El monumento a Franco, ubicado en la intersección entre la Avenida de Anaga y la Rambla Islas Canarias, se inauguró en 1966. Se trata de una escultura creada por el escultor madrileño Juan de Ávalos, quien también es autor de diferentes figuras que adornan el Valle de Los Caídos.
La obra de la Avenida Anaga representa a un ángel de la paz y, sobre él, se ubica la representación del dictador. Las dos figuras estaban acompañadas hasta hace varios años de una fuente, cuyo funcionamiento se paralizó tras conocerse que destruía la base de la escultura.
En 2011, el nombre del conjunto artístico se cambió por Monumento a la Victoria, una decisión que provocó el rechazo de asociaciones republicanas, que denunciaron los hechos como un intento de burlar la Ley de Memoria Histórica. Pero el cambio de nombre no fue suficiente para esquivar las continuas polémicas generadas los últimos años en torno a una fuente tan ligada a la dictadura que tuvo su protagonismo en el No-Do.
El año pasado el Consistorio santacrucero fue denunciado por el abogado Eduardo Ranz, quien creía que podría demostrarse la supuesta inacción política a la hora de retirar los vestigios franquistas, como obliga la Ley de Memoria Histórica.
El proceso se vio paralizado tras el encargo realizado por el Ayuntamiento de un estudio para conocer el valor artístico y la simbología del monumento. Ahora, culminado el informe en el que han participado catedráticos de la Universidad de La Laguna y en el que se valora no solo esta obra, sino otras esculturas de la capital como el conjunto en memoria a los caídos ubicado en la Plaza de España, la pelota vuelve a situarse en el tejado del Consistorio. La concejal de Promoción Económica, Cultura y Patrimonio Histórico, Matilde Zambudio, adelantó la semana pasada a este periódico que “no dejará dormir este asunto, por lo que espera que haya una decisión consensuada” antes de que finalice este año.
DEBATE CIUDADANO
La polémica sobre el monumento ha llegado a las calles. Si en algo coinciden los ciudadanos es en su rechazo a la figura de Franco, aunque no todos apuestan por sacarle de la vía pública. Entre los que optan por dejar el monumento, muchos coinciden en incluir un letrero con su significado, como Jota Mallorquín, que reconoce que “Franco causó sufrimiento”. También hay quien quiere destruirlo, como Alexandra Plasencia, que piensa en los represaliados. Un debate que se cerrará en breve y en el que la última palabra la tendrá el Ayuntamiento.