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José Gregorio Hernández, el santo venezolano en Canarias

Tras décadas de intentos, el Vaticano ha dado por bueno un milagro atribuido a José Gregorio Hernández, “el médico de los pobres”
José Gregorio, el santo venezolano en Canarias DA
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Mucho antes de que Canarias contemplara como un hijo de su tierra subía a los altares, tal como sucedió en 2002 con el Santo Hermano Pedro de Bethencourt, nacido en Vilaflor, y en 2014 con el lagunero José de Anchieta, los altares populares de las islas ya contaban con una figura muy peculiar y cercana, la del médico venezolano José Gregorio Hernández. Su efigie recta e impolutamente trajeada en negro, tocada con sombrero oscuro y un rostro en el que se dibuja su característico bigote, comparte espacio desde hace décadas en capillas y altares diversos con las de los mentados Bethencourt y Anchieta, con el mismo e incluso mayor rango devocional que el profesado a figuras como Santa Rosa de Lima, San Martín de Porres, el celebérrimo Fray Leopoldo o las advocaciones marianas de Candelaria y El Pino, que se reparten el patronazgo de nuestras provincias. Más allá de la anécdota, es revelador que su figura sea la más reclamada tras la de la propia Virgen en las tiendas que venden exvotos religiosos a escasos metros de la Basílica de La Candelaria, y que son adquiridas según la confidencia que nos hacían sus regentes, principalmente por personas que se van a someter a alguna intervención quirúrgica. Sería erróneo obviar que durante décadas era imposible encontrar un hogar canario en el que no existiera una estampa o figura del “médico de los pobres”, de la misma manera que resultaba improbable encontrar una familia canaria que no tuviera algún vínculo con la que siempre ha sido la Octava Isla, Venezuela, etiqueta ahora asignada a La Graciosa. Con este personaje sorprende sobremanera su extraordinaria capacidad de penetración en el elenco de personalidades que, sobrepasando la justificada admiración que generan por sus cualidades y obras, alcanzan ese singular estatus devocional que los santifica entre los suyos incluso en vida, mucho antes sin duda de que la maquinaria eclesiástica intervenga para iniciar la oficialización de su culto.

La estrecha conexión entre Canarias y Venezuela, con cientos de miles de canarios asentados en el país caribeño desde el siglo XVII, explica que la fama milagrera y la devoción en Canarias al que además de “santo del pueblo” es uno de los padres de la medicina científica en Venezuela, corra paralela a ambos lados del Atlántico. No perdamos de vista que tras una primera mitad de siglo en la que una parte importante de la emigración canaria lo hacía de forma ilegal, en pesqueros de vela que podían llegar a quintuplicar su capacidad y que han pasado a la historia como la etapa de los barcos fantasma, a partir de 1950 las restricciones a la salida de españoles se suavizan y es posible viajar con mayor libertad, gracias al entente alcanzado entre Franco y su homólogo venezolano, el también dictador Pérez Jiménez. Y es precisamente en este periodo pre democrático y en la primera década de libertades iniciada por el Pacto de Puntofijo, cuando más canarios recibió el país durante el siglo XX y cuando la devoción a José Gregorio Hernández alcanzó niveles que condujeron a la iniciación de su proceso de beatificación en 1949. Esta es también la época en la que el petróleo propició el despegue económico del país y con el mismo se obró el milagro de la unificación de familias escindidas durante décadas. Es precisamente en el seno doméstico de estas familias canarias donde se fortalece la devoción al médico, que traen en su equipaje cuando retornan a las islas. Sobrecoge pensar que, hasta hace apenas unas décadas, era posible encontrar en Canarias a personas que habían conocido en persona al mismísimo José Gregorio. Curiosamente, también es gracias a la bonanza económica generada por el oro negro que Venezuela pudo acometer medidas de gran calado social en educación y sanidad, impulsando la atención médica gratuita y de creciente calidad por toda la nación, emulando con ello y probablemente sin pretenderlo, la labor que había dado fama a nuestro protagonista. Décadas después Hugo Chávez, manejando las claves y símbolos del pueblo venezolano, también reivindicó su figura dando su nombre a programas sociales y a espacios comunitarios.

