Ya ven que el vandalismo no entiende de arte. Una de las obras más emblemáticas, la última creación de CÉSAR MANRIQUE -la dibujó el artista en homenaje a Santa Cruz poco antes de morir-, no se ha librado de esa plaga de pintadas firmadas por desaprensivos que se extiende por los espacios públicos de la capital tinerfeña.
La escultura, que luce a la entrada del Parque Marítimo, fue diseñada por el genio lanzaroteño en agradecimiento a la capital tinerfeña, a la que consideraba su segunda casa. Y miren la gracia de algunos.