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La Gomera, 1984: la mayor tragedia humana en un incendio forestal

Veinte personas perdieron la vida el 11 de septiembre de hace 35 años cuando una bola de fuego ascendió como una chimenea desde La Laja y les atrapó de manera súbita en plena carretera
El día 11 por la tarde los bomberos y voluntarios comenzaron a sacar cadávares cabornizados por el fuego en la carretera / PABLO AFONSO

Pasado mañana, miércoles, 11 de septiembre, se cumplen 35 años de la mayor tragedia humana sufrida en la Isla de La Gomera. Como incendio forestal, el negro episodio del Roque de Agando apenas saldría en la hemeroteca (ardieron 900 hectáreas, casi todas de matorral y monte bajo), pero por sus trágicas consecuencias, 20 fallecidos, sigue liderando el ranking de esta clase de sucesos en España.

Nadie, en aquella medianoche del día 10, pudo imaginar que el fuego iniciado en la zona conocida como Dehesa del Manco, en el caserío de La Laja, en el barranco del mismo nombre, en San Sebastián de La Gomera, se convertiría el día después en una enorme chimenea de fuego que acabó con la vida de veinte personas. Entre ellas, el joven gobernador civil (36 años de edad y 44 días en el cargo), Paco Afonso, llegado ese día a la Isla para supervisar las labores de extinción, con unas botas militares para la ocasión. Su antecesor en el cargo, Eligio Hernández, un año antes, en Icod, estuvo in situ en un incendio que arrasó 20.000 hectáreas y que, según cuenta el entonces delegado del Gobierno, “nos hizo barajar la posibilidad de desalojar a los 20.000 habitantes de Icod”. Esta vez era aparentemente menos grave. Aquel pequeño conato, que ni siquiera despertó a los vecinos, se extendió dos horas después hasta la cumbre, saltando al otro lado de la carretera TF-713 (hoy G-2), cerca del parque de Las Nieves y pasando hacia el sur al barranco de Benchijigua. Para entonces, ya se había convocado, a través de altavoces y desde campanarios de San Sebastián, Hermigua y Vallehermoso, a voluntarios para apagar el fuego, que subieron con lo puesto, incluso en chancletas. Tras el amanecer, se comienza a hacer un cortafuego para impedir que las llamas alcancen el cercano Parque Nacional de Garajonay, con actuaciones supervisadas por los técnicos de Icona en La Zarcita, Bailadero y El Cedro.

Todos los fallecidos perdieron la vida en la hoy carretera G-2,. a la sombra del roque de Agando / PABLO AFONSO

 

Al mediodía el fuego ya se da por casi dominado en la zona de Los Roques, justo cuando llega el gobernador civil, Francisco Afonso Carrillo, junto a su secretario, Bartolomé Alonso, y su chófer, José Brito. Es justo ahí cuando se produce un cambio de viento y se levantan las llamas del fondo del barranco. Una enorme bola de fuego, relata el radioaficionado Sito Simancas -la única comunicación era a través de walkie talkie-, que se salta las tronchas recién realizadas y sube cual chimenea en dirección a Ojila y Agando. Los técnicos de Icona dan la orden a todas las personas allí presentes que se retiren a la zona quemada, y justo cuando las autoridades se encontraban en la carretera entre los roques de Agando y de Ojila, observando los trabajos de las tronchas, surge otro brote de fuego con tal virulencia, que atrapa mortalmente en aquel tramo de asfalto a veinte personas.

Ese momento lo recoge el poeta Onelio Medina Medina, natural de Los Aceviños (Hermigua), en una de sus décimas que le dedicó aquella triste historia que él, además, vivió como jefe de cuadrilla:

“Cuando a la una se halló
ya el rumor de los quemados
sin un dato asegurado
las víctimas que dejó.
El gobernador cayó
junto con sus compañeros
que salvarse no pudieron
las llamas los atrapó.
El delegado cayó
pero gravemente herido
cuando en las llamas sabido
la ropa se la quitó.
El presidente se halló
dando gritos lamentables
aclamando por la madre
y encomendándose a Dios.
Muchos que están auxiliando
mora su mala suerte
que les espera la muerte
en la Gollada de Agando.
Sin saber cómo ni cuándo
era su destinación
el quedar como carbón
dentro las llamas luchando”.