José Gregorio, el santo venezolano en Canarias DA
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De ascendencia canaria…

El médico de los pobres tenía ascendencia canaria, concretamente en la figura de Antonio Febres-Cordero y de la Peña, nacido en El Hierro en 1724 y llegado a Caracas con su padre miliciano en 1730. Hacía 1742 ya aparecen instalados en Coro, en el hoy estado de Falcón, donde el propio Antonio hará carrera militar y ocuparía cargos de gestión pública. Esa raíz canaria, pero sobretodo su contacto directo con quienes en su tiempo fueron en busca de un futuro mejor y convirtieron a Venezuela en su nueva patria, le condujo a tener una consideración especial hacia los isleños, tal y como manifestó en reiteradas ocasiones. Sobre este particular, el estudioso de su figura David W. Fernández, rescataba una de tantas reflexiones del Venerable venezolano “Ninguna inmigración conviene tanto a Venezuela como la española, tanto la peninsular como la insular de Canarias. Unos y otros nos asimilan de tal manera, haciéndose venezolanos de tal suerte, que me ha sucedido tener trato frecuente con personas a quienes creía nacionales y después he venido a saber que son de las Islas. En la inmensa mayoría de los que se hacen habitantes de nuestro país, los españoles e isleños son trabajadores, económicos, industriosos, de costumbres puras, cristianos verdaderos, sanos y fuertes físicamente y dignos de toda estimación”.

Como hemos indicado, la devoción en Canarias a su figura sigue muy viva, dando nombre a algunas calles o encontrándole representado en pequeñas capillas propias o acompañando a otro santos y advocaciones por todas las islas. Uno de los ejemplos más notables lo encontramos en la cueva-santuario del Hermano Pedro, en Granadilla, donde los exvotos alegóricos a su figura rivalizan con los del propio santo canario titular del lugar. En el municipio de El Rosario cuenta con una capilla privada junto a una transitada vía que asombra y despierta la curiosidad de propios y extraños. Mientras, en La Gomera, encontramos una curiosa historia en la que las apariciones de una luz popular, la Luz de La Dama o de La Vega Abajo, se vinculan también con hechos portentosos que rodean la construcción de una capilla en honor a nuestro ilustre galeno.
Mención aparte merece otro espacio singular en el que se visibiliza su presencia, el que nos brinda la santería y los cultos afrocaribeños, cuya extraordinaria versatilidad y capacidad de adaptación a las culturas y sociedades a las que llega explica la destacada presencia del médico de traje negro en los altares santeros, junto a las efigies de Santa Barbara, Yemayá o la Virgen de la Caridad del Cobre, por citar algunas.

A la cabeza de la Corte Médica.

Sin embargo, más allá de lo anecdótico, su presencia en este culto tiene un peso específico entre los practicantes de la santería en Venezuela y Canarias. Se le asigna el color blanco y se le venera y ofrenda con vino, agua, cigarros y café, esperando de él que sane y cuide a los enfermos, “y que cuando sus elegidos le invoquen, les de mensajes sobre que medicamentos, ungüentos, etc. deben preparar para sanar a los enfermos que acuden a consultarles”, nos explica la antropóloga y experta canaria en santería, Grecy Pérez Amores. “Es uno de los santos que conforman la corte médica, una de las 21 que existen. Dicha corte -prosigue la experta- es una de las más importantes, junto a la africana y la india y forma parte de los altares y los rituales de los practicantes de Osha en Venezuela y Canarias. Se compone de muchas figuras que han formado parte del folclor y la historia sanadora de los distintos momentos en Venezuela, médicos y enfermeras que ayudaron a sanar a muchos que no tenían acceso a la medicina por estar alejados de los centros o por no contar con los recursos para ello. La comanda José Gregorio y se compone de más de 20 espíritus” Cabe precisar que las bondades del personaje hacen que quien lo invoque deba destacar por sus virtudes y noble corazón, un contrapunto a la imagen más inquietante y tal vez superficial que suele transmitirse de la santería.

Ahora, con el camino a los altares más despejado, en una etapa en la que los médicos y el personal sanitario en general están siendo merecidamente santificados, el hecho de que sea un galeno especializado precisamente en microbiología no debería tomarse a la ligera. Y es que más allá de las virtudes, en ocasiones echarle una mano a la Providencia resulta de lo más providencial.

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