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Los hospitales canarios atienden ocho urgencias de ictus cada día

Un total de 2.701 personas fueron ingresadas en 2019 por esta enfermedad, en la que es fundamental la atención temprana para evitar o reducir la mortalidad y las futuras secuelas. Uno de cada cuatro mayores de 25 años sufrirá un ictus en su vida. Es una emergencia y cada minuto cuenta. La COVID y el ictus, un cóctel que aumenta el riesgo de muerte o dependencia
Área de tránsito del HUC
Área de tránsito del HUC
Área de tránsito del HUC. CEDIDA

Los hospitales canarios asistieron el año pasado 2.701 ingresos por ictus, con una media diaria de 7,4 pacientes, una cifra ligeramente inferior a la del año 2019, con 2.865 casos de ictus (con una media diaria de 7,8 pacientes), de los que 1.547 eran hombres y 1.299, mujeres. En la última década, el Archipiélago registra 3.000 casos de ictus al año, aunque se observa una tendencia a la baja en muertes.

Según los datos correspondientes a 2016, Canarias se situó por debajo de la media nacional en cuanto a tasa ajustada de muertes por enfermedad cerebrovascular por 100.000 habitantes, ya que la media del país alcanzó los 25,69, mientras que la de las Islas se situó en los 23,4.

La Consejería de Sanidad del Gobierno de Canarias se suma hoy a la conmemoración del Día Mundial del Ictus y recuerda que es tan importante mantener hábitos de vida saludable para prevenir esta patología como actuar con inmediatez ante la sospecha de síntomas. El ictus es un trastorno brusco del flujo sanguíneo cerebral que altera de forma transitoria o permanente la función de una determinada región encefálica. El 85% de los ictus se producen por isquemia cerebral (oclusión o taponamiento de un vaso) y el resto por hemorragia, cuando se rompe un vaso sanguíneo dentro del cerebro o en sus envolturas. Ambas provocan que las células del cerebro se queden sin el aporte necesario de sangre, por lo que pierden su función, apareciendo cuadros de parálisis de medio cuerpo, trastornos del habla, dificultad para gesticular o problemas en la movilidad.

atención precoz

El ictus es una enfermedad tiempo-dependiente, esto significa que el tiempo de actuación es fundamental para evitar o reducir la mortalidad y las secuelas que provoca. En los afectados es prioritaria la activación de los sistemas de emergencia.

El Código ictus es el sistema de alerta que permite la rápida identificación, notificación y traslado de estos pacientes a los servicios de urgencias y se basa en la consideración del ictus como una emergencia. Este sistema de alerta se activa mediante una llamada al 1-1-2, a través de la que se inicia una actuación coordinada para el traslado del paciente a los hospitales de referencia, con el objetivo de revascularizar las áreas cerebrales afectadas.

A la llegada de un paciente al servicio de Urgencias hospitalario, se pone en funcionamiento un equipo de facultativos específico, que activa de inmediato los procedimientos, medidas clínicas y terapéuticas a realizar para recuperar al paciente que ha sufrido un episodio en todas sus fases. El objetivo es no solo disminuir la mortalidad, sino las complicaciones y secuelas (morbilidad), ya que estas tienen mucha importancia en la calidad de vida posterior, puesto que el ictus constituye la segunda causa de invalidez o discapacidad a largo plazo en el adulto. Los especialistas consideran de gran importancia la atención a los síntomas de alarma.

Uno de cada cuatro mayores de 25 años sufrirá un ictus en su vida

Hoy se celebra el Día Mundial del Ictus, una enfermedad neurológica que tiene una importante prevalencia en todo el mundo -uno de cada cuatro adultos mayores de 25 años lo sufrirá a lo largo de su vida. Esta fecha pone el énfasis en la trascendencia de prevenir activamente esta enfermedad cerebrovascular para reducir el número de casos nuevos que se producen cada año: hasta un 90% de los mismos se podrían prever con un adecuado control de los factores de riesgo modificables.

