en el caso concreto de la dirección artística de TEA el objetivo era conseguir una dirección artística. Para mí, lo importante era que TEA tuviera una cabeza visible que liderara los procesos artísticos de las institución. Pero como en la Orquesta Sinfónica de Tenerife o en el Auditorio, en las que nos atañen a nosotros. O como en las nuevas estructuras que hemos ido creando, como LAVA o el Instituto de Artes Escénicas de Tenerife. Han sido muchas estructuras. Por eso he hablado de ese concepto de ir estructurando poco a poco todo el sector para que tuvieran algún elemento al que afianzarse”.

– ¿La descentralización de la cultura es esencial? Se tiende a pensar que está ubicada en Santa Cruz y La Laguna, en la metrópolis, pero si algo ha habido estos años también es esa descentralización.

“En nuestro caso fue un mandato de Carlos Alonso. Yo no tenía que pensar en si hacerlo o no hacerlo, sino en cómo hacerlo. Por lo tanto, estaba muy claro en aquellos elementos que en sí son la suma de las voluntades de 31 municipios, como pueda ser la Red de Espacios Escénicos que anteriormente solo estaba ocupada por los espacios públicos municipales. Ahora entran también los públicos que no son municipales, el Auditorio, los del propio Cabildo, los del Gobierno de Canarias, los del propio Estado, los de la Universidad o los espacios privados. Porque las compañías no pueden depender solo de lo municipal. Y ese circuito se confirmó y desde el inicio hubo un buen entente gracias a la Mesa Insular de Cultura, donde aproximadamente cada 60 días nos reunimos todos los responsables de cultura de los 31 municipios con el Cabildo y vamos articulando esas acciones comunes. Eso ha dado un fruto enorme. Hemos aumentado casi un 600% la financiación común que hacemos Cabildo y municipios de esa red. A día de hoy nuestro circuito insular se equipara en el nivel peninsular. Fue relativamente sencillo ordenarnos entre todos con la confianza y la buena voluntad del espectro de colores políticos de toda la isla con la finalidad de expandir la cultura y las oportunidades culturales a todos los ciudadanos de cada municipio. Era más difícil quizás en los ámbitos donde la cultura estaba más focalizada en una infraestructura concreta, llámese Auditorio llámese TEA. Y ahí en lo que tuvimos que pensar fue en cómo deslocalizar las acciones que tanto uno como otros hacen a través de sus programas. Esa es la estructura de los Espacios TEA, del Mini-TEA, que seguiremos ampliando, esa es la estructura de los programas de Auditorio que se llevan al conjunto de la isla, y con la Orquesta Sinfónica (OST) lo hemos abierto lo más posible sin dejar de entender que luego cada institución tiene su propia idiosincracia. Es muy difícil mover al conjunto de la OST porque no en todos los municipios hay un espacio adecuado para poder hacerlo. Lo que hemos creado son los ciclos de cámara con el que la orquesta ha visitado ya todos los municipios de Tenerife y a su vez, ha ido deslocalizando otra serie de conciertos como son los didácticos, etc. La idea era no solo deslocalizar sino llevar la cultura allí donde ese tipo de cultura no podía ser ofertada por la institución responsable en primera instancia que normalmente es el ayuntamiento”.

-¿Qué opina de que en algunos sectores se siga pensando que el Auditorio es elitista, a pesar de bajar precios y acercar a otros municipios la música barroca o programas de ópera? Entiendo que es cuestión de tiempo y paciencia democratizar ese tipo de música y acercarla a otros ámbitos…

