cultura

Marisca Calza: un legado artístico y un lugar desde el que recordarla

Un grupo de amigos de la artista genovesa afincada en la capital tinerfeña, fallecida en 2014, coloca una lápida para identificar sus restos en el cementerio de Santa Lastenia
En la imagen, de izquierda a derecha, Teresa Laborda, María Rosa Alonso, Marisca Calza y, de perfil, Arturo Maccanti. / DA

En agosto de 2014 fallecía en Santa Cruz de Tenerife Marisca Calza, una mujer provista de una personalidad extraordinaria en muchos sentidos. A su sensibilidad artística se unía, dicen quienes conocieron a esta genovesa afincada en la capital tinerfeña, una afabilidad y entusiasmo casi tan grande como su curiosidad, su espíritu crítico y su sentido de la amistad. Sin embargo, pese a la gran cantidad de amigos y amigas que logró hacer en Tenerife Marisca Calza a lo largo del tiempo, el hecho de que en el momento de su muerte no hubiera junto a ella ningún familiar cercano motivó que fuese enterrada en el Cementerio de Santa Lastenia sin ningún tipo de inscripción que la identificase.

A raíz de esta circunstancia, un grupo de esas personas que tuvieron la oportunidad de conocerla y, sobre todo, de quererla, se implicó para lograr que en el camposanto capitalino se ubicase una placa identificativa. Pero no solo eso, ahora, cuando se han cumplido cinco años de su inhumación, y para evitar que los restos de la artista desaparezcan definitivamente, han asumido su traslado a un nicho, al que acompaña una sencilla lápida en la que puede leerse: “D.E.P. Marisca Calza (Pintora). Génova-Santa Cruz de Tenerife, 16 de agosto de 2014. Tus amigos no te olvidan”.

MUESTRA DE GRATITUD HACIA LA AMIGA

De este modo, explican, todo aquel que la haya conocido y quiera recordarla puede acercarse al cementerio santacrucero, en concreto, al Patio Los Jazmines, número 61, fila 3. Esta iniciativa, aclaran, es fruto de la gratitud hacia una gran amiga, pero también una manera de reconocer la figura de una relevante artista genovesa que eligió la Isla para vivir buena parte de su tiempo. Además, precisan, esta medida no resulta incompatible, al contrario, facilitaría las cosas, con el hecho de que un día su familia decida trasladar los restos a Italia, al panteón familiar.

“Pintora y conductora de las más variadas tertulias. Nací en Génova, Italia. Me encanta discutir, sobre todo con Bertrand Russell y Robespierre, si pudiera”. Así se presentaba en su blog y redes sociales Marisca Calza, quien desde su estudio en la Rambla capitalina promovía unas tertulias en las que la cultura y, dentro de ella, su pasión por el arte, se entremezclaba con la política y muchos otros temas que despertaban su interés y el de sus amistades.

Su sólida trayectoria artística, centrada sobre todo en la pintura, le permitió exponer sus obras, vinculadas al fauvismo (fierismo) y en ocasiones también ligadas a la abstracción, en múltiples galerías y espacios para el arte en Italia, España o Estados Unidos y, por supuesto, Canarias.

Sin duda, una de las muestras más relevantes que llevó a cabo fue la denominada Et habitavit in nobis (Y habitó entre nosotros), que en 2000 se convirtió en la primera exposición de arte sacro contemporáneo que albergó la Catedral de La Laguna. Un hito que incluso mereció la atención del papa Juan Pablo II, quien le remitió una carta.

TE PUEDE INTERESAR