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Las RUP cumplen 20 años, con el ‘brexit’ pisando los talones

El Tratado de Ámsterdam incorporó en 1999, por primera vez, el reconocimiento de las regiones ultraperiféricas de la Unión Europea
El Presidente D. Fernando Clavijo Batlle, asiste a la conferencia RUP a 22 de Noviembre de 2018. (Foto: Arturo Rodriguez/Presidencia GobCan)
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El fantasma de la recesión llama a la puerta del castillo de naipes de la economía mundial. En los aposentos de España dentro de la Unión Europea, Canarias asoma por una ventana y escucha el rumor de los nubarrones. Por precaución, saca el paraguas con la etiqueta de región ultraperiférica (RUP). Lo adquirió hace veinte años y todavía resiste las inclemencias. En ocasiones hay que sujetarlo con firmeza y destreza para que no se lo lleve el viento. Cerrado sirve de bastón y, en la versión de bolsillo, las varillas se pliegan a las circunstancias. Es tal la comodidad que, cuando no llueve se guarda y ya está. También recoge la particularidad de que funciona como una sombrilla.

El reconocimiento jurídico de la ultraperificidad se plasmó por primera vez en el Tratado de Ámsterdam, en vigor desde mayo de 1999. Así quedó reflejado en su artículo 299.2: “Las disposiciones del presente Tratado se aplicarán a los departamentos franceses de ultramar, las Azores, Madeira y las islas Canarias. No obstante, teniendo en cuenta la situación estructural social y económica de los departamentos franceses de ultramar, las Azores, Madeira y las islas Canarias, caracterizada por su gran lejanía, insularidad, reducida superficie, relieve y clima adversos y dependencia económica de un reducido número de productos, factores cuya persistencia y combinación perjudican gravemente a su desarrollo, el Consejo, por mayoría cualificada, a propuesta de la Comisión y previa consulta al Parlamento Europeo, adoptará medidas específicas orientadas, en particular, a fijar las condiciones para la aplicación del presente Tratado en dichas regiones, incluidas las políticas comunes”. Fue un hito histórico que sentó las bases de una estrategia de desarrollo impulsada por las instituciones comunitarias y consagrada en el Estatuto de Autonomía de noviembre de 2018: “La lejanía y la insularidad han determinado el carácter de los canarios y las peculiaridades de sus principios institucionales desde ese momento, y hasta la actualidad, con el reconocimiento de la ultraperificidad como elemento modulador e inspirador del autogobierno.

Los poderes públicos, en el ámbito de sus respectivas competencias, tendrán en cuenta estas circunstancias cuando sea preciso adaptar sus políticas y actuaciones legislativas y reglamentarias, así como sus decisiones financieras y presupuestarias, cuando dichas circunstancias incidan de manera determinante en tales competencias, fijando las condiciones específicas para su aplicación en el Archipiélago. Especialmente, esta adaptación se producirá en materia de transportes y telecomunicaciones y sus infraestructuras; mercado interior; energía; medio ambiente; puertos; aeropuertos; inmigración; fiscalidad; comercio exterior, y, en especial, en el abastecimiento de materias primas y líneas de consumo esenciales y cooperación al desarrollo de países vecinos”.

El Tratado sobre el Funcionamiento de la UE (Lisboa, 2007) afianza la voluntad compensatoria y abraza las conquistas para las Islas del famoso artículo 299.2 del Tratado de Ámsterdam. Las decisiones se refieren fundamentalmente a “las políticas aduanera y comercial, la política fiscal, las zonas francas, las políticas agrícola y pesquera, las condiciones de abastecimiento de materias primas y de bienes de consumo esenciales, las ayudas públicas y las condiciones de acceso a los fondos estructurales y a los programas horizontales de la Unión”.

Las RUP agrupan a territorios de tres estados: España (Canarias), Portugal (Azores y Madeira) y Francia (los departamentos y colectividades de Guadalupe, Guayana Francesa, Reunión, Martinica, Mayotte y San Martín”. Son nueve territorios separados por miles de kilómetros, ubicados en mares y océanos distintos con características y condicionantes en común.

El encaje de Canarias en la hoy UE ha ido evolucionando desde la incorporación de España, en 1986. Entró por la puerta del Protocolo 2: las Islas, Ceuta y Melilla quedaban fuera de unión aduanera. No serían de aplicación “los actos en materia de política comercial, autónomos o convencionales, directamente ligados a la importación o a la exportación de mercancías”. Era una suerte de protectorado para no enfurecer a los empresaurios. Eso ha cambiado. Ahora están domesticados, aunque no han perdido el apetito. La agricultura también ha madurado.

Un estudio difundido en abril de 2019 cifra en 5.228 millones el coste de la ultraperiferia para el tejido empresarial canario, sin contar las facturas del brexit. “¡No somos mendigos!”, exclamaron los dirigentes regionales en el marco de la vigésimo tercera Conferencia de Presidentes de las RUP, que se celebró los días 22 y 23 de noviembre de 2018 en Las Palmas de Gran Canaria con la presencia de Felipe VI y la ausencia del jefe de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, muy caliente por lo del brexit. El entonces presidente Fernando Clavijo sentenció: “No somos una carga, sino una oportunidad”. El rey apuntaló la cohesión territorial, la convergencia económica y el progreso social como pilares” de la UE. En octubre de 2010, con motivo de la décimo sexta reunión, en Santa Cruz de Tenerife, Paulino Rivero había enaltecido el valor de las RUP: “No son un jardín ni generan desventajas. Tienen una enorme potencialidad”. La incertidumbre provoca ansiedad.

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