“Sí y no. Es decir, no estoy de acuerdo con la premisa de partida. Que se diga es una cosa y que sea real es otra. Cuando dicen que el Auditorio es elitista, o que la música clásica y la ópera lo son, parten del desconocimiento, no de opiniones fundadas. Dicen: “Bueno, como lo desconozco o simplemente no me gusta, digo que es para otros y no para mí”. La responsabilidad institucional en intentar llevar no solo esas acciones, sino también las herramientas a la ciudadanía para entender eso. La democratización tiene que ver con el acceso a la cultura y ahí hay una política de precios que hemos bajado y muchas actividades gratuitas en el Auditorio y en el TEA, pero eso no hace que la gente entre más en las salas. Por eso me gusta más hablar de democracia cultural en vez de democratización. Es decir, dar herramientas para que al final el mayor conjunto posible de la población disfrute y sea competente para afrontar un hecho cultural, del tema que sea y de cualquier tipo y lenguaje. Y ahí entran los procesos educativos, de divulgación y de formación a la ciudadanía. Que no es dar clases, sino dar herramientas para que tú puedas aprehender mejor esto que luego vas a escuchar en un concierto, ver en una exposición o en una pantalla. Y para eso hay que generar toda una estructura de trabajo que en este mandato hemos intentado ampliar al máximo”.

-Entiendo que es muy complicado de hacer.

“Es que la cultura es un proceso de sedimentación y el que no lo entienda así y lo analice desde, por ejemplo, tiempos políticos, se equivoca. Y se va a frustrar. Porque se va a poder conseguir lo que se puede conseguir. Por eso insisto en la idea de generar estructuras que permitan la supervivencia más allá de lo público y también desde lo privado, y con esto me refiero a las compañías. Tienen que pensar en cómo desarrollar sus audiencias, cómo divulgar mejor su trabajo, cómo acercar su discurso al discurso de una ciudadanía que no es especialista. Es algo que tenemos que ir generando de forma colectiva. Todos somos responsables de mejorar esa estructura y eso va a permitir que la ciudadanía acceda cada vez más, con mejores recursos, con más posibilidades y herramientas para comprender mejor ese sector que, por otro lado, a veces es un poco difícil de entender, comprender y acercarse a él”.

-Antes comentaba la creación de LAVA, una apuesta importante para la danza en las Islas.

“Hemos desarrollado muchas acciones en danza y esa madurez nos ha dado el poder de montar una compañía que tiene carácter de trabajo en lo local. Una compañía artística con la solvencia de Daniel Abreu y, al mismo tiempo, de podernos proyectar hacia el exterior, tanto nacional como internacionalmente. Esa es la vocación de LAVA. No es estrenar y quedarse aquí, sino trabajar, generar recursos, producir formación y generar posibilidades laborales aquí, pero siempre mirando en cómo trasladarse y proyectar la imagen de Tenerife y la danza hecha en Canarias hacia el exterior”.

-¿Podría convertirse en un futuro en la nueva OST, pero en modo danza?

“Al menos en danza contemporánea. En realidad la marcas culturales del Cabildo de Tenerife son muy reconocidas a nivel nacional e internacional. La OST es muy conocida a nivel nacional y a nivel local es un buque insignia de la Isla de la que realmente la ciudadanía se siente muy orgullosa. Aunque no vaya a escucharla. Otras marcas tienen una gran proyección local, nacional e internacional como Ópera de Tenerife. Nosotros producimos con cualquier teatro del mundo. Trasladamos nuestros títulos a todos los continentes, aunque nos falta Oceanía. Con producciones hechas aquí, con personal de aquí, con talento de aquí. Y eso es un hito importantísimo que a veces no se conoce dentro porque miramos más lo otro. Es lo que hablábamos antes de que algunos la consideran elitista. Para nada. La ópera habla de las cosas más mundanas. Muchísima gente que viene por primera vez a una ópera sale absolutamente impresionada por lo que ha visto. Yo siempre digo que tenemos que darnos a nosotros mismos la oportunidad de seguir descubriendo cosas. Y ahí es donde está la corresponsabilidad de la ciudadanía con la institución cultural. El seguir proponiendo por parte de la institución pero también que la ciudadanía diga que quiere abordar y llegar a estos aspectos de la cultura”.

-Ahí hace falta curiosidad y educación.

“Ambas son fundamentales. Si nuestro primer eje es crear estructuras, el segundo es la educación. La cultura tiene hoy en día un reto que no solo es la transmisión de valores culturales, sino también de valores educativos. Debe encontrar las vías para saberse explicar y situarse frente a la ciudadanía, para que esta entienda que es parte fundamental de su construcción personal”.

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