día mundial contra el cáncer 2020

Los ángeles que mejoran la vida de los enfermos y sus familiares

Unas 80 personas acompañan a los pacientes que están afrontando la enfermedad en hospitales, pisos de acogida o residencias, ofreciendo apoyo emocional y entretenimiento
El equipo de voluntarias del Hospital Universitario Nuestra Señora de Candelaria. Sergio Méndez
El equipo de voluntarias del Hospital Universitario Nuestra Señora de Candelaria. Sergio Méndez
El equipo de voluntarias del Hospital Universitario Nuestra Señora de Candelaria. Sergio Méndez

La Asociación Española Contra el Cáncer (AECC), nacida en 1953, cuenta con un programa de voluntariado que, dependiendo del campo de actuación, cumple una misión de manera desinteresada y hace posible el desarrollo y el mantenimiento de los proyectos y servicios.

Hace 25 años que la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC) desarrolla un trabajo intenso con los voluntarios en los hospitales de referencia de Santa Cruz de Tenerife. Este voluntariado, compuesto por unas 80 personas, acompaña a los pacientes y familiares que están afrontando la enfermedad en hospitales, domicilios, pisos de acogida o residencias.

“Su labor es crucial al conseguir que los pacientes y sus familiares se sientan acompañados, reciban apoyo emocional, animación y entretenimiento durante el proceso de la enfermedad”, así como “dar un respiro y una suplencia puntual al cuidador principal, facilitar información sobre la guía hospitalaria y los recursos gratuitos de la AECC para pacientes y familiares, etc.”, afirmó la Coordinadora de Voluntariado hospitalario de la AECC en Tenerife desde el año 2015, Salka Buyema.

“Nuestra misión es mejorar la calidad de vida de las personas enfermas y sus familiares, facilitando el proceso de adaptación a la rutina hospitalaria, así como compensar o contrarrestar los problemas emocionales derivados de la enfermedad”, afirmó.

Habitualmente los voluntarias acuden durante cuatro horas, un día a la semana, aunque hay algunos que tienen mayor disponibilidad de tiempo y acuden dos veces. Tras una entrevista pasan por un proceso donde adquieren los conocimientos, habilidades y herramientas necesarias. Atienden diariamente a unas 200 personas en la planta de atención diaria, además de los pacientes hospitalizado o la sala de día.

Dolores entró de voluntaria en la AECC hace 15 años para ayudar a su hermana, y le diagnosticaron un cáncer en 2015. “Lo llevé bastante bien. Yo pasé la enfermedad de mi hermana durante seis años y después me tocó a mí, siendo voluntaria. Sabía lo que tenía y lo importante fue que llegué a tiempo para erradicarlo. Tras las sesiones de quimio acudía a visitar a mis compañeras y me gustaba hablar de mi experiencia. Es bonito poder ayudar”.

Por su parte, Julieta, oriunda de Venezuela, fue voluntaria durante muchos años en un hospital de Vargas y lleva ocho años haciendo lo propio en Tenerife. “Viví en mi familia el cáncer intensamente desde que tengo uso de razón, en aquellos años en los que el cáncer era mortal en muchas ocasiones”.

“ahora no puedo dejarlo, me da la vida”

Por otro lado, Socorro reconoció que si no viniera al Hospital de La Candelaria “no sabría a qué dedicar el tiempo”. “Llevo muchos años de voluntaria, gracias a que mi marido me animó. Yo era recelosa, pero poco a poco me fue gustando y ahora no puedo dejarlo. Para mí el voluntariado me da la vida, estaría en mi casa de brazos cruzados. Cuando paso con el carrito, me siento muy bien”.

Asimismo, Elena también vivió de cerca el cáncer. Hace 14 años que es voluntaria y anteriormente toda su familia ha tenido cáncer, “lo que me motivó a realizar esta ayuda. Ver pasar la enfermedad a mi hermano y a mi padre, que ya fallecieron, fueron muchos años de vivencias, y noté que tras su muerte era algo que me faltaba. Estar en este voluntario me ayuda a poder trasmitir mi experiencia”, afirmó.

Por último, hablamos con Sara que forma parte del voluntariado científico. “Realizamos visitas y charlas a colegios y explicamos a niños y adolescentes la importancia de la investigación, así como las líneas de trabajo de investigación que realiza”.

Salka Buyema reconoce que “ellas sienten que tienen que ayudar, necesitan dar su experiencia, tanto como pacientes como familiares. Ser voluntario engancha de una manera que es difícil dejarlo. A nivel personal te cambia tu vida. Hay voluntarios que no sirven para hospitales, pero hacen otro tipo de trabajo y cumplen otro importante perfil en la asociación”, afirmó.

Servicio de carrito
Es quizás su actividad más conocida. A través de este servicio, los voluntarios acompañan a los pacientes y familiares que acuden a sus citas regulares de tratamiento y de seguimiento médico en las áreas de oncología, en hospitales de día de adultos y pediatría, radioterapia y salas de espera de consulta.

En el carrito se ofrece café, infusiones, zumos, fruta fresca, frutos secos, libros, revistas y el DIARIO DE AVISOS, y se crea un vínculo de confianza para facilitar la adaptación a la rutina hospitalaria y favorecer el diálogo. Sin forzar la comunicación, ya que es el paciente quien elige si quiere hablar del tema, las voluntarias tratan de hacer más amena la jornada, acompañando durante el tratamiento. Pueden hablar de la familia, las aficiones y, cuando deciden hablar de la enfermedad o de cómo se sienten, facilitan el desahogo emocional que favorece al paciente, pues en ocasiones no hablan de ello con los familiares para no preocuparlos.

Otro carrito no menos importante es el de manualidades para los niños y adolescentes que se encuentren hospitalizados o acudan a tratamiento en el área de pediatría. Promueve el entretenimiento, la estimulación y la distracción de los pacientes.

Los voluntarios hospitalarios también realizan visitas a las habitaciones de los pacientes que están ingresados y realizan una labor de acompañamiento y traducción a pacientes extranjeros. También destaca la ayuda en los dos pisos de acogida de la Isla.

TE PUEDE INTERESAR