día de canarias

La Palma: desde el Atlántico hasta las estrellas

La Isla suma universos de intrincados barrancos, laurisilva, volcanes y patrimonio cultural en equilibrio con las medianías
La obra A vista de Bejenado ganó la sección de Paisaje astronómico de La Palma. | ALEJANDRO PAZ PÉREZ
La obra A vista de Bejenado ganó la sección de Paisaje astronómico de La Palma. | ALEJANDRO PAZ PÉREZ
La obra A vista de Bejenado ganó la sección de Paisaje astronómico de La Palma. | ALEJANDRO PAZ PÉREZ

La Palma celebra el Día de Canarias con méritos propios y desde una naturaleza ligada estrechamente a la cultura del paisaje y de las tradiciones, pero también desde una concepción global del lugar estratégico que ocupa en el Archipiélago y en Europa. Los 14 municipios de la Isla Bonita suman actos culturales, lúdicos y festivos para poner en valor, en una jornada conmemorativa con especial significado para los habitantes del territorio local, su concepción de doble insularidad, siempre reivindicativos de su singular encanto y de su protagonismo en el contexto regional.

La Isla tiene, como ocurre en el inconsciente colectivo de toda sociedad y territorio, una personalidad propia, fuerte pero con visos de fragilidad, siempre e invariablemente marcada por un orgullo con origen en momentos de gran esplendor cultural y comercial, pero también por un duro combate con la tierra para construir, a través de siglos de historia, un paisaje agrícola hoy con plena hegemonía de la platanera.
Más allá de los numerosos vestigios de los primeros pobladores de La Palma, los también orgullosos benahoaritas, y de los yacimientos y parques arqueológicos convertidos por su interés en referentes regionales del patrimonio cultural, más allá de la arquitectura rural y del valor del patrimonio cultural de cascos urbanos y templos, la Isla Bonita mantiene una impronta de inconformismo.

Ese sentimiento está legitimado por la necesidad de acoplarse con soltura a un modelo productivo de riqueza que pasa, como a lo largo de generaciones y generaciones de palmeros, por recuperar habitantes. Especialmente a los jóvenes, que han venido ocupando tradicionalmente la mayor cuota de universitarios en la Universidad de La Laguna, y que, pese a todo, siguen buscando nichos productivos en su isla natal para contribuir a su crecimiento, paralizado atendiendo a los datos de pérdida de población de forma progresiva durante la última década.

Los palmeros y La Palma conforman un todo y, pese a eso, la fragmentación del territorio, los intrincados barrancos y la orografía de curvas y desniveles de un territorio que parece abrirse ante la bóveda celeste la sitúa en universos de climas distintos, donde el monte y la laurisilva, los volcanes y las medianías parecen desconocerse para convertirse, bajo la mirada del visitante y con una perspectiva más objetiva, en una única y formidable estancia de experiencias en la naturaleza y entre sus gentes.

La belleza de La Palma se extiende más allá del territorio y abarca parte del Atlántico que baña su litoral con la protección de la Reserva Marina y desde allí, hasta las cumbres, donde emerge coronada por el Roque de los Muchachos y la mirada al futuro, en virtud de las expectativas que tantos han dado en llamar “la industria del conocimiento”. El Instituto de Astrofísica de Canarias y el aprovechamiento de parte de ese territorio, entre la villa norteña de Garafía y Puntagorda, para la observación astronómica y la investigación de galaxias, agujeros negros y la búsqueda de nuevos universos, abren la bóveda celeste a todo un mundo de conocimiento. La Palma sabe de su posición estratégica, en el hemisferio norte y empeñada siempre en ganar posiciones en la carrera por nuevos y más precisos telescopios.

Quizás la mirada de los científicos recién llegados a la Isla para descubrir, en las observaciones nocturnas, los secretos del universo, de los turistas y de los emigrantes retornados a la Isla, sea la más cercana a la imagen real de la Isla Bonita. En unos prevalece el asombro de la belleza, por ese “contraste” y por la abrumadora visión de rincones que hacen enmudecer, desde el bosque de Los Tilos a los fondos marinos de Fuencaliente; desde el cráter de la Caldera hasta el Valle de Aridane, y desde allí hasta el casco histórico de la capital, o a la impresionante vegetación de los barrancos en el Cubo de la Galga. Otros descubren, con nostalgia pero esperanzados por el futuro, el crecimiento de cascos urbanos en pueblos en el pasado testimoniales en cuanto a número de habitantes y urbanismo. A nadie deja indiferente La Palma.

No son sus gentes, ni su historia, ni su rica etnografía, ni el pasado de cada una de las familias que construyeron el pasado para llegar al futuro. Es una compleja suma de todo lo que hace de la Isla Bonita, con esa personalidad fuerte y ese atisbo de fragilidad, un rincón único en medio del Atlántico.

TE PUEDE INTERESAR