la casa blanca

El desastroso debate de Bloomberg culminó su catastrófica semana

La esperada intervención del exalcalde confirmó los temores de ineptitud
Michael Bloomberg, fundador de Bloomberg, durante un acto en Nueva York. Reuters
Michael Bloomberg, fundador de Bloomberg, durante un acto en Nueva York. Reuters
Michael Bloomberg, fundador de Bloomberg, durante un acto en Nueva York. Reuters

Las elecciones presidenciales norteamericanas que se celebran en noviembre de este año traen de cabeza a los demócratas, que no consiguen unificar su frente en torno a un candidato que les lleve a la victoria frente a un Trump cada vez mejor posicionado, más ambicioso en su afán de poder y victorioso tras ser exonerado en su juicio político.

Estados Unidos es un país inequívocamente conservador, y las ideas progresistas de los candidatos más liberales del partido demócrata, difícilmente sean un plato del gusto del conjunto de todos los votantes del país. Para aquellos que buscaban esperanza en un candidato más moderado al que pudieran sumarse los demócratas menos radicales, e incluso resultar atractivo para los republicanos descontentos con Trump, el multimillonario Michael Bloomberg, magnate de los medios, era una opción prometedora: quizás cambiar a un mal presidente por otro sin escrúpulos, pero al menos, bajo control.

Bloomberg no había participado hasta ahora en las asambleas de partidos ni primarias de febrero, reservando sus fuerzas para el primer debate televisado en el que participaría desde el impredecible estado de Nevada. Una campaña publicitaria con un costo exorbitante empezaba a tener efectos positivos sobre muchos votantes indecisos.

Sin embargo, quienes conocen a Bloomberg temían que el millonario habría de enfrentarse no solo a una horda de rivales enfocados en atacar a un enemigo común, sino a sí mismo: Bloomberg no es un orador convincente, tiene poca paciencia, y en fin, suele meter la pata.

Tan solo unos minutos después de iniciar el debate, el ex alcalde de Nueva York, sufrió la primera dentellada por parte de la senadora Elizabeth Warren, quien ha perdido popularidad, y buscaba con ansia este debate para recuperar puntos: “Me gustaría hablar sobre contra quién corremos, un multimillonario que llama a las mujeres “gordas” y “lesbianas con cara de caballo”, atacó -no sin razón-, la demócrata por Massachussets, añadiendo, “Y no, no estoy hablando de Donald Trump. Estoy hablando del alcalde Bloomberg “.

Bloomberg se quedó paralizado, como una presa indefensa rodeada de lobos hambrientos, mientras recibía zarpazos de sus contendientes que lo perseguían por sus comentarios degradantes sobre las mujeres, sus acuerdos confidenciales con empleadas que lo acusaban de acoso sexual y discriminación de género, su política de detener y registrar, su oposición a Obamacare, su apoyo anterior a los candidatos republicanos y su intento de comprar la nominación demócrata.

Sus respuestas no fueron ni coherentes ni inteligentes, y mucho menos, competentes, provocando un espectáculo doloroso y difícil de digerir. Bloomberg se mantuvo serio, se mostró molesto, desagradable incluso, y desde luego, ni al altura ni preparado.

Como muchos analistas han comentado, sus mejores momentos llegaron durante los largos períodos en que los otros candidatos se atacaron entre sí mientras él desaparecía efectivamente del debate.

¿Es el fin de Bloomberg?

El desastroso debate de Bloomberg culminó una semana catastrófica en la que su esfuerzo por reclamar sus posibilidades de victoria frente a Trump -de ser elegido representante demócrata- se vieron seriamente mermadas.

Para vencer al presidente Trump, los demócratas tienen que conseguir al menos tres metas: dinamizar a los votantes afroamericanos que acudieron a Barack Obama pero no lo hicieron por Hillary Clinton; recuperar a los trabajadores de fábricas demócratas que votaron dos veces por Obama pero se cambiaron a Trump en 2016; y conservar los votos de las mujeres que desertaron del partido Republicano en las elecciones de medio término de 2018. Una faena prácticamente imposible para Bloomberg, que ha minado la confianza en estos tres grupos con su historial y sus discursos, pero nunca se debe descartar de la carrera por las Casa Blanca a un candidato con miles de millones de dólares dispuesto a derrochar.

La ventaja del magnate

Joe Biden, Pete Buttigieg, Amy Klobuchar y Elizabeth Warren comenzaron el mes con la angustia de estar cada vez más cerca de tocar fondo en sus cuentas bancarias de campaña, lo que representa una amenaza existencial para sus candidaturas a medida que las primarias demócratas se nacionalizan.

Se enfrentan a máquinas bien financiadas que amenazan con dominar la carrera demócrata: Bernie Sanders, cuyo reciente aumento en las encuestas se produjo durante una racha de gastos importante alimentada por sus donantes en Internet, y el multimillonario Mike Bloomberg, cuya fortuna personal lo ha impulsado a la mitad de la campaña para enfrentar al presidente Donald Trump.

Si bien Sanders comenzó en febrero con casi 17 millones de dólares en el banco, según los informes de financiamiento de campaña presentados, el rival más cercano (clase no multimillonaria) fue Biden, con 7.1 millones de dólares. Warren estaba más peligrosamente cerca de los números rojos, con solo 2.3 millones de dólares restantes en su cuenta, mientras que Buttigieg con 6.6 millones y Klobuchar, con 2.9 millones, estaban en el medio.

La escasez de efectivo llega en un momento crítico de la carrera, con casi un tercio de los delegados disponibles en la primaria para el Súper Martes 3 de marzo, y solo un puñado de candidatos capaces de reunir recursos para anunciar a los votantes en esas elecciones. Es por eso que los súper PAC, demonizados al comienzo de las elecciones primarias de 2020, de repente están brincando para ayudar a la mayoría de los candidatos demócratas, y es por eso que las campañas ahora están pidiendo ayuda financiera cada vez más urgente. Buttigieg lanzó una nueva solicitud de fondos a sus seguidores, pidiendo 13 millones de dólares para mantener su campaña competitiva después de recaudar solo 6.2 millones en enero.

Reacción de Blomberg al debate

Bajo el fuego de casi todos sus principales retadores durante el debate de dos horas el miércoles por la noche, desde su expediente político y riqueza, hasta las críticas que ha enfrentado sobre los acuerdos de confidencialidad en el lugar de trabajo, Bloomberg trató de restar importancia a su actuación, durante un mitin de campaña en Utah.

Bloomberg no habló de su propia participación y pasó la mayor parte de su aparición criticando duramente al presidente Donald Trump, y a su rival demócrata, el Senador Bernie Sanders, arguyendo que sería un “error fatal” y advirtiendo en contra de “promesas y propuestas que arruinarán el país”. Los asesores principales de Bloomberg se centraron en anticipar el debate de la próxima semana en Carolina del Sur antes de las primarias donde el candidato estará presente en la papeleta electoral, concediendo como mucho, que en su primer debate, Bloomberg solo estaba calentando motores.

Los progresistas críticos de la actuación de Bloomberg continuaron atacándolo esta semana a raíz de un video que twitteó del debate, que parecía editar y extender un intercambio que tuvo con otros candidatos.

Bloomberg viajó a California antes de regresar a la ciudad de Nueva York, y no tiene eventos públicos adicionales programados antes del próximo debate en Charleston, Carolina del Sur, el próximo martes, donde intentará remontar el vuelo tras su apabullante caída en picado durante el debate en Nevada.

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