Todos los asiduos a la playa de Las Teresitas, en Santa Cruz de Tenerife, conocen El Caracol. Antes del concurso de los quioscos, el local estaba al principio de la playa y ahora está al final, pero eso no impide que turistas y residentes acudan a diario a desayunar y comer en un entorno maravilloso contemplando el mar. No obstante, a pesar del marco incomparable que otorga la playa, Eloy González, reconoce que está “aburrido”. Cada vez que tiene una idea o una iniciativa para hacer la playa más atractiva se topa con la Administración. “No hay cariño al empresario en Santa Cruz”, afirma.
-¿Cómo nace El Caracol?
“Pues de la necesidad. Nunca se me había ocurrido meterme en el mundo del ocio y la restauración. De hecho, estudié Arquitectura en Las Palmas, pero tuve la mala suerte de hacerlo en plena crisis y cuando terminé no había forma de encontrar un empleo. Me vine a Tenerife a casa de mis padres a ver si encontraba un trabajo, incluso gratis, pero ni eso. No había nada para mi sector. Entonces, como venía todos los días a Las Teresitas, me hice amigo del dueño del quiosco T5 y me puse a trabajar ese verano allí, pero con la intención de irme en septiembre a Estados Unidos para trabajar en lo mío. Pero se acabó el verano y los que estaban en el primer quiosco de Las Teresitas le traspasan el local a mi padre, que también se había quedado en paro. Y decidí retrasar mi viaje para ayudarlo a sacar adelante el negocio, porque ninguno habíamos trabajado antes en hostelería. Tanto es así, que finalmente no me marché a Estados Unidos”.
-Pero el sector del ocio y la restauración es muy sacrificado y nada fácil, sobre todo si no se tiene experiencia.
“Sí, y todavía más en Santa Cruz de Tenerife”.
-¿A qué se refiere?
“Las envidias son muy grandes y, como se suele decir: pueblo pequeño, infierno grande. Los políticos no sé por qué no ayudan al pequeño empresario que paga impuestos y quiere generar economía. No somos el enemigo y lo que queremos es crear empleo. Mire, en el caso de los quioscos de la playa [Las Teresitas], sí han cambiado la imagen y son más bonitos, pero la infraestructura es peor que la de los antiguos. No hay almacén. No tenemos espacio para cocinar. ¿Dónde guardamos el hielo, los refrescos, los barriles de cerveza…? El concurso fue un desastre absoluto. Lo único que se hizo fue cambiar la imagen de la playa”.
-Imagino que como el resto de locales han notado la crisis. ¿Cómo ha sido el verano?
“Bueno, la verdad es que nosotros hemos escapado este verano. Tenga en cuenta que la gente no se ha ido fuera. Se ha quedado en la Isla, como mucho se han ido unos días al Sur o a otra isla, pero la mayoría del tiempo han estado aquí y se ha notado mucho residente. La playa, además, es un lugar al aire libre donde la distancia de seguridad es más fácil cumplirla y eso, la verdad, nos ha beneficiado”.
-¿Y qué planes tienen de cara al invierno? Porque pocos turistas van a venir.
“La verdad es que los horarios de cierre nos limitan mucho las actividades, pero siempre estamos pensando en cosas. Ahora, a partir de este mes, tenemos que cerrar a las 20.00 horas. En esta zona sería estupendo poder cerrar a las 12 de la noche, como cuando estábamos al principio de la playa, y poder servir cenas. Yo no quiero convertir el quiosco en discoteca. No me interesa, pero con el tiempo que tenemos y el mar enfrente, ¿quién no cenaría aquí viendo la puesta de sol y con música agradable? Sería una maravilla poder abrir de noche”.
-¿Cuáles son los impedimentos? ¿La música?
