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Una tinerfeña puede perder la vista ya que Sanidad no autoriza su curación

Cristi, operada cuatro veces debido al ojo seco severo, encontró en el Lacrisert una solución, pero Canarias no lo autoriza. “Me obligan a realizar una compra ilegal, como una drogadicta”, declara a DIARIO DE AVISOS
Cristi, operada cuatro veces debido al ojo seco severo, encontró en el Lacrisert una solución, pero Canarias no lo autoriza. “Me obligan a realizar una compra ilegal, como una drogadicta”, declara a DIARIO DE AVISOS
Cristi, operada cuatro veces debido al ojo seco severo, encontró en el Lacrisert una solución, pero Canarias no lo autoriza. “Me obligan a realizar una compra ilegal, como una drogadicta”, declara a DIARIO DE AVISOS
Cristi, operada cuatro veces debido al ojo seco severo, encontró en el Lacrisert una solución, pero Canarias no lo autoriza. “Me obligan a realizar una compra ilegal, como una drogadicta”, declara a DIARIO DE AVISOS

Una tinerfeña podría perder definitivamente la vista en el ojo izquierdo si no se aplica el producto llamado Lacrisert debido a que sufre la patología del ojo seco severo causada por la continua queratitis (inflamación) de la córnea que padece, y que le obligó a pasar por el quirófano hasta en cuatro ocasiones debido a una perforación en su cornea. Cristi (cuya identidad se oculta en esta infomación, dadas las circustancias de su caso), de 42 años, está diagnosticada con síndrome de Sjögren, una enfermedad autoinmune que ataca a las glándulas que producen las lágrimas y la saliva.

Tras peregrinar por la mayoría de los oftalmólogos de la Isla sin encontrar una solución a su problema descubrieron, a través del doctor José Benítez del Hospital San Carlos de Madrid y la Asociación Española de Ojo Seco, que existe este producto que se suministra vía hospitalaria a los afectados de Sjögren en otras comunidades autónomas. Sin embargo, no ha logrado que la Consejería de Sanidad del Gobierno de Canarias autorice al Hospital Nuestra Señora de Candelaria su dispensación alegando que no tiene el sello de la CE, cuando esa razón no ha sido impedimento para indicarlo a otros españoles. Según ha podido conocer, el auténtico motivo sería el coste económico del artículo.

La Asociación Española de Ojo Seco envió un escrito al Defensor del Pueblo para exponer esta discriminación y el alto comisionado ha dado la razón a la paciente, recomendando al Servicio Canario de la Salud que dispense en los centros hospitalarios públicos el Lacrisert, a aquellos pacientes que lo necesiten, como es el caso de Cristi.

El Lacrisert es un producto sanitario de uso únicamente hospitalario, por lo que no se puede obtener en España por ninguna otra vía. Muchos enfermos que no pueden adquirirlo vía hospitalaria, lo compran en farmacias del extranjero, pero su precio comenzó a dispararse. Así, una caja (que dura un mes al tener 60 dosis) cuesta alrededor de 550 dólares en Estados Unidos, mientras que en Andorra se encuentra hasta por 800 euros. La opción más económica es pedirlo a Canadá, donde su coste está en 430 dólares cada caja.

El Lacrisert es imprescindible para mantener una calidad de vida digna a las afectados. Hace cinco años que comenzó el calvario de Cristi tras diagnosticarle ojo seco severo pero, en marzo de 2017, tras las continuas queratitis y úlceras que le producía esa sequedad, tuvo una perforación en la córnea y fue sometida en un mes a cuatro operaciones para salvarle el ojo izquierdo. Anteriormente había iniciado una peregrinación por la mayoría de los oftalmólogos buscando una solución sin resultado, utilizando sin éxito todo tipo de tratamientos, como lágrimas artificiales y colirios, geles lubricantes, gotas antiinflamatorias o inmunosupresoras y el suero autólogo (se elabora a partir de la sangre de la propia paciente) que se lo hacen en la Candelaria. Solo el inserto oftálmico de hidroxipropilcelulosa (una especie de lenteja que se coloca entre el ojo y el párpado inferior y se va diluyendo con el paso de las horas) ha sido efectivo para frenar el deterioro visual progresivo y los síntomas de esta patología, mejorando notablemente su calidad de vida diaria, ya que ahora puede salir de su casa en un municipio del Sur.

Ahora tiene una vida casi normal tomando una serie de precauciones al entrar en zonas con aire acondicionado, lugares con polvo, etc. Utiliza unas gafas que le cubren los ojos completamente. Se coloca la celulosa compactada por la mañana y le cambia la vida. Es tan sencillo, simple y efectivo, que no entiende cómo este producto no se comercializa en Europa, que no quiere decir que no se utilice vía hospitalaria.

Una compra ilegal “como una drogadicta”

Tras pedirlo a un amigo en Estados Unidos, descubre que este producto funciona y es efectivo. Sin opción de adquirirlo a través de la farmacia hospitalaria, está obligada a comprarlo en Norteamérica con la incertidumbre y el estrés que supone que el envío sea detenido por la aduana.

Lamenta que, mientras la Agencia Española del Medicamento no pone ninguna pega para su entrega hospitalaria en otras regiones, el Servicio Canario de la Salud no autorice su dispensación. No entiende el porqué la Consejería la quiere convertir “en una inválida de por vida”. Negarle la medicación es vivir recluida a oscuras en su casa, con continuas queratitis, úlceras y visitas al oftalmólogo. “Me obligan a realizar una compra ilegal, como si fuera una drogadicta, pero si no sigo con el Lacrisert perderé totalmente la vista”, declaró a DIARIO DE AVISOS.

Tras presentar varias quejas a las diferentes instancias sanitarias de Canarias sin lograr una respuesta positiva, interpuso una denuncia ante el Juzgado de lo Social Número 3 de Santa Cruz, y está pendiente de sentencia.

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