coronavirus

Niños, adultos y los inevitables caraduras toman las calles

La primera jornada de salida de los menores de 14 años deja imágenes de alegría y felicidad, pero también ofrece la cara ‘picaresca’ de la parte de la sociedad menos solidaria
Diversas imágenes de la jornada de ayer en zonas de Santa Cruz y La Laguna. F. Pallero / S. Méndez

Los niños regresaron a las calles, pero también lo hicieron muchos adultos y, sobre todo, cierto número de caraduras que se escudaron en el poco control que se podía ejercer sobre la población autorizada a salir a la calle para cumplir con ese casi siempre pequeño porcentaje de población insolidaria que suele ser la que destaca sobre la mayoría.

Era una jornada festiva. Se notaba entre los jóvenes y también entre sus progenitores. Se notaba desde días antes, desde que Pedro Sánchez adelantaba esta primera medida de desconfinamiento que permitía a los menores de 14 años tomar las calles desde ayer. “A mis hijos les costó dormir, era como un pequeño día de Reyes”, aseguraba Ruth, vecina de Santa Cruz, que aprovechó la buena nueva para salir con sus dos hijos “a dar un paseo” en el que trató de respetar unas medidas de seguridad que muchos no cumplieron.

Había temor a que este día festivo se convirtiera en vivero de coronavirus por lo que también hubo madres y padres que optaron por dejar a sus chicos en casa, muy a su pesar. Noemi, vecina de Candelaria, así lo hizo. “Mis hijos necesitan poder salir, estuvimos pensando la forma de hacerlo, pero nadie nos garantiza que haya una seguridad plena y no podíamos arriesgarnos, así que se lo explicamos y lo aceptaron de buen grado”, señalaba la joven tinerfeña que buscará que sus chicos vean la calle “en las horas que sean menos transitadas” por la muchedumbre.

Y es que para esta primera aventura del desconfinamiento, para este primer paso, también hay horas puntas. A primera hora de la mañana había poco movimiento tanto en La Laguna como en Santa Cruz, como es de suponer que ocurriera en otras localidades canarias. Según se fue acercando el mediodía la masificación se fue haciendo dueña de calles, avenidas, parques o plazas.

Se llegaba a ver hasta carreras de patinetas entre padres e hijos e incluso se asomó algún balón, en época de culto prohibido, a los parques. Había más vehículos que mascarillas y guantes, había más metros ocupados que distancia de seguridad. Imposible de controlar para los encargados de poner orden a tanto desmadre, imposible detectar a los que aprovecharon para infiltrarse en la multitud y salir de sus casas sin niños ni perros.

Había temor entre la gente, pero en el mismo porcentaje había ilusión entre los más chicos. Ya eran 43 días sin asomarse al mundo y la emoción debió pesarle a unos cuantos que se olvidaron de las medidas planteadas para proteger a los suyos, a los demás y a sí mismo. Cada vez es mayor el porcentaje de personas que no piensan en quienes tienen al lado. Cierto es que el de ayer no era su día y tampoco lo será hoy, la jornada era para los pequeños menores de 14 años, porque los mayores se quedaron desconsolados en sus casas y deberán esperar al sábado, que será su día.

“Como tiene 15 años y no es un perro no ha podido salir mi hija la mayor y ha tenido que ver cómo sus hermanos bajaban y ella se quedaba”. Es una de las frases más duras de escuchar y de asimilar en un día especial para otros tantos, pero la ley lo marca así. Al menos ellos cumplieron con lo que marcaba Sanidad, aunque en Tenerife, de forma generalizada, no se vieran las peores imágenes del día. Sí que se vivieron escenas como padres de hijos compañeros de colegio o primos encontrándose en un lugar a una hora señalada y compartiendo con poca previsión sanitaria el momento. Incluso hasta en varios lugares se pudo detectar a padre y madre saliendo a la calle junto a sus hijos, tanto juntos como por separado. Para eso está la picaresca española, así tú bajas con el niño y yo con la niña o tú los bajas por la mañana y yo por la tarde.

Y es que no todo corre a cargo de la responsabilidad de los adultos, porque hay quienes no asimilan ese término. Pero lo importante ayer no eran los papás ni las mamás, eran los niños y su primera toma de contacto con el desconfinamiento.

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