la palma

Barlovento se ‘levanta’ contra el obispo en defensa del ‘cura del pueblo’

Numerosas personas recibieron ayer con pancartas a Bernardo Álvarez y consiguieron que el párroco Rubén Gallego permanezca hasta septiembre
Protesta silenciosa a favor del cura Una protesta silenciosa arropa al cura Rubén Gallego. DA
Protesta silenciosa a favor del cura Una protesta silenciosa arropa al cura Rubén Gallego. DA
Protesta silenciosa a favor del cura Una protesta silenciosa arropa al cura Rubén Gallego. DA

Una multitud de personas protestó ayer ante las puertas de la iglesia de El Rosario, en Barlovento, en contra de la decisión del obispo de la Diócesis Nivariense de Santa Cruz de Tenerife, el también palmero Bernardo Álvarez, de trasladar al cura Rubén Gallego a la Península. La presión de sus feligreses ha surtido efecto ya que el párroco continuará en el municipio del norte de La Palma, al menos hasta septiembre.

Después de la misa de las confirmaciones de ayer domingo se produjo una reunión entre los vecinos, Rubén Gallego y el obispo (que se trasladó hasta La Palma), tras la cual se comunicó que Gallego continuará unos meses más siendo el párroco de la iglesia de El Rosario.

Gallego, muy querido por sus feligreses, recibió el calor y el apoyo de los vecinos que se resistieron a su pérdida en una jornada emotiva que transcurrió bajo el lema: “Queremos a Rubén”.

Como adelantó este periódico, Rubén Gallego ya fue “desplazado”, pese a la oposición del pueblo de Garafía en 2016, donde logró llenar las iglesias de los barrios donde daba misa, contagiando a los jóvenes con un mensaje alegre y alejado de prohibiciones y tabús, algo que al parecer no gustó en la Diócesis Nivariense.

Tal y como ha venido informando DIARIO DE AVISOS, hasta tres ayuntamientos se han puesto del lado de sus comunidades religiosas, en los municipios de Tijarafe, Barlovento y Garafía, para pedir al obispo una rectificación que no llega y que, quienes conocen de cerca al máximo representante de la Iglesia en la provincia, aseguran que no llegará.

Rubén Gallego llegó a la Isla con 35 años desde un pequeño pueblo de León y comenzó a sorprender por su alegría contagiosa, por sus eucaristías plagadas de referencias a los parroquianos y a sus quehaceres y preocupaciones, por la celebración de comuniones en las que introducía ingredientes divertidos y singulares, pero, sobre todo, por “excederse” en su actividad pastoral de sus obligaciones, yendo y viniendo con su coche deportivo en visitas a personas mayores de barrios alejados de los núcleos de los pueblos y deshabitados, y por sus aficiones, especialmente aquellas que tenían que ver con sumarse, como uno más, a las fiestas más tradicionales de la Isla Bonita, tales como la multitudinaria celebración de Los Indianos, referente del Carnaval palmero, pero también a otras como El Borrachito Fogatero, la Fiesta de la Peluca o la Polvacera de Los Llanos de Aridane. Conservador en algunos asuntos cruciales para la Iglesia, en otros se ha manifestado abiertamente progresista, con una visión renovadora de la vida en la fe desde una evolución de los tiempos y la sociedad.

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