coronavirus

Se acabó la pedagogía y empieza la mano dura

Incidentes como el intento de atropello de un policía local capitalino y los casos de reincidencia alimentan que las fuerzas de seguridad den por hecho que todo el mundo ya sabe si incumple o no
Control conjunto de la Policía Local y de la Nacional. DA

“La pedagogía de los primeros días se ha terminado”. Así lo expresó ayer el comisario principal y director operativo de la Policía Nacional, José Ángel González, durante una rueda de prensa, en lo que supone una advertencia a la ciudadanía que no cumple con loss deberes que se le han impuesto a cuenta del estado de alarma por la pandemia del coronavirus. “Ahora empieza la mano dura, la calle está complicada”, repiten en los mentideros de la seguridad ciudadana. Aunque la inmensa mayoría de los canarios y españoles está comportándose de forma admirable, razones no les faltan a quienes defienden el orden y la ley.

En estos días  hubo que ponerse firme con más de uno. Mientras desde la Península se recordaba que los desplazamientos a segundas residencias están prohibidos y que en su frontera, cerrada por vía terrestre, se ha denegado la entrada a 996 vehículos, no faltaron ejemplos en Tenerife.

De los que han trascendido, el incidente más grave tuvo lugar en la capital tinerfeña, donde la Policía Local detuvo ayer a una persona por incumplir el confinamiento del estado de alarma al que se le acusa además de fugarse de un control e intentar arrollar a un agente. En total, solo en esa jornada, identificaron los municipales a 720 personas, levantando un total de 22 actas e interceptando a un conductor que circulaba de forma ilegal.

Sobre el suceso principal, el varón detenido tiene 48 años e intentó eludir un control de seguridad en la carretera del Rosario que la Policía Local había montado junto a la Policía Nacional junto a la iglesia de Santa Bárbara. Como se ha dicho el individuo intentó atropellar a los agentes y huyó, siendo interceptado no muy lejos de allí, en imágenes que acompañan a estas líneas. Hoy mismo fue juzgado y se le condenó, por conformidad, a cuatro meses de prisión.

Pero hay más. En redes sociales ha circulado con profusión un vídeo en el que se observa cómo termina esposada una mujer tras dialogar con policías locales santacruceros. En realidad, se trata de una reincidente que, el día anterior, había sido sorprendida bañándose en Valleseco mientras sus hijos y usted tienen que recluirse en casa por la imprescindible fraternidad que debería presidir todos nuestros actos. Antes de ser esposada, presuntamente, increpó a unos agentes que, no lo olviden, ya han tenido bajas por el coronavirus entre sus compañeros de las fuerzas del orden, como es el caso de Pedro, el guardia civil de Madrid fallecido a los 37 años.

Otro policía local capitalino redujo sin contemplaciones a un varón en las cercanías del Hospital de la Candelaria, en otro suceso en el que se advierte que, efectivamente, ha llegado la hora de la mano dura. En realidad, el varón amenazó a los agentes con sacar un cuchillo y “rajarles”, tal y como él mismo ha confesado. Hoy fue juzgado y condenado a ua multa de 360 euros.

Pero no todos los problemas, lógicamente, tienen lugar en la capital. En El Fraile también fue la Local la que desmontó un circular botellón entre cuatro varones con edad suficiente como para distinguir entre lo que está bien y lo que está mal, al menos en la teoría, por lo que se ve.

No todas las novedades son negativas, y un ejemplo es la reducción del tráfico en Santa Cruz de Tenerife, donde ayer entre las 07.00 y las 10.00 horas entraron en la capital tinerfeña 9.066 vehículos y en general, las calles han amanecido con poca actividad, lo que dista mucho de la actividad habitual, cuando la densidad del tráfico no desciende de los 25.000 vehículos.

A partir de ahora, recuerden, se acabó la pedagogía y comienza la mano dura, porque todos hemos tenido tiempo de enterarse de los supuestos en que podemos abandonar nuestras residencias. De lo contrario, las multas pueden llegar a las seis cifras, e incluso se prevén penas de prisión. Lo mejor es hacer las cosas bien: nada tendrá que temer.

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