Antes de la emergencia sanitaria ya daba positivo (optimismo). El aparejador Darío López tira p’alante.
-¿Cómo te preparas para la nueva normalidad?
“No hago nada específico. Como está siendo gradual, nos acostumbramos poquito a poco. ¡Burro cargado busca camino!”.
-¡Ya lo decía Antonio Machado! De otra manera…
“Sí, hemos tenido tiempo de ir haciéndonos a lo que nos toca vivir. ¡Como todo el mundo!”.
-Se ha cortado la llamada…
“Eso me parecía. ¿De qué estábamos hablando?”.
-Del desconfinamiento y eso…
“¡Ah, vale! En lo personal, adaptándome. En lo profesional, en Palante Producciones siempre he estado muy a gusto trabajando a través de las redes sociales”.
-Pescando en río revuelto…
“Siguen teniendo vida, incluso más que antes. A pesar de todo, la risa funciona. Hace mucha falta. En lo presencial sí ha habido más dificultades, sobre el escenario y los encuentros con la gente. Ahí estamos a la expectativa”.
-Tras el encierro, llega la hora de cerrar contratos…
“¡A ver cómo se organizan los aforos y demás!”.
-El sector cultural es uno de los más afectados por la crisis…
“Esperemos que no tarde mucho en recuperarse. Va a ser complicado que vuelva pronto a los niveles de la situación previa”.
-Habrá que echarle mucha imaginación para reinventarse…
“No veo fórmulas claras, porque el calor de la gente no es fácilmente sustituible. Actuar sobre el escenario requiere de la cercanía con el público para sentir la sensación del contacto humano”.
-El fútbol ha regresado; en principio, sin público. Sería caricaturesco interpretar un monólogo mirando a las paredes o contemplando el vacío, ¿no?
“Dirán que estoy loco. Bueno… No es lo mismo”.
-En el carnaval recorres las calles metido en un personaje y vas contando tus cosas…
“Actualmente sería imposible. Habría que respetar las distancias y el encanto perdería su esencia”.
-Además de para medir las palabras, es aconsejable llevar encima una cinta métrica inteligente para controlar el distanciamiento social y vigilar el contorno de la cintura. El sobrepeso es un problema gordo…
“Hay que medirlo todo”.
-Puede que alguien salga malparado con las comparaciones. Se hace ilusiones y luego…
“¡Que se queda en casa!”.
-¿Recuerdas tu reacción al declararse el estado de alarma?
“Recuerdo el momento…”.
-Otra vez se ha interrumpido la comunicación…
“El sistema telefónico estará de cuarentena”.
-Pues, yo estoy en alerta…
“¡Te comprendo! Cuando me enteré, fui corriendo a buscar en internet lo que suponía el estado de alarma. Me tranquilicé”.
-Después de eso, ¿cuánto tiempo tardaste en salir?
“¡Uf! Creo que fue un mes natural. ¡Hombre!, aparte de salir a la compra y a tirar la basura”.
(Pausa)
-¡Aj!; ¡Y dale!
“La grabación te va a quedar medio cortada”.
-Continúa…
“La primera necesidad era el recurso que teníamos a mano. ¡La novelería! Como mi mujer trabaja en el sector sanitario, había mascarillas disponibles para una ocasión como aquella, y esta”.
-¡Una parodia cotidiana de fiesta de disfraces!
“Ahora te dicen: ‘Te conozco, mascarilla’. Entonces pensaba que no me la iba a poner más, que era un momento histórico que había que vivir al instante. Me equivoqué. No hacía falta tanta prisa. No tardé en darme cuenta de que había tiempo de sobra”.
-No eran baratas…
“Más carillas… Los chiquillos sí que no salieron hasta más de un mes después”.
-Tras 42 días de confinamiento por el coronavirus, muchas criaturas seguían el rastro del correcaminos…
“Era como el Día de Reyes, con los nervios a tope”.
-Me perturba que no despachen pastillas para aliviar el empacho de normas. Lo he intentado con el antiácido Eno, pero el bote estaba vacío…
“A mí me duele la cabeza”.
(¡Piiii!, ¡piiii!)
-¿Me oyes?
“¿Me escuchas?
-¡Menos mal que la entrevista no se emite en directo!
“Sí. Lo de las normas… Te cuento: yo iba haciendo unos vídeos, y compartiéndolos en las redes sociales, de unos vecinos, unos personajes inventados y, como ellos se metían a hablar de la desescalada y eso, me informaba casi más para no cometer errores que porque lo fuera a aplicar. Otra cosa, en la fase 2 era cuando se podía ir a cenar fuera…”.
(¡Piiii!, ¡piiii!)
-¡Vaya cachondeo!
“Te doy un teléfono del trabajo por si de repente es el mío el que está fallando”.
(¡Piiii!, ¡piiii!)
-La cobertura es de chocolate. ¡Menudo cacao!
“¡Venga! La vecina empezaba a desescalar…”.
-¿Por la fachada?
“¡Ja, ja, ja…! No”.
-La fase 2…
“Sí, bueno… Al principio lo miré con entusiasmo, pero mi mujer me recordó que tenemos dos niños chiquitos. ¡Es verdad! Llevamos cinco años en la fase 1”.
-¿Cuál fue tu primera broma sobre la pandemia?
“Fue antes de carnavales, cuando presentamos el disfraz en el Teatro Leal. A lo largo de esa noche, en el monólogo hacíamos una broma en referencia al coronavirus. Era a mitad de febrero. Como la situación se complicó, decidimos no difundir el vídeo. La vuelta que le daba era que podríamos inventar una enfermedad nuestra, aquí en Canarias. El jeito mal dado, por ejemplo, que atendieran los curanderos”.
(¡Piiii!, ¡piiii!)
-Me están pinchando el teléfono para ponerme la vacuna…
“Je, je, je…”.
(¡Piiii!, ¡piiii!)
-¡Fijo!
“¡P’alante!”.