Cerca de 14 millones de personas en el mundo sufrirán un ictus este año y, como resultado, 5,5 millones morirán. Además, las tendencias actuales sugieren que, si no se llevan a cabo acciones que lo impidan, el número de ictus aumentará un 35% y el de muertes un 39%, es decir, hasta los 17,5 o 18 millones de casos nuevos y hasta los siete u ocho millones de muertes anuales. El ictus es, además, la principal causa de discapacidad en el mundo.

En España unas 130.000 personas sufren un ictus cada año, de las cuales al menos un 15% fallecerán, y, entre los supervivientes, en torno a un 30% se quedará en situación de dependencia funcional. Esta enfermedad cerebrovascular es ya la segunda causa de muerte en España (la primera en mujeres y la tercera en hombres), la primera causa de discapacidad adquirida en el adulto y la segunda de demencia.
La incidencia de esta enfermedad aumenta significativamente con la edad, sobre todo a partir de los 65 años, y este incremento es exponencial a partir de los 85. Sin embargo, el ictus no es una enfermedad que afecte especialmente a personas mayores.

La intervención sanitaria en las primeras horas reduce las complicaciones futuras. E.P.

El ictus es una emergencia y cada minuto cuenta

La Sociedad Española de Neurología (SEN) recuerda que “en el caso del ictus, cada minuto, cuenta”. Por eso es tan importante llamar al 1-1-2 ante la presencia de algún síntoma de esta enfermedad neurológica, como la pérdida de fuerza repentina de la cara, brazo y/o pierna de un lado del cuerpo; la alteración repentina del habla con dificultad para expresarse o para entender lo que se nos dice; la pérdida súbita de visión parcial o total en uno o ambos ojos, o dolor de cabeza súbito de intensidad inhabitual y sin causa aparente”.

La doctora María Alonso, Coordinadora del Grupo de Estudio de Enfermedades Cerebrovasculares de la Sociedad Española de Neurología (SEN), recuerda que el ictus es “cualquier episodio en el que se interrumpe el flujo sanguíneo que llega al cerebro”, causado frecuentemente por un coágulo en alguno de los vasos que le suministran sangre o por la ruptura de alguno de estos vasos. “En todo caso, e independientemente del tipo de ictus del que estemos hablando, se trata de una enfermedad cuya evolución y pronóstico depende enormemente del tiempo en el que se tarde en revertir esta situación.

En España, unas 130.000 personas sufren un ictus cada año, de las cuales al menos el 15% fallecerán y, entre los supervivientes, en torno al 30% se quedará en situación de dependencia funcional. “En el caso del ictus, cada minuto, cuenta. Por eso es tan importante llamar al 1-1-2 ante la presencia de algún síntoma” y no hay que tener miedo, ya que “las urgencias hospitalarias ofrecen todas las garantías para evitar contagios de coronavirus”.

Además de la edad, existen otros muchos factores de riesgo modificables, como son el consumo de tabaco, alcohol, café y otras drogas de abuso, la inactividad física, la dieta poco saludable, el estrés, la hipertensión, la fibrilación auricular, el colesterol, la diabetes o la obesidad, que si se previenen o se tratan adecuadamente ayudarían a reducir el número de nuevos casos.

La COVID y el ictus, un cóctel que aumenta el riesgo de muerte o dependencia

A lo largo de estos últimos meses se ha publicado numerosa información que vincula el ictus y la COVID. Los avisos de ictus se redujeron el 20% durante las semanas de confinamiento y los afectados llegaron una hora más tarde a los hospitales. Los profesionales recuerdan que no se debe dejar de acudir al hospital por miedo a contagiarse, en caso de que alguna persona piense que puede estar sufriendo un ictus. Esto es una urgencia médica y los sistemas de atención hospitalaria están operativos a pesar de la pandemia y ofrecen todas las garantías para evitar contagios.

Por otro lado, el riesgo de padecer un ictus en personas que han sufrido la COVID es hasta ocho veces mayor (especialmente los más graves y con peor evolución) que en la población general, y el riesgo de muerte o dependencia de los pacientes con antecedentes de ictus en tener un peor pronóstico en caso de contraer la COVID es hasta cuatro veces mayor que en la población general. El ictus es la complicación neurológica grave más frecuente entre las personas que han padecido el coronavirus.

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