
El suave balanceo sobre las olas de la Crew Dragon Endeavour frente a las costas de Pensacola ponía la guinda y el punto final a la misión Demo-2 de SpaceX y NASA. El éxito cosechado ha permitido a Estados Unidos recuperar la capacidad de llevar a sus astronautas al espacio, perdida en 2011 tras la cancelación del programa del transbordador debido a su obsolescencia y alto coste de mantenimiento.
Volver a contar con un vehículo espacial propio ha sido posible gracias a la entrada de la industria privada en el mercado, mediante SpaceX en este caso, y asegura que el país deje de depender de las naves Soyuz rusas para transportar a sus tripulaciones a la Estación Espacial Internacional (ISS), a razón de 80 millones de dólares por asiento.

El viaje de vuelta a la Tierra de Robert Behnken y Douglas Hurley comenzaba en la noche del sábado al desacoplar su nave de la ISS. Una serie de maniobras para alejarse de la estación y descender a una órbita más baja los situaba en el punto desde el que inicar el descenso, tras lo cual Behnken y Hurley pudieron iniciar su periodo de sueño programado de ocho horas. Al finalizar su descanso, desde Control de Misión tuvieron el simpático detalle de despertarlos con mensajes de audio de sus hijos, quienes esperaban ansiosos el regreso a casa de los papás del momento.
CAER AL MAR
Existían siete posibles lugares de amerizaje, la elección del que finalmente se designara dependería de las condiciones meteorológicas. En ese sentido, la NASA ha estado muy pendiente en los últimos días de la evolución de la tormenta tropical Isaías, que afectaba la zona del Caribe y se desplazaba hacia Florida.
En las horas previas a la partida de la Endeavour, Isaías se había ido moviendo hacia el noreste, dejando despejada tras su paso el área del Golfo de México, al noroeste, por lo que finalmente se decidió guiar la nave para su amerizaje frente a las costas de Pensacola.
Antiguamente, en los amerizajes de las cápsulas Apolo, era la Marina estadounidense la encargada del rescate de las cápsulas, pero ahora es la propia SpaceX la que dispone de los barcos de rescate con todo el equipamiento necesario. Así, el barco de recuperación Go Navigator salía de su puerto en la mañana de ayer para posicionarse en la zona de amerizaje y esperar la llegada de la nave. La embarcación sufrió algunos problemas con uno de sus generadores de reserva antes de partir, pero se determinó que el percance no afectaría al desempeño de su función y pudo enfilar proa hacia su destino sin mayor contratiempo.
PASO A PASO
Todas las maniobras de la última fase del vuelo y la reentrada se efectuaron tal como estaban previstas. La Crew Dragon ejecuta de modo autónomo la mayoría de maniobras necesarias durante todas las fases del vuelo, por lo que los astronautas son prácticamente pasajeros con el rol de asegurarse de que todo transcurre con normalidad.
A la 13.51 del domingo, hora local de la Costa Este estadounidense (EDT), cinco horas más en Canarias (18.51), la Endeavour se desprendió de su bodega de carga, que se desintegraría en su reentrada a la atmósfera poco después.
Cinco minutos más tarde, comenzaría el encendido de motores para desorbitar la nave y hacerla descender en la trayectoria correcta hacia el punto de amerizaje. Esta combustión se mantendría durante 12 minutos y reduciría la velocidad de la nave y su altitud.
Tras finalizar el encendido se ejecutaría una maniobra para girar la nave sobre sí misma y orientarla en la inclinación precisa para afrontar la reentrada, anteponiendo el escudo térmico para proteger al vehículo de las temperaturas de hasta 2.000 grados a las que habría de enfrentarse durante su ingreso en la atmósfera.
Las comunicaciones por radio entre la nave y Control de Misión, tanto de voz como de datos y telemetría, se verían interrumpidas durante seis minutos, un efecto habitual en la reentrada de una nave espacial que es debido a la ionización del aire alrededor de la cápsula por las altas temperaturas.
Cuando la nave se encontraba a unos 5.500 metros de altitud sobre el nivel del mar y cayendo a una velocidad de 560 kilómetros por hora, se desplegó un primer juego de dos grandes paracaídas estabilizadores que reducirán su velocidad de descenso hasta los 320 kilómetros por hora. Poco después, a unos 2.000 metros de altitud, estos primeros paracaídas se desprendieron para dar paso a otros cuatro que serían los encargados de completar el frenado de la nave.
A las 14.48 horas (EDT), la hora exacta a la que se había previsto, la Endeavour se posaba suavemente sobre un mar en calma bajo un cielo intensamente azul que parecía haber olvidado la tormenta que le castigaba tan solo unas horas antes.
MISIÓN CUMPLIDA
El barco Go Navigtor enviaría inmediatamente dos lanchas rápidas a su encuentro para asegurar la nave y recoger los paracaídas. Poco después la cápsula sería izada a bordo del buque, donde se abriría la escotilla.
Behnken y Hurley, atenazados nuevamente bajo las cadenas de la gravedad y sintiendo sus cuerpos pesados como el plomo tras más de dos meses en ingravidez, eran asistidos para poder abandonar la nave y volver a respirar el aire fresco del planeta que los vio nacer.
Acababan de protagonizar la rúbrica de una nueva página en la historia de la exploración espacial tripulada.
El chapuzón que inicia una nueva era en la exploración espacial tripulada
Con la nave meciéndose plácidamente en las aguas del Golfo de México se completaba el viaje que otorga a la Crew Dragon la certificación para operar vuelos comerciales al espacio. La cápsula descendiendo hasta el mar suspendida de enormes paracaídas es una imagen que no se veía desde julio de 1975, cuando la última nave del programa Apolo hiciera lo propio a su regreso de otra histórica misión: la Apolo-Soyuz, una colaboración entre Estados Unidos y Rusia de un profundo calado simbólico que marcaría el inicio en materia de cooperación internacional en el espacio. Ahora, 45 años después, el amerizaje de la Crew Dragon marca el comienzo de otra nueva era en la exploración espacial tripulada.