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Clamor vecinal en Los Lavaderos por el descuido de su entorno

Los vecinos del barrio capitalino, en el que están censadas unas 250 personas, afirman que necesitan “muchas mejoras” y que hay casas abandonadas “con peligro de derrumbe”

A primera vista, la sensación es de un lugar abandonado. Casas muy antiguas y con un claro deterioro, tanto en su fachada, como en la estructura. Pocos contenedores y una clara ausencia de niños. Predomina la gente mayor y los vecinos reconocen que se ha perdido la solidaridad entre la gente. El barrio necesita un claro lavado de imagen. Los Lavaderos requiere un cambio urgente y más que necesario. Aunque se trate tan solo de una pequeña muestra, casi el 90% de las entrevistas realizadas en este barrio, dieron con una opinión generalizada: esta zona necesita muchas mejoras, tanto de las casas unifamiliares, como el acondicionamiento de las estructuras. El cableado eléctrico afea la fachada de la mayor parte de las viviendas, el asfaltado requiere un cambio de imagen y la presencia de la Policía mejoraría, indudablemente, la seguridad de una zona ligeramente abandonada.
En un estrecho callejón llamado Marañuelas, con una longitud de no más de 20 metros, Óscar atiende a DIARIO DE AVISOS y comienza diciendo lo siguiente: “Llevo toda la vida en este barrio. Soy pensionista, tengo 72 años y vivo siempre pendiente de Santa Lucía”, en clara referencia a su situación en esta zona capitalina. Afirma que “es un lugar aburrido”. “Al menos”, agregó, “cuando era conductor tenía mi tiempo ocupado. Es lo que toca y será cuestión de tener paciencia. ¿Seguridad? Qué va. Por la zona que da al barranco vienen jóvenes a drogarse. Algunos, incluso, se meten de okupas en casas abandonadas y aisladas que quedan cerca de aquí”.
Juan José tiene 60 años y, también, lleva toda su vida en Los Lavaderos. Es despachador de productos farmacéuticos y vive en plena calle Marañuelas, aunque en la vía que transcurre por la trasera del Iberostar Hotel Mencey. Eso sí, apenas a un par de metros del callejón del mismo nombre y, lógicamente, vecino de Óscar. Tiene su particular visión del barrio en el que reside: “Me siento bien en Los Lavaderos. Es un lugar que está en el Centro de la ciudad y en el que reside gente humilde y trabajadora. Es cierto que la población ha descendido una barbaridad y el barrio está vacío”, dijo.
Después de realizar una descripción rápida de lo que significa para él Los Lavaderos, Juan José echa la vista atrás y le invade la nostalgia: “Recuerdo que el agua había que ir a buscarla a unos 200 metros y a diario. Incluso, algunas personas cobraban una pequeña cantidad por cargar los cubos y llevarlos a la casa de los vecinos. No olvidemos que antes no existía el asfaltado de las calles. Eran caminos de tierra y había que sortear obstáculos. Era una época donde había tomateros, algunas plataneras y se disponía de un medianero. Existían una serie de huertas plantadas. Hoy en día, ya no viene nadie a vivir aquí”.
Muy cerca de Juan José reside el matrimonio formado por María Candelaria Abreu y Alejandro Domínguez. Ella, que tiene 56 años y es ama de casa, lleva unos 30 en el barrio. Señala que “es un sitio que se está quedando con poca gente y la que queda es mayor. Se vive una sensación de abandono”. Añade que “necesita una mayor limpieza, hay casas abandonadas, pocos contenedores y mucha suciedad”. Asimismo, María Candelaria indicó que “las motos y algunos coches van muy deprisa en una calle muy estrecha, con el consiguiente riesgo para las personas”. Reivindica la falta de “espacios de ocio” y no olvida las inundaciones “porque hicieron mucho daño afectando a las casas y a las personas”.
Esta vecina no quiso dejar pasar la oportunidad de mostrarnos el cableado eléctrico que situaron en la parte alta de la fachada de su vivienda: “Esto no es normal. Es una auténtica maraña de cables y colocado a la intemperie. Supone un claro riesgo, sobre todo cuando llueve”, dijo.
Su esposo, Alejandro, que tiene 53 años y es jefe de almacén, lleva toda su vida en Los Lavaderos: “Este lugar era antes un barrio alegre y se podía contar con la gente. Con el paso de los años se ha perdido la solidaridad entre los vecinos. Reclamo mejoras ostensibles en la limpieza, que se haga algo con las casas abandonadas. Hay varias cornisas que, en cualquier momento, se pueden venir abajo. En cambio, a la hora de pagar los impuestos sí que estamos al corriente. Por ejemplo, la plaza sí que se cuida. Otro de los aspectos más significativos es la ausencia prácticamente de niños en el barrio. Echo de menos un polideportivo y un mayor espacio de ocio”.
Por otra parte, José Luis Domínguez, presidente de la Asociación de Vecinos Arcipreste-Los Lavaderos, mostró a DIARIO DE AVISOS la realidad de un lugar venido a menos. Tiene 68 años de edad, fue Policía Nacional durante 45 y ha vivido siempre en Los Lavaderos. Recuerda con nostalgia su etapa de niño: “En el mismo lugar donde está hoy la Asociación tuvimos el colegio. Desayunábamos leche en polvo. Había casas pequeñas y algunas casas viejas, ya tapiadas. Eran de una sola planta, con el asfalto colocado hace 40 años. Me acuerdo mucho de tres pequeñas ventas que había en muy corto espacio. Eran la de don Ramón, la de don Antonio El Gomero y la Venta Rosario”.
Con respecto a las mejoras que necesita un barrio tan pequeño, José Luis manifestó lo siguiente: “Hoy en día se deberían tirar algunas viviendas, porque se encuentran en muy mal estado. Hay que reconstruir. Ya no hay niños. En el barranco, todavía hay alguna que otra chabola. Hubo un tiempo en el que no había agua, aunque luz siempre ha habido, con algún que otro corte. En cuanto a la limpieza, algo se ha mejorado, pero nunca es suficiente, ya que necesitamos más contenedores. Casi todos los llena el Hotel Mencey. Por otra parte, la población ha bajado muchísimo”.
En la actualidad, Los Lavaderos, a 1 de enero de 2019, cuenta con unos 252 vecinos. Una población que ha ido creciendo en la última década hasta rozar los 300 residentes, pero que, de nuevo, en este último año, ha vuelto a descender. Como lugares de interés destaca la Sala de Los Lavaderos, punto de encuentro no solo cultural, sino también para los vecinos que disfrutan de su programación.

