aborígenes de canarias

Un estudio sobre semillas de cebada apunta a que los aborígenes canarios navegaban entre islas

El trabajo, que publica la revista ‘African Archeological Review’, indica que pudo existir comunicación entre Tenerife y Gran Canaria en la época prehispánica

Por José María Rodríguez (EFE)

Los pueblos aborígenes de Canarias descendían todos de unos mismos ancestros bereberes que poblaron el Archipiélago hace unos 2.000 años y que, después, permanecieron sin comunicación entre ellos hasta la Conquista, cada uno encerrado en su isla. Aunque resulte inexplicable, es Historia, pero ¿y si unas semillas de cebada lo cuestionaran todo?

Es uno de los aspectos que más sorprenden a quien se acerca por primera vez al pasado prehispánico de Canarias: ¿cómo es posible que unos pueblos que necesariamente llegaron a las islas navegando desde el norte de África se olvidaran de esa habilidad? ¿Es que siglo tras siglo nadie sintió la curiosidad de saber quién vivía en esos trozos de tierra que se observan desde su isla, al otro lado del mar?

Un trabajo que publica la revista African Archeological Review reabre el debate sobre esa cuestión, con una aproximación diferente: lo que el registro arqueológico no cuenta, puede que lo revele, el ADN de un alimento capital en la alimentación de los canarios aborígenes, la cebada.

El especialista en Arqueobotánica Jacob Morales ya publicó hace tiempo que los agricultores de Canarias del siglo XXI siembran sus campos con toda una reliquia: el mismo linaje de cebada que ya estaba en las islas antes de la Conquista, el que se conserva en varios yacimientos, el mismo que trajeron desde el continente los antepasados bereberes.

¿Y qué dice el estudio retrospectivo del ADN de la cebada canaria de hoy? Pues que se trata de una variedad que se separó de su ancestro africano hace unos 2.400 años; que hace unos 1.800 años las cebadas del resto de islas se distinguieron de la de Lanzarote, la más antigua; y que las de Gran Canaria y Tenerife fueron genéticamente la misma hasta hace 1.200 años.

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