A lo largo de aquella tarde del 11 de septiembre se da por confirmada la muerte de Paco Afonso y dieciséis personas más, mientras que días después fallecen tres de los 17 heridos graves, algunos de ellos trasladados a la unidad de quemados del Hospital del Rocío de Sevilla. Entre los heridos estaba el entonces presidente del Cabildo, Antonio Lito Plasencia, que hasta su muerte, a los 82 años, en 2015, fue la fiel imagen, con su rostro quemado, del drama vivido aquel 11 de septiembre de 1984.

Sito Simancas, director de Onda Tagoror, y auténtica enciclopedia de La Gomera, fue uno de los voluntarios que subió a la cumbre para apoyar las comunicaciones, como radioaficionado. Fue uno de los que se escapó con vida de aquella “terrible bola de fuego que subió hasta Agando, tras una enorme explosión en La Laja”. Relata a DIARIO DE AVISOS que “el jefe de Icona, Sosa, comunicó a todos los que estaban en la carretera que retrocedieran y gritaba: “Para arriba no, para abajo, para lo que está quemado”. Casi sin tiempo para reaccionar allí quedaron carbonizadas veinte personas, algunas de ellas dentro de sus propios vehículos cuando trataban de huir hacia la vida, un suceso que sumió a Isla, afirma Casimiro Curbelo, alcalde aquel año de San Sebastián, en “un silencio contenido”.

 

El féretro con el cuerpo de Paco Afonso, a su llegada al Gobierno Civil / PABLO AFONSO

Los fallecidos

Tras el incendio, que se dio oficialmente por controlado la tarde del 13 de septiembre y extinguido el 19, cuando llegaron las primeras lluvias, terminaron muriendo 20 personas, 18 de ellas entre el día 11 y 12, mientras que quedaron 14 heridos, entre ellos el presidente del Cabildo gomero, Lito Plasencia. De los fallecidos, trece eran naturales de La Gomera y los otros siete de Tenerife, entre ellos el gobernador civil, Paco Afonso, su chófer y su secretario personal y cuatro jóvenes que murieron abrazados dentro de un Panda blanco.
La relación oficial de fallecidos fue la siguiene: Francisco J. Afonso Carrillo, Bartolomé Alonso Torres, José Ramón Ascanio Escobedo, Florencio Ballesteros Jiménez, José Brito Villalba, José Juan Darias Herrera, Sebastián E. Darias Herrera, Fernando J. Feria González Palenzuela, Francisco M. Fernández Clemente, Pablo Antonio García Padilla, Ramón Hernández Francés Díaz Llanos, Sebastián Herrera Ramos, Ángel Izquierdo Cabrera, Carlos José Jérez Reyes, Manuel José Llarena Arteaga, Ángel José Mendoza Martín, Víctor Morales Herrera, Francisco Padrón Herrera, Alfonso Ruiz Benítez de Lugo Zárate y Juan Carlos Santos Mesa.

Eligio Hernández, delante de los periodistas,  afirmó que iba a impedir que las fotos de los cadáveres se publicaran / P.A.

 

Enviado al calabozo por no querer entregar el carrete de fotos

Entonces fotógrafo, Pablo Afonso fue uno de los polémicos protagonistas del incendio. “Pese a tener un permiso del juez para fotografiar los cadáveres, Eligio Hernández juró que “esas fotos no se publican, aunque sea lo último que haga en política”, enviándolo al calabozo por negarse a entregar el carrete. La puerta del calabozo quedó entreabierta y Afonso regresó a Tenerife en el mismo helicóptero del delegado del Gobierno. Las fotos se publicarían en El Día, Diario 16 e Interviú.

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