san miguel de abona

El balcón ‘mágico’ del confinamiento baja el telón

Después de 40 días apareciendo en su terraza con disfraces infantiles y mensajes de ánimo, Samuel Pérez, vecino de Guargacho, culmina su ciclo con el aplauso unánime de vecinos y redes
Samuel Pérez, con algunos de los disfraces y mensajes con los que aparecía cada tarde en su balcón. A la derecha, su última aparición el pasado domingo. DA
Samuel Pérez, con algunos de los disfraces y mensajes con los que aparecía cada tarde en su balcón. A la derecha, su última aparición el pasado domingo. DA
Samuel Pérez, con algunos de los disfraces y mensajes con los que aparecía cada tarde en su balcón. A la derecha, su última aparición el pasado domingo. DA

La canción Vida, de Ricky Martín, fue el colofón elegido por Samuel Pérez para cerrar el pasado domingo las 40 actuaciones que ha regalado a grandes y pequeños para alegrarles las tardes de confinamiento desde su balcón de Guargacho, en San Miguel de Abona.

A la hora de los aplausos para el personal sanitario, este vecino de 29 años convertía su doble terraza en lo más parecido a un escenario mágico en el que cada día, desde hace casi un mes y medio, aparecía disfrazado de algún personaje infantil acompañado de un cartel en el que escribía una palabra para insuflar ánimos al vecindario del entorno del Centro de Educación Especial Adeje, que a las siete de la tarde llenaba balcones, ventanas y azoteas para contemplar su espectáculo.

Fuerza, ánimo, sonríe, venceremos, héroes, lee (con motivo del Día del Libro) o mamá (coincidiendo con el Día de la Madre) fueron algunas de las palabras que han mostrado, día sí y día también, cada uno de los personajes representados. El éxito de las primeras fechas fue tal que los vecinos comenzaron a pedirle disfraces y palabras hasta formarse una lista de espera de varias semanas.

“Por primera vez noté que ese último aplauso del domingo esta vez no iba tan dirigido a los superhéroes de los hospitales, sino que era un regalo para mí. Fue muy emocionante, después de 40 días, darme a conocer, quitarme mi último disfraz y ver la reacción de mis vecinos súper agradecidos aplaudiendo con los brazos en alto y diciéndome que me iban a echar de menos”, manifestó ayer a este periódico este emprendedor en paro forzoso que hace cinco creó años su propia empresa de espectáculos infantiles (Anima con Eventos), con un pasado profesional ligado al mundo de la magia.

emoción

Samuel, que en los primeros días de estado de alarma salía a aplaudir como un ciudadano más, confiesa que se ha llegado a emocionar durante algunas actuaciones. Recuerda especialmente con cariño la celebración de tres cumpleaños, el homenaje a una niña hospitalizada y los mensajes para animar a la lectura y de agradecimiento a las madres. “Todo ha sido muy positivo y las muestras de cariño no han parado. Yo he podido ayudar a la gente, pero la gente con su cariño también me ha ayudado a mí”, indicó.

Sobre la fecha elegida para concluir sus funciones, señaló que le parecía oportuna la entrada de la fase 1 de la desescalada, que trajo un alivio de las restricciones. “Me interesaba mucho, eso sí, que los vecinos, y sobre todo los peques, supieran que el domingo se acababan las salidas al balcón; no quería que nadie se asomara al día siguiente y se llevara un chasco”, explicó. Sus seguidores llegaban a verlo desde las azoteas más lejanas empleando el zoom del teléfono móvil.

Salvo en los últimos días, este joven amante de la magia y los sueños realizaba sus apariciones sin música para no solapar los aplausos. “Entendía que era lo único que se debía oír, porque están dirigidos a nuestros héroes, esa gente que se deja la piel y, desgraciadamente, hasta la vida en los hospitales”.

Samuel forma parte de ese amplio colectivo de profesionales autónomos que sufren en propias carnes los efectos económicos de la pandemia. “Se nos cayeron todos los carnavales del Sur, ahora toca esperar a que se empiece a reactivar todo y vuelvan las contrataciones para fiestas infantiles”. Por eso confía en que los ayuntamientos se acuerden de autónomos como él. “Si no, habrá que reinventarse”.

Niños y mayores de Guargacho miran esta semana con cierta nostalgia hacia el balcón que tantas alegrías les han dado cuando más lo necesitaban, quizá esperando una última pirueta mágica.

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