En el domicilio del cineasta Santiago Ríos, en el corazón del chicharrero Toscal, próximo al paseo acertadamente rotulado con el nombre de su padre, el pintor Teodoro Ríos, y asumiendo la llamada nueva normalidad, tuvimos oportunidad de hablar sin premuras con el cubano, también cineasta, Rolando Díaz, que aúna en su activo quehacer la creatividad como director, guionista y profesor. El encuentro permitió redescubrir su directa participación en proyectos que impulsaron la creación cinematográfica en Canarias, en especial aquellos que despejaron cauces para alentar la formación, generando un incesante torrente de activos valores.
Rolando Díaz llegó por primera vez a Canarias en 1989 y observamos que tanto en su voz como en su mirada se mantiene inalterable la inminente aceptación con la que entonces asumió el sentir canario. En el veterano cineasta prevalece la apasionada vitalidad que le incita a descubrir historias, a construir relatos que sabe trasmitir con el discurrir de las imágenes, expresando las inquietudes que encuentra en el universo de lo cotidiano. Esa pasión, que igualmente le ha llevado a residir en Miami, República Dominicana o Valencia, sin que interrumpiera su comunicación con Canarias, ha permitido que se consolidaran puentes de iniciativas, confirmando multitud de proyectos. Santi Ríos le anima a recordar su inicial encuentro ante el imaginario isleño.
“Mi llegada a Canarias fue fruto de la casualidad. Vine invitado por el Festival Internacional de Cine Ecológico y de la Naturaleza, en el Puerto de la Cruz. Presentaba aquí una película y tenía luego que acudir al Festival de Cine Iberoamericano de Huelva con otro título. Mi participación estaba amparada por el Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC). Tomás Gutiérrez Alea (Titón) y mi hermano Jesús conocían a los hermanos Santiago y Teodoro, que tienen mucho de Cuba en su historia, y habían estado allá; me dijeron que lo primero que tenía que hacer una vez en Tenerife era contactar con ellos. Los Ríos andaban entonces ocupados en un proyecto para la televisión que me resultó interesante, pues partía de un guion muy original, de José Hilario Chela. Nos comunicamos con la facilidad que de manera innata une a los canarios y a los cubanos. Así fue como Teodoro me puso en contacto con Aurelio Carnero, que presentó mis películas en un ciclo que se hizo en Santa Cruz, y fue cómo conocí a un grupo de jóvenes en los que de inmediato percibí que estaban dotados de mucho talento: de la Asociación de Cineastas Yaiza Borges, los hermanos Ríos (que habían sido nominados a los Goya con su primer largo) y otros que por igual han dado impulso al cine en Canarias y que son desde aquel momento grandes amigos: Claudio Utrera, Francisco Melo Jr…
-¿Y desde entonces, canario?
“Fíjate cómo son las cosas que hasta entonces solo conocía lo elemental de Canarias, lo que allí los cubanos sabemos del origen isleño. Estas Islas y ustedes forman parte de nuestra historia, pero no ha sido hasta ahora cuando, junto a mi hermana, hemos sabido que parte de nuestros antepasados proceden de aquí, en concreto de Gran Canaria; la otra rama de nuestra familia es oriunda de Andalucía. Así es que, sin que me diera cuenta, las Islas me llamaban, sobre todo, por el alma que distingue al carácter de sus gentes, con el que me hicieron sentir como uno más. Así que regresé a Cuba percibiendo que algo mío se quedó aquí. Ya nada iba a ser igual y pronto estaba de vuelta, pues Teodoro y Santi me invitaron a formar parte de su equipo, como Ríos TV, el que habían creado para desarrollar la imagen de Canarias que presentaban en la Expo de Sevilla 92. Entonces me vine con mi esposa, Ileana García, y estuvimos durante siete inolvidables meses trabajando. Así fue cómo empecé a aplatanarme”.
-Fueron años de referencia para el cine canario.
“Fueron años en los que se dieron aquí las mejores condiciones para impulsar el desarrollo de la industria cinematográfica y en los que se generó una inquietud abierta que favoreció la creatividad. Yo tuve que regresar a Cuba y fue Aurelio Carnero quien me invitó para que volviera y diera una conferencia sobre el cine cubano. Vinieron entonces Tomás Gutiérrez Alea; su esposa, Mirta Ibarra; la también actriz Daisy Granados; el gran documentalista Santiago Álvarez… Aurelio me puso en contacto con Ana Sánchez- Gijón y Juan Antonio Castaño (Mengue), y juntos nos propusimos sacar adelante una producción canario-cubana que permitiera mostrar los lazos tan importantes que se han tejido al paso de los años por muchos canarios, gentes sencillas que sin dejar de ser isleños decidieron hacerse cubanos. Así fue que de regreso a Cuba encontré a Rústico País, un palmero con el que recorrí desde su infancia en Todoque al esfuerzo vital que tuvo en Cuba, concluyendo en Teguasco. Rústico nos permitió mostrar la realidad del espíritu isleño. El Largo viaje de Rústico la produjo la compañía Francisco Melo Jr. y ha tenido una gran proyección internacional; estuvo nominada a los Goya, se presentó con éxito en el Forum de la Berlinale, la premiaron en el Festival Internacional de Huesca…”.
