cultura

La magia del Circo del Sol

La compañía canadiense traslada por primera vez a Canarias su gran carpa blanca para presentar su espectáculo ‘Totem’, un viaje espectacular y colorido por la evolución
La magia del Circo del Sol. | DA

La oscuridad envuelve el interior de la enorme carpa del Cirque du Soleil (Circo del Sol) ubicada en pleno centro de Ginebra. Comienzan a sonar los acordes de la música y desde el techo desciende la chispa de la vida hacia un gran caparazón de tortuga, un animal espiritual que en la mitología hindú sostiene el mundo, para prenderlo todo y comenzar con el juego de la evolución.

Así comienza Totem, el espectáculo de la gran compañía canadiense que llegará a Canarias dentro de su gira mundial el próximo 5 de junio. El campamento base estará ubicado en el sur de Gran Canaria, en Meloneras, hasta el 22 de septiembre. El público de Tenerife y las restantes islas se beneficiará de ofertas especiales de paquetes de viaje para disfrutar del acontecimiento. Y será una ocasión única para admirar la esencia de Cirque du Soleil. Porque no es lo mismo verlo en un pabellón, como estábamos acostumbrados en las Islas, a vivirlo en una carpa donde todo funciona a la perfección para que el espectador sienta que forma parte de este juego de equilibristas, humor, saltos imposibles, acrobacias que a más de uno dejarán con la boca abierta y con esa sensación de peligro que, en el fondo, tanto atrae.

Una carpa con capacidad para 2.600 personas, que lo más lejos que estarán del escenario serán los 28 metros que separan a aquel de la última fila de asientos. Una infraestructura que se trasladará por mar desde Barcelona a Canarias con 75 camiones. “Un auténtico reto logístico para la compañía”, afirma el director de la gira, el holandés Franck Hanselman, antes del estreno en Ginebra. Más de 2.000 toneladas arribarán la última semana de junio a Gran Canaria para construir una pequeña ciudad circense en Las Meloneras, donde los artistas, técnicos y un largo etcétera de trabajadores, alrededor de 120, de más de 28 nacionalidades distintas, convivirán durante los meses de verano. Toda esta infraestructura se levantará en ocho días y, además, dará empleo a alrededor de 250 residentes de las Islas. “Los artistas tienen muchas ganas de ir a Canarias. Están entusiasmados con la posibilidad de disfrutar del buen tiempo y la playa en sus días libres”, añadió Franck. “Yo quiero recorrer todas las islas”, afirmó con una sonrisa.

La magia del Circo del Sol. | DA

Frenético

Totem coge al espectador de la mano y lo conduce por la historia de la evolución. Un gran homenaje a Charles Darwin. Los 40 artistas de pista se van transformando a lo largo de poco más de dos horas gracias al gran trabajo de vestuario lleno de colores y detalles. Desde esos primeros anfibios hasta el grupo de homínidos que desnudan al hombre moderno para demostrarle que, en el fondo, sigue siendo un animal. Parte de la naturaleza. La seducción contribuye de manera destacada al brillo del espectáculo como símbolo de la perpetuación de la especie, tanto con danzas en trapecios a una altura considerable como las aventuras del divertido clown Valentino, el típico italiano ligón. Destaca la melancolía del otro payaso en nómina, Mikhail Usov, que se mete al público en el bolsillo haciendo música con calderos y una pelota de pimpón, y convirtiendo una simple bolsa de plástico en un cisne (¿un guiño al medio ambiente?). Porque el humor salpica de formas muy variadas el espectáculo, siendo uno de los hilos conductores entre números de monociclos imposibles y danzas tribales de la etnia micmac de Canadá hasta las acrobacias aéreas de los astronautas con traje multicolor y la invención de la electricidad con un científico atrapado en una especie de embudo, jugando con protones luminosos. Hay espacio también para la cultura española, con el sonido de guitarras mientras Nico Pires, encarnando al Diablo, hace girar su diábolo con malicia. Y todo acompañado por la música en directo de los ocho instrumentistas que forman parte del espectáculo y que se esconden detrás de los juncos que conforman el escenario, que merece una mención aparte.
Una estructura cambiante donde se proyectan diferentes imágenes de la naturaleza y que está dividida en dos: el escenario principal y la parte posterior, donde se dispone una pasarela que a lo largo del espectáculo sube, baja y se transforma hasta en una lancha motora.
Todo fluye e hipnotiza en la carpa del Cirque du Soleil, como la propia vida.

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