conversaciones en los limoneros

Octavio Zaya: “De estudiantes, robábamos objetos de arte sacro en templos laguneros abandonados para protegerlos y que otros no los vendieran”

Este tinerfeño es uno de los comisarios de arte independiente más importantes del mundo.

No se puede reflejar aquí el currículo completo de Octavio Zaya (Las Palmas de Gran Canaria, 1954), porque nos ocuparía las dos páginas y seguiríamos sin conocer al personaje. Me interesa dar solo cuatro pinceladas, antes de pasar al lado humano de Zaya, con el que almorcé en Los Limoneros. Ha sido comisario de importantísimos acontecimientos relacionados con el arte. Ha conocido a los mejores artistas (pintores y fotógrafos, también escultores) contemporáneos del mundo. Dirigió Atlántica, la revista del CAAM de Las Palmas y fue curador (curador significa comisario) de las dos bienales de Johannesburgo. Conoció, por casualidad, a Nelson Mandela. Luego lo cuento. La policía lo fichó, siendo estudiante, por robar, con su hermano y otros compañeros, arte sacro en iglesias laguneras abandonadas. No para comercializar el botín, sino para preservarlo de otros robos peor intencionados. También lo contaré luego. Estudió, y no terminó, filosofía, en la universidad lagunera. Se presentó a un examen usurpando la identidad de su hermano gemelo, Antonio, ya fallecido, y obtuvo un sobresaliente, pero Antonio renunció a la universidad tras el lance. Octavio Zaya, espontáneo y simpático, ha estado estos días en Tenerife, invitado por la Galería Leyendecker, para presentar la exposición del pintor cubano Jorge Y. Salomón. No estamos ante un señor cualquiera. Estamos ante uno de los comisarios de arte independientes más importantes del mundo. Y él, como si nada. Vive en Boston, a tres calles del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) y cerca de Harvard. No es mala zona.

-Porque Nueva York te aburría.
“Ha cambiado mucho. Ya no es lo que era. Y, en todo caso, estoy a tres horas de esta ciudad en los lentos trenes americanos. Viví 34 años en NY y llevo ocho en Boston”.

-¿Echas de menos esto? Me refiero a tu tierra.
“Te mentiría si te dijera que no, con todos los defectos y las virtudes que tienen lugares como Canarias. Me gustaría, a estas alturas, pasar seis meses en los Estados Unidos y seis meses en las Islas. Ya veremos”.

-¿Te acuerdas de tu corresponsalía de arte?
“¿Y cómo olvidarla? Dirigí la revista Atlántica, del CAAM, que ahora puede encontrarse en la red. Y fui corresponsal cultural en Nueva York del Grupo 16 durante más de tres lustros. Pero tuve que dejarlo al pasarme al comisariado. Se podía producir conflicto de intereses”.

-No es usual que un canario sea habitual conferenciante en el MIT y en Harvard, entre otras universidades de la élite.
“Bien, puede que no. Pero también lo he sido en las más importantes ciudades y exposiciones de América, África y Europa”.

-¿Te consideras un experto en arte contemporáneo?
“Bueno, eso dicen. Pero yo circunscribo más mi trabajo al arte que se hace en Latinoamérica y África”.

-Luego no te debo preguntar por Óscar Domínguez.
“Claro que sí; era un pintor extraordinario y su obra está entre la de los mejores de su generación. Es un orgullo para nuestra tierra”.

-Cuéntame un momento feliz en tu vida.
“Cuando conocí a Nelson Mandela. Estábamos una amiga argentina y yo en un hotel de Venda, cerquita del trópico de Capricornio, en la frontera con Mozambique. Creo que era en el 74. Nuestro hotel había sido tomado por la policía y me enteré de que aquellos señores custodiaban a Mandela, de visita allí. Le informaron, ante mi insistencia, de que éramos comisarios de arte y estábamos en la ciudad trabajando. Él vino a vernos, le dije de dónde era, nos hicimos fotos y yo sentí una profunda emoción cuando estreché su mano porque Mandela es mi ídolo”.

-Eres un especialista en arte cubano. ¿A quién podríamos citar hoy como pintores principales de esa procedencia?
“En Cuba trabajan artistas excepcionales. En Cuba y algunos fuera del país”.

-¿A la altura de Wifredo Lam?
“Hombre, Lam es un punto de referencia importante. Pero no te olvides de José Bedia, ni de Manuel Mendive, pintores cotizadísimos en todo el mundo. Y yo estoy aquí presentando una exposición de Salomón. O sea, que eso también puede decirte algo”.

-Vamos a referirnos a la fotografía. Tú has descubierto a muchos talentos.
“Sí, y no solo yo. Descubrimos a más de 50 fotógrafos de África, Europa y los Estados Unidos, que expusieron en el Guggenheim. Lo hicimos entre Okwui Enwezor (Nigeria, 1963-2019) y yo. Fue en la In/Sight. African Photografers. 1940 to the present”.

-¿Quién es el mejor fotógrafo español?
“Para mí, una mujer, Cristina López-Rodero”.

