Hay congresos políticos de ruptura y congresos de continuidad. Y este de Coalición Canaria, el séptimo de su historia, que comenzó ayer y se está desarrollando telemáticamente, parece de los primeros. No solo porque su próximo secretario general, Fernando Clavijo, ya fue presidente del Gobierno canario y es, de facto, el líder político del partido. También porque la despedida del actual, José Miguel Barragán, se convirtió ayer en una reivindicación absoluta del trabajo hecho en los últimos años que fue secundada por todos los líderes insulares de CC, con apenas algún matiz autocrítico, y con un dibujo distorsionado de los pactos postelectorales. De hecho, parecía como si el PSOE no hubiera ganado las últimas elecciones autonómicas en Canarias. A los 340 compromisarios de CC debió parecerles bien, ya que votaron por unanimidad el informe de gestión presentado por Barragán.
“¿Lo hicimos todo bien? No, es cierto que cometimos errores. Y el primero, probablemente, fue no detectar que cuatro formaciones políticas se presentaron a las elecciones con un compromiso para desalojarnos del poder”, afirmó Barragán. Extraña forma de autocrítica después de 26 años en el poder, con sus múltiples manchurrones. “No nos ha echado la gente, nos han echado los pactos, el odio y el rencor. Tuvimos un magnífico resultado electoral. Habríamos tenido más de 30 alcaldías y seis cabildos insulares. Pero aquí había un planning montado: CC, a la calle”, afirmó el secretario general del partido en Tenerife, Francisco Linares. Una idea que repitieron casi todos, con más o menos intensidad. Como si los pactos no hubieran favorecido otras veces a CC. Si no, que se lo recuerden a Juan Fernando López Aguilar, que arrasó en las autonómicas de 2007 y se quedó fuera por un acuerdo entre CC y PP.
Barragán recordó algo que ha apuntalado a Fernando Clavijo: la mejora en los resultados de las últimas autonómicas, de 166.000 votantes de 2015 a los 219.000 de 2019. También lo ha apuntalado que el Supremo archivara el Caso Grúas; aunque haya otro procedimiento, el Caso Reparos, que investiga supuestas prácticas ilegales en el Ayuntamiento de La Laguna, algunas durante su época como alcalde.
Mucha gente no daba un duro por CC fuera del poder. Pero ahí siguen. “En los años 90, Jerónimo Saavedra dijo, sobre el germen de la unidad nacionalista, que éramos como un sarampión que, en quince días, desaparecería. Se equivocaron entonces y, 27 años después, se volvieron a equivocar”, afirmó Barragán. “Lo que nos une no es el poder, sino nuestra idea de lo que necesita Canarias. Nunca lo entendieron y ahora se dan cuenta de su error. No solo no hemos desaparecido, sino que, durante lo peor de la crisis social y económica, hemos seguido demostrando nuestra utilidad a Canarias”, afirmó en relación a la política de propuestas, pactos y acuerdos que ha desarrollado CC en estos meses con el Gobierno regional.
En esa interconexión virtual de 15 sedes y varios militantes desde sus casas, resonaron con fuerza los aplausos a las palabras que pronunció el líder de CC en Fuerteventura, Mario Cabrera, que hizo un reconocimiento a la trayectoria de Barragán. Cabrera, que está satisfecho con la nueva estructura del Comité Permanente de CC, que da más poder a las organizaciones insulares, hizo ayer cierto patriotismo de partido. “En los inicios también nos decían que éramos una suma de intereses. 27 años más tarde, somos una importante realidad. Y 43 años después del nacimiento de Asamblea Majorera, el nacionalismo progresista de Canarias sigue igual de activo y como único representante, CC”, afirmó lanzando el dardo del progresismo a Nueva Canarias, con quienes anda disgustado desde que pactaron con el PSOE y Podemos varias mociones de censura en distintas instituciones majoreras, incluido el Cabildo, para desalojar del poder a CC.
De resto, no hubo más sorpresas: que Madrid no nos entiende, que no respeta nuestro estatuto y nuestro REF, que cada vez que cambia el Gobierno central hay que explicarlo todo de nuevo, que estamos abandonados, que solo ellos nos pueden defender. “Porque Canarias es una nación, compañeros”, decía el futuro secretario de Organización, David Toledo, como si nadie se hubiera dado cuenta. Otra cosa es quién manda en esa nación, cómo se reparten el poder y la riqueza o se construye una economía menos dependiente y más ecológica, una sociedad más libre, más culta, más abierta, más igual, unos medios sin controles ni presiones. Una nación que no suene a hueco.