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Oramas y Quevedo: dos tradiciones que confluyen y se repelen

Ana Oramas y Pedro Quevedo son las cabezas visibles de la alianza entre CC y NC al Congreso, pero también de dos familias políticas de historias muy distintas
PEDRO QUEVEDO Y ANA ORAMAS
PEDRO QUEVEDO Y ANA ORAMAS
Pedro Quevedo y Ana Oramas. DA

En ‘Dos en la carretera’ (1967), el director estadounidense Stanley Donen hace una disección sobre las distintas etapas de una pareja, desde la suavidad erótica de los momentos iniciales hasta la decrepitud que se instala con el paso del tiempo. No hace ni dos meses que Ana Oramas y Pedro Quevedo fueron elegidos diputados como parte de una alianza, aparentemente circunstancial, entre Coalición Canaria y Nueva Canarias para las elecciones generales del 10-N; con 70 puntos programáticos consensuados y la agenda canaria como bandera. Pero ya se abre la posibilidad de que uno y otra voten de manera distinta en una posible investidura de Pedro Sánchez por la poca disposición de Oramas a apoyar un Gobierno de izquierdas sostenido en ERC. Una grieta en pleno debate sobre la reunificación nacionalista, que evidencia que ambos forman parte de dos tradiciones políticas muy diferentes. En una, la vieja ATI, la derecha tinerfeña con necesidad de hegemonía en Coalición Canaria. En la otra, la izquierda nacionalista, en parte desdibujada desde que participó en la fundación de CC. Y que ahora gobierna en un pacto de progreso, a pesar de los silbidos insinuantes que les lanzan desde la bancada de enfrente.

Dos diputados con dos estilos distintos. Oramas sería la de familia bien de toda la vida, de esa aristocracia insular de tierras y negocios que se remonta siglos atrás y refleja una continuidad en el poder insular. Pero Quevedo no es ningún paria: su familia, parte de la burguesía comercial grancanaria, tenía una tienda de regalos muy bien puesta en la Calle Triana, en plena zona comercial de Las Palmas. Allí estaba su abuela, Lola Navarro Carló, que era una señora bien elegante. Quizá de ahí herede Quevedo ese porte un poco dandy que le da un aire a lo Carlos Larrañaga, mientras cruza la puerta del Club Náutico de Las Palmas y se sienta en esa terraza que tiene los cubatas tirados de precio y una temperatura tan agradable.

Cuentan desde el Congreso de Diputados que Quevedo es un tipo relajado que no se estresa con las urgencias del tiempo y que le gusta mucho ir a Casa Manolo, un clásico madrileño junto al hemiciclo que frecuentan mucho los diputados y donde se sirve un buen vermouth y se comen croquetas y callos. También cuentan que, una vez, Carolina Bescansa, la exparlamentaria de Podemos, le sacó los horarios de los vuelos que llegaban a Madrid de Gran Canaria para convencerlo de que llegara un poco antes. Así, la comisión en la que estaban no tenía que empezar tan tarde. También cuentan que es un hombre muy amable.

Dicen que Ana Oramas va un poco de veterana. Que predijo que la moción de censura contra Sánchez no saldría adelante y luego se abstuvo para gran sorpresa del mundo por tremenda conversión súbita del ‘no rotundo’ al ‘venga, te voy a dar una oportunidad’. Dicen que tenía una asesora con escasos conocimientos informáticos que pedía ayuda a un asistente contratado por EH Bildu. Que, un día, fue con su madre al Congreso, que había ido a Madrid a donar unos vestidos para el Museo del Traje. Y le dijo: “Mamá, este chico trabaja para los etarras pero es muy agradable”. Dicen que es una persona campechana y que va al comedor del Congreso, no como los diputados de Junts X Cat, que ni muertos: “Pero es campechana un poco a la manera del rey Juan Carlos: que hace las cosas como todo el mundo, pero se nota que no es como todo el mundo”, afirma una persona que ha estado varios años en el Congreso y la conoce.

Y hasta ahí, las cosas de la vida normal. Luego dicen que, políticamente, Quevedo y Oramas se entienden bien en los temas de Canarias, pero menos en los generales. “Todos notábamos que Oramas era de derechas y Pedro Quevedo de izquierdas”, comentan. “En los temas generales, ella coincidía más con el PP y él con el PSOE”. Con estos mimbres, ¿hacia dónde va entonces esa alianza nacionalista?