-¿A la altura de Sebastiao Salgao o de Annie Leibovitz?
“Me interesan fotógrafos más conceptuales, como Cindy Sherman o Richard Mosse. También David LaChapel. Los que me nombras son buenísimos, pero tienen unos estilos completamente diferentes a mis gustos, yo diría que más clásicos. Leibovitz, por ejemplo, crea para sus fotografías un entorno especial que las hace muy bellas, es verdad; pero ya te digo que prefiero lo conceptual”.

(Yo, que sé poco de arte, estoy disfrutando de la conversación con Octavio Zaya. Supongo que habrá estado inmerso en el movimiento Fluxus, desinhibido, libertario. Tenía, ya lo he dicho, un hermano gemelo, idéntico, Antonio, que falleció hace años. Me parece que me dijo que Antonio se había hecho babalao (santero) en Cuba y que hasta fue condecorado por Fidel. Pero como eran gemelos, igual fue Octavio el babalao, quién sabe. Su hermano fue represaliado por las autoridades franquistas porque le cogieron unas fotos en las que posaba en pelotas con César Manrique y Pepe Dámaso. Resulta que los Zaya robaban de las iglesias abandonadas objetos de culto. Alguien se fue de la lengua, la policía hizo una redada y descubrió las dichosas fotos. Antonio se fue a Cuba).

“Vivíamos en un piso entre esos objetos robados: custodias, cristos del siglo XVII, etcétera. Fue en nuestra época de estudiantes y lo hacíamos para que no expoliaran esos templos personas sin cultura, ni escrúpulos, capaces de vender esos objetos. Jamás comercializamos con ellos. Nunca vendimos nada. Nos detuvieron y nos pusieron en libertad cuando entendieron que lo que hacíamos era proteger aquellos tesoros, en medio de la tradicional ignorancia eclesial. Pero los hermanos Zaya saltamos a la fama por esta circunstancia. Nuestro padre era militar, un tipo muy severo, imagínate en aquella época”.

-Oye, Octavio, ¿y por qué Zaya y no Zayas, que es el apellido más común?
“Porque mi padre se equivocó al registrarnos y así figuramos en los papeles oficiales”.

-Estabas muy unido a tu hermano.
“Imagínate; es que éramos idénticos. El pobre falleció de un linfoma. Éramos hippies ortodoxos, con aspecto de hippies ortodoxos”.

-¿Fue importante la época de César Manrique en Nueva York?
“Mira, César lo que era, además de un gran pintor, era un extraordinario arquitecto/urbanista. Vivía al lado de Botero en Nueva York. Yo diría que era un arquitecto maravilloso, que realizó su labor principal en Canarias. Su legado está aquí casi todo”.

-Pues ya que estamos, te pregunto por Fernando Botero. A mí me encanta.
“Se repite mucho, pero tiene épocas muy buenas; por ejemplo, la serie sobre la guerrilla en Colombia, sobre la tragedia que vivió su país. Esa serie es buenísima y se sale de lo común, de lo que hace casi siempre”.

-Y si hablamos de política, ¿qué te parecen los brotes independentistas en España?
“No me interesan para nada. Sí, te diré que yo no conozco a nadie en Canarias que se quiera separar de España. Ya te dije que tengo mucha nostalgia de mi tierra y me gustaría compartir mi vida entre los Estados Unidos y las Islas. Por ahora no es posible. Veremos”.

-Y en África, ¿dónde se desarrolla con más éxito, por ejemplo, la fotografía?
“En tres países: Sudáfrica, Mali y Ghana. La Bienal de Bamako es todo un referente, la asistencia es muy selecta y se supera en cada edición (va por la octava). Los africanos están muy dotados para las artes en general. Trabajan en África escultores muy buenos, fotógrafos de gran sensibilidad y pintores con unas cualidades fuera de serie”.

-Háblame de algún sueño tuyo para con Canarias, unas Islas que son también tus orígenes.
“Mira, estos días he paseado por las ramblas de Santa Cruz, que tienen una arquitectura envidiable y los edificios están muy bien conservados. Las restauraciones que se están haciendo me parecen excelentes y todo eso habla de la altura cultural de la ciudad. Veo edificios maravillosos que, bien restaurados, lo serían aún más. También he tenido, a lo largo de mi vida, mucha relación con importantes arquitectos de todo el mundo”.

(Podría estar hablando toda la tarde con Octavio Zaya, pero tiene que bajar a Santa Cruz para la exposición de Salomón, en Leyendecker, que sigue abierta. Este hombre sabe de arte como nadie. Temo fallar en las preguntas, así que ustedes disculpen mis divagaciones. Es un producto canario en el mundo, un hombre dotado de una sensibilidad especial tanto como crítico como comisario de arte. Pertenece a las más importantes instituciones artísticas del mundo en más de una docena de países, pero sería prolijo reseñarlas todas, desde Buenos Aires a León, desde Canarias a Boston, desde Sudáfrica a Mali. Ha viajado por todo el universo y ha conocido a personajes muy interesantes. Es eso, un canario universal).

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