Está resultando ser una madre excelente para sus dos cachorros, a quienes protegió desde el primer momento que llegaron al mundo. No se sabía cuántas crías iba a tener Naya, ya que este ejemplar de Panthera onca vive en las instalaciones de Loro Parque, en el Puerto de la Cruz, desde 2019 y no se había desarrollado con ella el entrenamiento para hacer ecografías.
Naya tiene tres años, es muy joven, y llegó desde Martinica como parte de un programa Europeo de Especies en Peligro (EPP) con el objetivo de aumentar la diversidad genética dentro del continente.
Pese a que estaban preocupados porque era primeriza, el equipo de Departamento de Mamíferos Terrestres y los veterinarios de Loro Parque no quisieron invadir el embarazo de Naya así que dejaron que transcurriera con normalidad, solo tomando los recaudos necesarios en estos casos, como aumentar la ingesta de alimentos de su dieta.
“Inmediatamente después de dar a luz, Naya limpió a sus cachorros. Éstos estaban secos, sin sangre, y los tenía entre sus patas, protegiéndolos, y eso es un muy buen síntoma de que la madre los está atendiendo. Estos gestos nos indicaron que todo iba bien desde el principio”, explica Iñaki Ezquerro, responsable del citado departamento. Aún así han que estado chequeando desde la primera semana cómo evoluciona la lactancia y si los pequeños comen regularmente.
“Estos animales funcionan solos y nuestro objetivo es que sean lo más salvajes posibles en sus conductas, muy similar a como ocurre en la naturaleza. Nosotros estamos para echarles una mano en caso de que se algo se complique, pero el objetivo es que sean ellos mismos los que de forma natural sigan adelante con sus conducta”, sostiene.
De hecho, en su primer chequeo tomaron todas las precauciones para no alterarlos. Dentro del rango que tienen los veterinarios para intervenir y hacer la primera vacunación, esperaron que fuera Naya la que dejase un poco más de libertad a los cachorros para poder cogerlos.
Lo hicieron igual que su madre, del cuello, que es una conducta que ellos interpretan como de movimiento o chequeo y no les supone ningún trauma. “Fue todo de una manera muy rápida y con guantes, pero antes tocamos el heno, que tiene su olor, para que luego la madre no extrañara ni notara nada raro en sus crías”, detalla Ezquerro.
Tras realizar el chequeo, los veterinarios salieron del recinto y se quedó uno de los cuidadores, como si fuera una rutina normal de limpieza, con el mismo objetivo: que la madre no detectase ningún cambio y así fue. “Entró, lamió a sus cachorros y no pasó nada”, confirma.
El mismo procedimiento se siguió antes de que los pequeños nacieran. Se limpió el espacio donde estaba Naya y se podaron y adecentaron todos los árboles para que no fuese necesario entrar allí los primeros meses. Se intentó que en las primeras semanas el personal accediera al recinto lo mínimo indispensable y que casi siempre lo hiciera la misma persona para no ocasionarles ninguna molestia.
Los pequeños, que aún no tienen nombre, toman leche a todas horas. “No hay nada mejor que lo que les pueda dar la propia madre en la crianza, incluso en el caso de haber tenido que intervenir, se hubiesen buscado fórmulas parecidas a la leche materna porque es lo mejor para ellos. Es muy bueno que hayan tomado el calostro desde el primer momento porque contiene un montón de refuerzos para el sistema inmune y es vital para el desarrollo de las crías”, apunta el experto.
Físicamente son parecidos a Gulliver, su padre, ya que a diferencia de los humanos, en los jaguares el color dominante es el rubio con manchas mientras que el negro es recesivo. Todavía sus ojos son de un color azul intenso , como muchos bebés de mamíferos, pero desaparecerá a medida que vayan creciendo y se tornarán del color amarillento que tienen los adultos.
No se sabe exactamente cuál es su peso ya que en el primer chequeo la prioridad era la vacunación y ponerles el microchip de identificación y no querían tenerlos tanto tiempo separados de su madre que estaba pendiente de ellos. Pero al levantarlos, el personal se dio cuenta que era normal, en torno a los 3 kilos, y por lo tanto se saltaron este paso “que no era vital”. Tampoco lo hicieron cuando nacieron, porque había riesgo de que Naya rechazara a los cachorros y no era necesario correr ese riesgo.
“Tenemos la pareja feliz”, declara Ezquerro, al referirse al sexo de los animales, una hembra y un macho con personalidades muy diferentes. La primera “es un poco más echada para adelante”, y el macho, sin embargo, “es más tímido, hace más gamberradas pero es menos atrevido a la hora de dar los primeros pasos, como cruzar un tronco o el pequeño río”.
Su dieta es estrictamente carnívora con toda variedad de carnes, pollo, ternera, conejo, pescado y especialmente, truchas, porque son animales muy asociados a los ríos. En el caso de Naya, puede llegar a consumir un kilo y medio al día.
Cuando los veterinarios comiencen a notar que los cachorros tantean la comida de la madre, volverán a incrementar las cantidades para que ellos vayan teniendo un aporte de comida sólida al mismo tiempo que están mamando. La fecha exacta no se puede determinar ya que dependerá de la voluntad de cada uno.
“Seguramente será dentro de unas semanas, porque ya se los ve muy atentos cuando come la madre. Son como esponjas, están pendientes en todo momento de lo que ella hace”, indica Iñaki Ezquerro.
Gulliver, el padre, está separado de ellos para no atacarlos
El padre de los jaguares mellizos, está en otro espacio. No puede estar junto con la madre y las crías ya que si detecta que no son suyas, puede atacarlas. Además, los jaguares son animales solitarios y lo mejor para la hembra y su bienestar es estar sola con sus cachorros. Lo mismo sucede en la naturaleza, donde se comportan de una manera muy defensiva, porque el macho intenta siempre copular con la hembra y para ello tiene que matar a las crías para que ésta entre en celo otra vez