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Los primeros turistas alemanes de TUI regresan a Tenerife

El operador germano reinicia sus vuelos con la Isla el día en que el presidente Ángel Víctor Torres anuncia que Canarias logra bajar de 50 casos de COVID por 100.000 habitantes
Turistas en Tenerife. Sergio Méndez
Varios turistas alemanes se dirigen a una de las guaguas estacionadas por fuera de la terminal tras aterrizar ayer en el aeropuerto Tenerife Sur. Sergio Méndez
Varios turistas alemanes se dirigen a una de las guaguas estacionadas por fuera de la terminal tras aterrizar ayer en el aeropuerto Tenerife Sur. Sergio Méndez

En 2005, yo era un joven becario de investigación que se gastaba los pocos ahorros que tenía en un viajito de vez en cuando. Y fui a Bulgaria a hacer turismo histórico y bucear un poco en los restos del viejo sistema comunista que había gobernado el país entre 1946 y 1990. Aparte de algunas chapas y uniformes que vi en un mercadillo en la capital, Sofía, un par de estatuas de Lenin y unos cuantos cuadros del realismo socialista que había en el museo nacional, no encontré mucho más. Y me fui a un pueblecito, supuestamente turístico, cerca de la frontera con Grecia. Era diciembre, hacía frío, estaba gris y allí no había casi nadie. Pero me quedé en una posada donde servían una sopa en la que flotaban trozos de casquería. La dueña llevaba un almidonado traje tradicional que me recordaba al traje de maga de La Orotava. Una ropa tan poco funcional y con pinta de incómoda como esa solo podía tener un objetivo: recrear una atmósfera supuestamente típica para el turista que llegara. Pero con tan poca gente, había algo triste, como de esfuerzo inútil.

Ayer llegó a Canarias el primer vuelo de Alemania fletado por la operadora TUI desde el aeropuerto de Fráncfort rumbo a Tenerife y Fuerteventura. Habrá, en principio, siete vuelos semanales al Archipiélago desde ese país. Los primeros resultados, sin embargo, fueron tan modestos como las ilusiones rebajadas. Según informaba COPE Canarias, en el avión, un Boeing 737-800, con capacidad para 150 pasajeros, había solo 58. Un servidor, periodista despistado, no estaba allí para recibirlo porque pensó que llegaba más tarde. Pero salió pitando para el aeropuerto del Sur cuando vio a una compañera de las noticias de La 1 de TVE anunciado que los alemanes ya habían pisado tierra. No llegué a tiempo.

“Pues no te perdiste nada”, me dijo un tipo bastante agradable de TUI. “De todos esos, solo había tres que habían contratado el paquete completo con nosotros”. Pero el mundo de los viajes es un complejo entramado de subcontrataciones: a las 16:15 llegaba un avión de Berlín con un pequeño grupo de personas que también habían contratado el viaje con TUI, aunque el viaje lo operaba Easyjet. En teoría, eran quince de TUI, pero al final llegaron solo dos. “Los demás son gente que, a última hora, decidió cancelar el viaje. No sabes cuántos van a llegar hasta que están aquí”, contaba otra persona que trabaja en la compañía.

Pero Christo y Julia, los dos pasajeros que sí viajaron, tenían demasiadas ganas de vacaciones, aunque su avión solo fuera “al 40% de capacidad”. Son de Polonia. Jóvenes, de 27 y 25 años, con pinta saludable. Ella está haciendo su tesis doctoral y él trabaja en Amazon. Fueron en coche hasta Berlín. Se quedan en el Puerto de la Cruz. Piensan alquilar un coche, visitar la isla, ir al Teide. También querían acercarse al Loro Parque, pero les han dicho que está cerrado. “Estamos contentos. Yo no tenía miedo a viajar con esto del virus, solo un poco a los controles, tanto aquí como en Berlín, pero nada más”, afirmaba Julia. “La verdad es que yo estoy bien. Normalmente trabajo en un edificio con mucha gente. Aquí voy a estar en sitios abiertos, más aireados, con distancia y precaución”, decía Christo, que también contaba que la enfermedad se mantuvo muy controlada en Polonia durante la oleada de marzo, pero que ha habido un incremento bastante grande en el último mes. Según los datos recopilados por Expansión, en Polonia se ha pasado de un índice de 27,47 contagios por cada 100.000 habitantes el 1 de septiembre a 44,55 el 1 de octubre.

De donde no ha parado de traer gente TUI es de Bélgica, que ha mantenido el corredor abierto con Tenerife y ayer traía dos aviones. Intenté preguntarle a una chica que venía con unos señores mayores, pero me ignoró absolutamente, como si fuera a atracarla. Menos mal que estaban Nila y Bart, jóvenes cuarentones, que acababan de llegar de Bruselas. “Qué le vas a hacer, hay que seguir viviendo”, afirmaba Nila cuando le preguntaba sobre viajar en los tiempos del COVID. Es la primera vez que vienen a Tenerife. “Nos vamos a dedicar a relajarnos y a caminar. Mantendremos las distancias, no iremos de bares ni a sitios cerrados. Es lo que estamos haciendo en Bélgica, que solo nos reunimos con unos pocos amigos. Y todo con mucho cuidado, manteniendo las distancias y esas cosas”, explicaba. “Yo he estado haciendo mis investigaciones. Y sé que la situación aquí es mejor que en otras partes de España. De hecho, es bastante mejor que en Bélgica también”. En Canarias, el índice por cada 100.000 habitantes ronda los 50 contagios, mientras que en Bélgica es de 199,85, según los datos recopilados por Expansión.

Hendrick y Graciella, ya rondando los cincuenta, no veían la hora de echarse un pitillo tras el vuelo. “Hablamos sin problema, pero vamos a fumar”, advertían. Es la primera vez que él viene a Tenerife. La segunda para ella, que estuvo hace 18 años. Se quedarán una semana entera. Han elegido Tenerife porque es una de las pocas zonas turísticas a las que les dejan viajar desde Bélgica. “Queríamos viajar a Malta, pero ahora es zona roja. Y podíamos viajar a Cerdeña, pero ahí hacen test y yo no quiero. La idea de dar positivo en uno y tener que quedarme quince días encerrada en la habitación de un hotel en un país extranjero no me gusta nada. Las dos opciones que nos quedaban eran el Algarve y Tenerife”, explicaba Graciella. “Normalmente, yo nunca contrato un paquete de viaje entero, es la primera vez”, afirmaba. “Es por el seguro. Si se produjera algún tipo de cierre de fronteras, el turoperador se hace cargo de los gastos extras de hotel, y eso es una garantía importante en una situación como esta”, explicaba Hendrick. “¿Aquí hay que llevar mascarilla todo el rato?”, preguntó Graciella de repente cuando ya llevaba un par de minutos observando a la gente que estaba en la acera. “Básicamente, sí”, respondí. “En Bélgica, solo en los sitios públicos cerrados, en lugares llenos de gente, en el transporte”.

“Un poquito de miedo”, dice Iris que siente al viajar, ya en la sesentena. “Pero bueno, con las mascarillas, la distancia…, necesitábamos unas vacaciones”, afirmaba.

Lo que no sabían ellos es que aquí estamos contando a los turistas. Casi uno a uno. Como aquella señora búlgara vestida para los turistas en medio de aquel invierno frío y triste.

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