Fernando Ríos, exdiputado de CC, que dejó el partido en 2015, no cree que NC “vaya a virar para CC, porque es un desierto ideológico, derecha y españolismo puro. Es obvio que NC, en ese escenario, estará más cómoda con Podemos, que tiene un discurso plurinacional, o con con un PSOE que, además del alma centralista, tiene otra federal, más catalana”. Según Ríos, el de Ana Oramas es “un electorado de misa y recova. A ella, a veces le ha interesado decir cuatro cosas nacionalistas, pero es algo más impostado que otra cosa. Porque cayó donde lo hizo, porque podría estar en el PP”.

Las cosas no se ven igual desde la Fuerteventura que un día gobernó Marcial Morales, expresidente del Cabildo insular. Él apuesta sin complejos por una confluencia nacionalista para las próximas elecciones que podría estar liderada por el actual vicepresidente del Gobierno, Román Rodríguez: “Los resultados electorales de NC por separado no son para lanzar las campanas al vuelo, y sería una oportunidad magnífica para ellos”, afirma. “Haciendo suma matemática de lo que sacaron NC y CC tendríamos los mismos diputados que el PSOE, que ahora está en la cresta de la ola”.

Morales dibuja este escenario dentro de una CC que experimente un proceso de transformación, algo que él asemeja a lo ocurrido al PNV, que ha ido desplazándose hacia posiciones más progresistas. Pero ese proceso pasaría por una pérdida de hegemonía del sector tinerfeño del partido (o la vieja ATI, para entendernos mejor) y un programa con un marcado giro hacia la conservación del territorio: “Si el sector tinerfeño es capaz de adaptarse, van a seguir teniendo fuerza, pero en estas nuevas claves políticas, y distribuyendo poder. La parte progresista de CC no va a aflojar un punto de cara a repartir poder interno y a darle un toque a la izquierda en la ideología de la formación”.

Ese panorama no convence a los sectores de Nueva Canarias que no son partidarios de una confluencia de cara al futuro: “Si los progresistas de CC, como Asamblea Majorera, rompieran con ATI, la cosa sería diferente, y se podría articular un proyecto razonable y necesario, pero intentar hacer ese PNV de centro, con izquierdas y derechas juntas es, en el fondo, repetir el mismo modelo de 1993”, comentan. “Entonces, algunos lo defendimos, con dudas, porque ahí estaba toda la izquierda, desde los comunistas a los nacionalistas. Se planteó una propuesta interclasista para romper la dinámica del bipartidismo y favor de la nación en Canarias. Con el paso del tiempo, vimos que aquello iba basculando hacia la derecha y hacia crear una estructura de poder con la que controlar los negocios. El nacionalismo no está por encima de la ideología, de la izquierda y la derecha”, afirman.

El politólogo Ayoze Corujo sí cree, sin embargo, que “en CC hay una amalgama de posiciones ideológicas que pueden confluir perfectamente en un nacionalismo transversal, de centro, con Nueva Canarias. Más allá de los personalismos, no creo que haya ningún problema”.

“¿No aprendieron de lo que ocurrió con ICAN?”, se pregunta el historiador Domingo Garí “Ellos son la derecha real, pura y dura, con el control económico. No van a soltar poder ni de broma. Antes vuelven a montar ATI”.

Y, mientras, se decide el futuro del nacionalismo, siempre quedan los vermouths de Casa Manolo.

PEDRO QUEVEDO

Nacido en Caracas en el año 1956, realizó sus estudios de Medicina en la Universidad de La Laguna. Es médico de atención primaria y profesor asociado de la ULPGC. Vinculado a la izquierda nacionalista desde joven, es teniente de alcalde en las Palmas de Gran Canaria.

ANA ORAMAS

Nacida en Santa Cruz de Tenerife en el año 1959, estudió Ciencias Económicas en la Universidad de La Laguna. Funcionaria del Ministerio de Agricultura con 18 años, fue alcaldesa de La Laguna desde 1999 a 2008 y lleva desde 2007 ejerciendo de portavoz de Coalición Canaria en el Congreso.

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