La fantasía única que aporta el Circo del Sol vuelve a Canarias con un nuevo espectáculo inspirado en el realismo mágico de México: Luzia. Un espectáculo que, como ya nos tiene acostumbrados la compañía nacida en Montreal, (Canadá) mantiene a los espectadores con la boca abierta, entre la fascinación y un puntito de miedo, al ver las acrobacias imposibles de los artistas.
Luzia llegará con su carpa a Meloneras, en Gran Canaria, el próximo 7 de julio y se quedará en la Isla hasta el 23 de agosto, sin posibilidad de prórroga pues tiene que seguir con su gira, que continuará en Valencia y Madrid, como últimas citas ya cerradas.
Durante estas fechas, el Circo del Sol está en el Royal Albert Hall de Londres, y hasta allí fue DIARIO DE AVISOS para conocer los entresijos del show.
Hay dos cosas que diferencian Luzia del resto de espectáculos del Cirque du Soleil: es la primera vez que se trabaja con un tema sobre México, con canciones y guión en español y, sobre todo, la utilización de agua en la representación en una gira internacional. Hasta 10.000 litros salen de un tanque de agua, controlados por ordenador para que haga exactamente lo que el director suizo Daniele Finzi Pasca tenían en mente. Y no diremos mucho más sobre la función del agua en Luzia para no estropear la sorpresa a todo aquel que se acerque a la carpa en Gran Canaria. Tan solo un detalle técnico: está a 35 grados centígrados porque, desde que sale del tanque hasta que llega a través de las válvulas al escenario, recorriendo aproximadamente once metros, su temperatura desciende siete grados y, claro, hay que cuidar que a los artistas no les ‘toque’ el agua demasiado fría para que no enfermen y estén cómodos impresionando al mundo. Porque aquí todos se cuidan y forman una gran familia en la que predomina la total confianza.
Detrás de los artistas, que para esta ocasión son 49, están los técnicos, los encargados de peluquería, maquillaje, vestuario y un largo etcétera, que conforman un equipo de alrededor de 120 personas.
MARIONETAS
Luzia, una fusión de las palabras ‘luz’ y ‘lluvia’, es un imaginario de México con marionetas impresionantes diseñadas por el escenógrafo del espectáculo Eugenio Caballero, ganador del Oscar por crear el fabuloso mundo de El laberinto del fauno, película del también mexicano Guillermo del Toro. Un caballo de metal gigante, un jaguar, llamado Tenoch, absolutamente hipnótico, varios insectos… Todos ellos están dirigidos por el titiritero nacido en Veracruz Gerardo Ballester Franzoni. “”El show habla de México de una manera muy luminosa”, afirmaba en la zona VIP del Royal Albert Hall antes de que diera comienzo el circo. “Estoy emocionado por este espectáculo y tener esta oportunidad” de formar parte del Circo del Sol. La fascinación de los mexicanos por el mundo animal es tan evidente en las costumbres y la mitología del país, como lo son sus artes tradicionales. Esta conexión especial con la naturaleza y la vida animal surge de una mágica visión de la realidad. Y esto se palpa en Luzia no solo con las marionetas, sino con las constantes referencias a los animales con grandes cabezas de pez metálicas, por ejemplo.
Otra protagonistas de Luzia es la también mexicana Diana Ivette Rosas Ham, solista del número de pole dance, además de otros papeles a lo largo del show. “La preparación para esto lleva muchos años. La vida diaria es entrenar todos los días, practicar el número, dormir y comer bien. Pero, sobre todo, amar lo que haces”. Para ella, que lleva cinco años trabajando en el Circo del Sol, es un sueño, “aunque el trabajo de los acróbatas siempre es peligroso”.
Es imposible hablar de un solo México, de ahí la idea de una travesía por los múltiples lugares y facetas del México imaginario de Luzia. Este fue el punto de partida para el concepto del espectáculo en general: el espectador es llevado desde una antigua localización para filmar películas, al océano, al semidesierto, al mundo bajo el agua, a un estanque, a la selva, y de un callejón de la ciudad a un salón de baile, pasando de un escenario urbano al mundo natural, del pasado al presente y de lo tradicional a la modernidad.
Y todo esto conducido por un visitante, el payaso de la función, que aterriza a este mágico mundo de los recuerdos en paracaídas. O mejor dicho, flotando con un pequeño paraguas. En tierra y rodeado de crisantemos, descubre una llave gigante que, ante su imperiosa curiosidad, hace girar, abriendo el mecanismo de un mundo lleno de luz, color y lluvia, mientras aparecen sin descanso el resto de artistas.
Así, nos encontramos a la mujer con alas de mariposa, en tributo a la migración anual de la mariposa monarca desde el sur de Canadá hasta el centro de México, que corre mientras el caballo metálico, metáfora del desarrollo industrial, la persigue. Después llegan los acróbatas con plumas de gran colorido, atravesando aros, cada vez más complicados, mientras corren en una cinta transportadora gigante. Uno de los números más aplaudidos es el adagio, en donde tres hombres, simulando un baile, hacen volar a una acróbata.
Con siluetas de cactus en contra de la puesta del sol, dos jóvenes mujeres bailan como en un sueño en grandes y majestuosos aros sobre el escenario, acompañadas por una trapecista. Justo en este número aparece por primera vez la lluvia, que le jugará malas pasadas durante todo el espectáculo al clown de Luzia, provocando las carcajadas del público.
El número del equilibrista nos transporta al rodaje de una película de los años 40 muy divertida, que da paso al baile de un chico y una chica haciendo fútbol freestyle.
En un escenario de ensueño que hace alusión a lo que se siente al experimentar con peyote, los siguientes acróbatas suben y bajan los postes verticales y se cruzan en el aire brincando, mientras Diana hace su número de pole dance impresionante. No solo el fútbol está presenta, también la lucha mexicana, con un número del columpio 360 protagonizado por un luchador y su típica máscara.
No falta en Luzia el número de las correas aéreas, que la puesta en escena le confiere una atmósfera casi irreal. De repente, en el suelo, aparece un cenote en el que el artista baja y sube mientras se gana la confianza del gran jaguar Tenoch.
Después será el turno del malabarista, que llega a jugar con hasta siete clavas que giran tan rápidamente que el espectador las pierde casi de vista.
Durante este recorrido por el mundo del surrealismo mágico mexicano , además del clown, tres cactus juguetones pondrán la nota cómica, haciendo rabiar al payaso durante el número de buceo.
Casi al final de Luzia llega uno de los números más impresionantes: el columpio ruso, donde los acróbatas demuestran una sincronización impecable al enviar volando a sus compañeros hasta 10 metros entre los dos columpios.
La clausura del espectáculo transcurre en una gran fiesta, transportando al público a una cantina mexicana. Todo el show avanza bajo las alegres y melancólicas melodías de una banda en directo de seis músicos a quienes se suma la cantante, que aparece y desaparece del escenario según lo requiera, Luzia.
Pero mejor que leerlo, es acercarse este verano a la gran carpa del Circo del Sol.