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A mí también me habría gustado que el Gobierno hubiera sido más rápido, pero no todo vale para tumbarlo

La crisis del coronavirus ha disparado la tensión política y el Gobierno, al contrario de lo que ocurre en otros países europeos, recibe una hostilidad permanente de los partidos de la oposición, que ven la oportunidad de derrocarlo

En 2016, el gremio de libreros de Madrid dio el Premio Libro del Año, uno de los más prestigiosos del país, a ‘Tú no eres como otras madres’, una novela publicada originalmente en alemán en 1992 que había pasado desapercibida para el público español hasta que las editoriales Periférica y Errata Naturae la publicaron conjuntamente en marzo de ese año. Escrita por Angelika Schrobsdorff, autora alemana de origen judío, el libro es un reconstrucción interesantísima de la vida de su madre, Else, nacida en una familia de la burguesía judía de Berlín a finales del siglo XIX, que decide obviar las tradiciones de su entorno y lanzarse a la vanguardia, el placer y las noches de amor loco, bohemia y cigarrillos del Berlín de entreguerras.

Confinado con la familia en mi casa de La Laguna, trabajando, y sin mar ni ron ni el hedonismo expansivo de los días festivos, que son como el maná que luego uno raciona para mantenerse erguido en la vida cotidiana, las noches de fiesta berlinesa quedan lejos. Pero no tanto el monstruo del odio que aparece en la novela, materializado en forma de fascismo en los años veinte, treinta y cuarenta y que llevó a lo que llevó y ya todo el mundo sabe. Con su particular versión española, que se asentó hasta los setenta.

En el libro de Schrobsdorff, Else, una mujer inteligente y culta, sigue disfrutando de la última copa, el último libro y el último hombre hasta el minuto de descuento, sin querer mirar a la realidad. Su posición social -casada con un adinerado alemán no judío- le permite huir de chiripa a Bulgaria, sin apenas tiempo para despedirse de sus padres, a los que no volverá a ver, él muerto de neumonía en casa y ella en un campo de concentración: “Else trató de grabarse en la mente la imagen de aquellas dos figuras menudas que hacían el esfuerzo de sonreír, rodeadas de muebles pesados y oscuros envejecidos con ellas y envueltas en la tenue luz de una tarde gris”, cuenta Schrobsdorff sobre la despedida.

Metidos hoy en día en una Unión Europea con enormes debilidades pero algunas fortalezas tranquilizadoras, que aún nos parece poco probable que vaya a romperse, experta en pactar al filo de la madrugada, no es fácil detectar cuándo una realidad se está volviendo amenazante. No es sencillo saber cuándo los prejuicios se convierten en odios enconados, cuándo todo está punto de romperse. Casi nadie imaginó que la ‘presidencia Trump’ fuera posible. Y lo fue. Ni el Brexit, en cuya campaña polarizada, no lo olvidemos, un lunático extremista asesinó a la diputada laborista Jo Cox. ¿Cuándo es el momento de alarmarse?

Al ver uno estos días el panorama y la virulencia de los ataques de la derecha y la extrema derecha contra el Gobierno, es imposible no inquietarse, con Twitter convertido en un lodazal. Ahí están las llamadas de Abascal a un Gobierno de emergencia nacional dirigido por tecnócratas, obviando que el actual Ejecutivo sale del apoyo del Congreso de los Diputados elegido democráticamente hace nada. Allí están las acusaciones de Vox al Gobierno de practicar la eutanasia “por la vía de los hechos” en las residencias de mayores, como si hubiera sido intencionado y las comunidades autónomas no tuvieran nada que ver con el control de las residencias, como si la crisis del coronavirus no hubiera pillado a tantos gobiernos con el pie cambiado. Obviamente, más pronto que tarde habrá que analizar los miles de errores de esta crisis. Pero no así, tan bajo, con la gente luchando por evitar la muerte en las UCIs de los hospitales y el personal sanitario todavía asegurándose equipos de protección que no teníamos porque no hemos cuidado de la sanidad como debíamos. Allí están las acusaciones de la fundación FAES, capitaneada por Aznar, mentor de Casado, de que  la gestión de la crisis del coronavirus se hace con una “perspectiva marxista” que persigue un Estado que sustituya “a la sociedad civil” y acaparare “no sólo el poder político sino los recursos económicos y los medios de comunicación”, que es siempre un pretexto argumental que utilizan algunas derechas del mundo cuando piensan en cosas turbias. ¿Cuándo es el momento de alarmarse?

Por eso casi parece un oasis estar aquí, en Canarias, donde el veneno político no se ha diseminado, aunque en el camino haya caído la consejera de Sanidad, los contagios por el virus entre el personal sanitario hayan estado por encima de la media nacional o se avecine una crisis de caballo con nuestro principal motor económico, el turismo, completamente paralizado. El Gobierno gobierna y la oposición critica y controla, como se vio ayer en la comparecencia del presidente Ángel Víctor Torres, que reivindicó las cifras positivas de la evolución de la pandemia en Canarias, mientras Australia Navarro, del PP, lo acusaba de imprevisión y José Miguel Barragán, de CC, apretaba a Torres con que fuera mucho más exigente con el Gobierno de Sánchez. Pero todo bastante razonable. Entonces, ¿cuándo es el momento de alarmarse?

“No será posible financiarla [la renta mínima] de forma permanente sin abandonar la idea de que el sistema fiscal solo puede operar como una carrera continua a la baja”, afirmaba ayer el editorial del diario EL PAÍS. Por primera vez desde finales de los años setenta, el pensamiento económico dominante, que ha defendido la bajada de impuestos, la privatización de sectores públicos o la deslocalización de empresas está ampliamente en cuestión.

No me suena a comunismo lo que escucho estos días del Gobierno. A riesgo de equivocarme, se me parece bastante más a una socialdemocracia renovada. El tiempo dirá. Pero creo que a algunos sectores de la derecha simplemente les horroriza redistribuir la riqueza, a pesar de que está cada vez más concentrada en menos manos. A eso Pablo Casado lo llama un “cambio de régimen encubierto”. Mientras, en Twitter arde veneno contra el Gobierno. ¿Cuándo es el momento de alarmarse?

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