Un barrio hecho de pequeñas casas unifamiliares

Está situado a unos 980 metros del centro de la ciudad, entre la Rambla de Santa Cruz y el barranco de Almeyda, a una altitud media de 43 metros sobre el nivel del mar. Los límites del barrio se sitúan desde su vértice norte, ubicado sobre el puente de la calle de Francisco Guerrero Cazorla sobre el barranco de Almeyda, siguiendo por dicha vía hasta el cruce con la de Marañuelas.
El barrio se compone de pequeñas casas unifamiliares y de algunos edificios en su lado de la Rambla de Santa Cruz. Posee una plaza pública (Plaza de Los Lavaderos) y aquí se localizan la Sala de Arte Los Lavaderos y el hospital Hospiten Rambla. Asimismo, posee una capilla donde se venera una imagen de la Virgen de Fátima. El barrio empezó a perfilar su figura urbana partiendo del entorno de unos lavaderos abiertos en 1839. Estos se construyeron en terrenos donados por la familia Suárez, que exigieron que fueran públicos para toda la población.


Óscar (pensionista)
“Es un lugar aburrido”
A sus 72 años, este vecino de Los Lavaderos asegura que es un sitio “aburrido”. También afirma que hay falta de seguridad y algunos okupas en casas abandonadas de la zona.


Juan José
“Es un barrio de gente humilde”
Juan José tiene su propia visión de Los Lavaderos, “un barrio de gente humilde y trabajadora”, aunque también cree que se ha vaciado, “la gente se ha ido”.


José Luis
“Habría que tirar algunas viviendas”
José Luis es el presidente de la Asociación de Vecinos Arcipreste. Tiene 68 años y ha vivido siempre en Los Lavaderos. Cree que “se deberían tirar algunas viviendas y reconstruir”.


María Candelaria
“Hay sensación de abandono”, dice esta vecina de 56 años, que lleva 30 viviendo en el barrio. Cree que “es un sitio que se está quedando con poca gente y la que queda es mayor. Hay abandono”.


Alejandro
El esposo de María Candelaria, Alejandro, tiene 53 años y reclama más limpieza y que se haga algo con las casas abandonadas. “Echo de menos un polideportivo y espacios de ocio”.

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