“No, no, la música no. La tenemos que poner tan bajita que casi se oye más el motor que las canciones. Las razones que nos dan es que el concurso se sacó con esos horarios, es decir, un horario de playa, y ahora no lo pueden cambiar porque el empresario que no se presentó al concurso puede denunciar alegando que no se presentó porque el horario era otro. Mire, el gran error aquí fue cómo sacaron el concurso, porque ahora no pueden cambiarlo y, con razón, lo pueden denunciar. Hemos solicitado un montón de permisos para hacer las hogueras de San Juan, Fin de Año… y nunca nos han dado la autorización. Yo puedo entender lo de los horarios y que puede generar un conflicto legal, pero en determinadas ocasiones y para un día concreto pueden otorgarse autorizaciones, pero nunca las han atendido. Otro proyecto que presentamos al Ayuntamiento es el de placas solares. Imagínese la publicidad que daría a la playa y a Santa Cruz el decir que Las Teresitas es la primera playa que tiene quioscos que funcionan con energía renovable”.
-¿Y por qué tantas reticencias?
“Pues no lo sé. Hay mucha falta de voluntad y ganas por hacer cosas. En todas las playas de Europa y el mundo se paga por las hamacas y, si me apura, se acotan las zonas donde poner la toalla y si quieres entrar ahí y tener servicios de bebida y de baño tienes que pagar…”.
-En Sicilia, por ejemplo, solo dejan la zona de la orilla para poner las toallas sin pagar
“Pues eso. Aquí cuesta hasta pagar dos euros por las hamacas. Muchos me preguntan si son gratis. Mire, a esta playa le faltan todavía muchos años para que la gente se acostumbre a pagar lo que realmente vale esto. ¿En Santa Cruz dónde tienes un sitio en el que puedas comer con el mar enfrente? No lo hay. Este sitio es incomparable. Y le digo más, el pueblo de San Andrés tiene que entender que se beneficia de que estemos los quioscos aquí y arrastremos gente y turistas a esta parte de la Isla. Nosotros no podemos darle el servicio a las miles de personas que vienen a diario a la playa, ¿y dónde van esas personas? A San Andrés. Es economía y es empleo. Nosotros sumamos a San Andrés, no restamos. Y esto es algo que no se entiende”.
-¿Echa en falta más apoyo de los políticos?
“No hay liderazgo. No hay políticos valientes y que sean empáticos con los empresarios, que somos los que pagamos impuestos y generamos empleos. Se encierran en sus despachos y no salen de ahí a resolver los problemas. Siempre la culpa de que no se pueda hacer algo la tienen los técnicos, ¡pues que cambien la normativa! Que son ellos, los políticos, los que la pueden cambiar, no los técnicos. Le juro que durante una época corta pensé en meterme en política para cambiar las cosas, pero fue poco tiempo. Al final, la sensación que tiene uno es que un solo vecino tiene más poder que un empresario que paga el doble de impuestos y genera empleo. Yo entiendo que en algunas ocasiones tienen razón en sus quejas, pero hay otras… Llega una queja al Ayuntamiento y no tardan nada en venir los técnicos al local, y lo digo por otros locales que tengo en Santa Cruz”.
-Los votos, supongo.
“Será. Todo esto ha hecho que se me quiten las ganas. Hay un local en Santa Cruz, que no le digo cuál, que llevo detrás de él un motón de tiempo y sé que cambiándolo y dándole un giro funcionaría seguro y daría empleo a siete o diez empleados. Pagaría los impuestos que me corresponden, pero mire, no lo quiero. No quiero hacer nada más en Santa Cuz, porque todo son problemas y más problemas. No hay cariño al empresario en Santa Cruz, que es al final quien genera riqueza y empleo. Me han quitado las ganas. Llevo solo ocho años en esto y ya estoy cansado”.
-Así que nieto de un tejinero nacido en La Habana…
“Sí, me gusta mucho que se me defina así. Mi abuelo era tejinero y emigró a Cuba con solo 13 años. Su padre murió a los dos años, así que con 15 años se quedó solo y empezó a buscarse la vida. Trabajó en la construcción y creó su propia empresa, pero triunfó la revolución y se lo quitaron todo. Y mira que creía en Fidel Castro. Vino un par de veces, pero el destino hizo que mi padre y yo regresáramos a la Isla; yo con la misma edad: 13 años”.