-¿Y Cuba quedó atrás?
“Eso nunca ha pasado, ni pasará. Soy un cineasta cubano y de Cuba, y eso irá siempre conmigo. En el discurrir de estos años Cuba ha pasado a ser otra cosa, diferente a la que teníamos y por la que tanto luchamos. Los muchos cambios, internos y externos, han hecho que se hayan ido apagando las grandes dosis de ilusión que entonces compartíamos. La vida ha impuesto que tenga que percibir tan estrecho vínculo desde la distancia, pero ha sido a la vez generosa, pues me ha permitido no renunciar a mis esencias. He podido hacer cine en cada país donde he vivido y Canarias está en un lugar especial, pues nunca me he ido de aquí y puedo decir claramente que esta es mi segunda patria. Me siento un sobreviviente, y por eso me defino cubano hasta la médula, que comparte las inquietudes abiertas del sentir canario y no agota las ansias de descubrir otras realidades. Aquí fundé con Aurelio Carnero la productora Luna Llena y con Santi y Teo iniciamos un proyecto del que guardo muy gratos recuerdos: Si me comprendieras, un docudrama de temática cubana, rodado íntegramente en esta tierra, que también estuvo seleccionado en el Fórum de la Berlinale y que llevamos al Festival de Toronto. Ha tenido un largo y exitoso recorrido, pues una productora norteamericana lo estrenó en el Lincoln Center (Nueva York) y se exhibió comercialmente en Zúrich (Suiza). Con Ana Sánchez-Gijón y Mengue hicimos en Cuba Melodrama, mi cuarto largometraje, producción canario-cubana con el respaldo del ICAIC, que encontró dificultades para su exhibición en La Habana”.
-¿Se ganó un lugar entre los críticos al sistema?
“Digamos, sin más, que el hecho de estar dentro y fuera de Cuba no me ubicaba en una posición cómoda. En Melodrama se transparenta el llamado periodo especial, que fue sombrío y turbio. Muestra una crítica mordaz y aguda contra el machismo a través del sexo. Su protagonista, una mujer víctima, burlada por los machos alfa que la rodean, termina riéndose de todos. La cinta tuvo muchas dificultades para salir adelante. Se pudo exhibir tan solo una vez en la Sala Charles Chaplin, sede de la Cinemateca de Cuba, uno de los escenarios más importantes del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano. La proyectaron en horario de mañana y pese a esas trabas, el público respondió masivamente. Trataron de impedir que fuera a Berlín y no lo consiguieron. Luego, cuando hicimos Si me comprendieras, la primera película cubana independiente, volvimos a tener problemas al presentarla en el Festival de La Habana. La relegaron al Cine 23 y 12, en El Vedado, con solo un pase, y la reacción popular fue sobresaliente, completando todo el aforo. Dediqué la película a mi hijo más pequeño, el único que aún vivía en Cuba, y recibió el Premio Especial del Jurado. Durante siete años se estuvo proyectando a través de First Run Icarus Films, con sede en Nueva York, y aunque recorrió más de una veintena de festivales internacionales, nunca se pudo exhibir en Cuba”.
-¿Se ve proyectado en la docencia?
“Estoy ejerciendo la docencia desde que me incorporé a la Escuela Internacional de Cine y TV de San Antonio de los Baños, con 21 años, en el área de sonido. Cuando vine a Canarias tenía tres largos y una obra muy extensa en el documental, corto y noticieros ICAIC. Al poco tiempo de llegar a Tenerife iniciamos con el Cabildo cursos de iniciación cinematográfica, que también hicimos en Gran Canaria, con Sergio Morales, y en Lanzarote. Partiendo de una idea de Andrés Koppel y de Patricia González Cámpora se creó el Laboratorio de Escritura Audiovisual de Canarias (LEAC), al que incorporamos una rama documental. En Guía de Isora nació, de la mano de Juan Manuel Villar, el Festival Internacional de Documentales del Sur, que ha dado paso a Miradas Doc, contando con Alejandro Krawietz y David Baute, al que estoy vinculado desde sus inicios, y cada año me sorprende por los proyectos que se presentan en el activo mercado internacional”.
Del palmero Rústico País al ‘Mambí’ de los hermanos Ríos
El ímpetu isleño está en El Largo Viaje de Rústico y en Mambí, obra de los hermanos Ríos con guion de Ambrosio Fornet y en la que colaboró Rolando Díaz, que hoy despliega nuevos retos, en Valencia, con la lección de un tropel de mujeres en Un elefante en la tela de una araña.
El cine cubano llegó a Canarias con sus principales protagonistas
Rolando Díaz creció bajo la tutela del gran documentalista Santiago Álvarez, en el periodismo cinematográfico del Noticiero ICAIC. Al igual que Daniel Díaz en Alicia en el Pueblo de Maravillas, su La Vida en Rosa fue un referente de la libertad creativa 1984.