Días antes de morir, Josep, septuagenario, se encontraba bien. Su estado de salud mejoraba poco a poco tras ingresar por coronavirus en el hospital privado Sant Joan de Déu de Martorell (Barcelona). Pero después de una semana en aquel centro médico, su familia, a la que no podía ver por la pandemia, recibió una llamada con malas noticias. “Jesús Giménez Oliva, el falso médico, les llamó y les dijo que su padre había muerto. No dio más explicaciones. Simplemente, colgó”, explica a EL ESPAÑOL Borja Hernández Meca, el abogado de los hijos y de la mujer del fallecido.
Aquella falta de tacto y de información del interlocutor sorprendió y molestó a los parientes de Josep. Lo que nunca imaginaron en ese momento es que el galeno, en realidad, carecía de formación médica y tenía un oscuro pasado como impostor.
Los hechos ocurrieron el pasado abril. España vivía confinada. Los hospitales del país, colapsados y con falta de personal, tuvieron que contratar a centenares de médicos. Entre quienes consiguieron un trabajo en el citado hospital de Martorell se coló Jesús Giménez, un falso doctor que, pese a su juventud, 21 años, consiguió esconder su mentira detrás de un brillante currículo profesional y de un aspecto físico con el que aparentaba ser un treintañero.
El impostor, que decía ser neurocirujano infantil, se encuentra en prisión preventiva desde abril. Está acusado de intrusismo, falsedad documental y estafa. El Juzgado de Instrucción número 5 de Martorell lleva la causa.
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