Este año nada ha sido normal en nuestras vidas en las fiestas populares de Canarias, casi todas reducidas a actos religiosos y algunos culturales. El Socorro, la romería más antigua de Canarias, no iba a ser una excepción.
Ni se celebró el lunes la populosa Bajada ni ayer, por tanto, tuvo lugar la Subida, porque la imagen de la Virgen no se movió de la parroquia de San Pedro Apóstol, en donde de nuevo, ayer, Natividad de la Virgen María, festivo en el municipio y en otros muchos de Canarias, se celebró la tradicional misa, esta vez presidida por el obispo Bernardo Álvarez, cuando habitualmente esta se oficia en la ermita de El Socorro.
El monseñor volvió a incidir en la necesidad se seguir la luz de María, madre de Dios, en estos momentos de dificultad, pidiendo especialmente por los mayores “que no pueden salir de sus casas”.
Tras una hora larga eucaristía, el principal acto del día de la Virgen concluyó con el Salve y el pasodoble a El Socorro cantado por la Agrupación Musical Miguel Castillo, mientras la Banda de Música Municipal no pudo tocar esta vez el popular y emotivo pasodoble de la “Virgen ya partió”, por el límite del aforo, sin que tampoco pudieran tocarlo en la plaza, al obligarles las mascarillas a los componentes de la banda.
Con otra misa, también en San Pedro, a las siete de la tarde, se cerraron los actos de la semana de El Socorro, oyéndose algún volador en el entorno, cuando, por razones de alerta climatológica, estos están prohibidos.
Los güimareros, este año, se han tenido que conformar con vivir El Socorro de manera virtual o religiosa y en silencio.
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