El Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres que se celebrará mañana es una fecha para visibilizar y seguir trabajando en erradicar esta gravísima lacra que ya se ha cobrado la vida de 95 mujeres en Canarias desde 2003. La crisis del coronavirus y el confinamiento forzoso de la población agravó la violencia machista y la vulnerabilidad de las mujeres que conviven con sus maltratadores. El Servicio de Atención a Mujeres Víctimas de Violencia (SAMVV) del 1-1-2 recibió más de 2.000 llamadas, de las cuales se contabilizó un repunte del 33% de las llamadas de emergencia con peligro inminente para la vida de la mujer. Los Dispositivos de Emergencia de Mujeres Agredidas (DEMA) atendieron a más de 51 mujeres que tuvieron que abandonar su hogar con sus hijas e hijos. Canarias registró 2.204 denuncias por violencia machista durante el tramo que coincidió con el confinamiento, la segunda mayor tasa de víctimas de maltrato de España, según el Consejo General del Poder Judicial. Para la directora del Instituto Canario de Igualdad (ICI), Mónica Kika Fumero, es “una carrera de fondo”. Las acciones impulsadas por el ICI para reforzar la información y protección de las mujeres amenazadas tuvieron en el recurso Mascarilla-19 su recurso más exitoso, ya que traspasó las fronteras no solo nacionales, sino a muchos países de Europa, América, África y Asia. La respuesta institucional del ICI durante la pandemia, al mando de Kika Fumero, será reconocida mañana en los galardones que otorga el Ministerio de Igualdad.
-¿Continuaron los malos datos de violencia machista que ya se habían delatado durante el confinamiento por la pandemia?
“Son los que ya preveíamos y esperábamos debido a que nos encontramos en marzo con el estado de alarma y el confinamiento tan largo que hemos tenido y que todavía nos amenaza. Es decir, la violencia machista ha aumentado. Las últimas cifras de octubre señalan que se ha activado 182 veces el dispositivo de emergencia para mujeres agredidas y se han acogido a 18 mujeres y 12 menores en nuestros recursos alojativos. De enero a octubre ha aumentado el 7% con respecto al mismo período del año 2019, el número de llamadas al SAMVV del 1-1-2, de las cuales, el 60% fueron de emergencia. La catastrófica realidad es que sumamos 95 femenicidios desde 2003, y este 2020 han sido asesinadas Encarnación (Las Palmas), Carolina (Santa Úrsula) y Ramona (La Laguna)”.
-Desgraciadamente, los registros tienen una mala lectura
“Sabemos a ciencia cierta que ha aumentado la violencia, pero necesitamos ver que cada vez son más las llamadas y las denuncias. Un estudio que se publicó el año pasado desde el Ministerio de la Presidencia, Relaciones con las Cortes e Igualdad, señalaba que Canarias era la tercera comunidad donde más tiempo tardaba la mujer en denunciar, con una cifra escalofriante de 11 años y 9 meses desde que comienza la violencia de género en la pareja. Por lo tanto, si tenemos en cuenta que apenas se denuncia el 30% de las agresiones sexuales y poco más del 20% de la violencia de género por parte de la pareja o expareja, debemos desear que las cifras y las llamadas sigan aumentando”.
-¿La pandemia supuso un paso atrás en las políticas y los avances que se habían llevado a cabo?
“La pandemia trajo un posible jaque al avance que se ha realizado en igualdad, por tanto, debemos mantenernos firmes y, por encima de todo, mantener los recursos humanos y económicos para desarrollar y ejecutar políticas públicas que frenen esta situación de crisis que está trayendo la pandemia. Esto se traduce con una posible brecha aún mayor si cabe, una brecha digital que con la crisis económica ha aumentado, y es ahora mucho peor y peligrosa, porque en tiempos de pandemia no podíamos relacionarnos ni interactuar de la misma manera que antes, y pone en riesgo especialmente a las mujeres, al ser el eslabón más débil, quienes ocupan los puestos de trabajo más precarios y que sufren la crisis económica en primer lugar. Otro reto es poner políticas públicas y recursos para tratar en la corresponsabilidad y la conciliación, que en la época de pandemia se comprobó que las mujeres se sobrecargaron con los cuidados de los mayores y los hijos, las tareas del hogar, el sostenimiento de las familias, la planificación de compras, los deberes de los niños, las relaciones con la familia, los WhatsApps de los colegios, todo junto a su trabajo, es decir, aumentó la carga mental y el estres y afectó su bienestar”.
-Muchas parejas dijeron basta y rompieron la relación tras el confinamiento, pero otras han continuado juntas, son las que tienen mayores dificultades económicas para poder separarse, unas familias con unos climas de convivencia difíciles
“Sin duda, la pandemia generó una mayor inestabilidad emocional y frustración que influyó en todos, y más aún si la situación económica es precaria y no acompaña. La socialización a la que estamos sometidos, a las que se nos educa y a la que nos sometemos, determina como gestionamos las emociones de tristeza, alegría, frustación, el sentimiento de fracaso.., las mujeres las gestionamos de una manera mejor que los hombres, y así aparece con mayor frecuencia la violencia. La crisis puso a prueba el estado anímico de cada persona. Con la crisis económica también aumentó la dependencia de la mujer, más vulnerable, sobre el varón, y algunas se quedan en la zona de confort, aunque la misma implique violencia, porque hay muy pocas o ninguna herramienta para salir adelante. Lo que tenemos que hacer desde el Gobierno y las instituciones es reforzar e incrementar la red de recursos para que esa situación no sea una excusa para quedarse en sus hogares donde están sufriendo violencia. Tenemos recursos para darles alojamiento, manutención, un asesoramiento jurídico y psicológico y acompañarles en todo el proceso de recuperación”.
-¿Aumentó la concienciación de otras personas externas a las parejas a la hora de denunciar presuntos casos de violencia de género?
“Se llegó a aumentar hasta el 21% las llamadas de terceros alertantes durante el confinamiento, lo que indica que hay una mayor concienciación y sensibilización por parte de la sociedad. Queda todavía muchísimo por hacer, pero nos gusta reconocer lo positivo y ser optimista en este sentido. La sociedad cada vez habla más de esto, los medios de comunicación están haciendo una buena labor, cada vez se cree más y hay más conciencia de que la violencia no es un problema privado que surge de puertas para dentro, sino que es un problema social, público, y como tal tenemos que responder toda la sociedad en conjunto”.
-Háblenos de Mascarilla-19 ¿Qué dudas encontró en los inicios? ¿Qué pasos seguirán ahora?
“En este momento estamos llevando a cabo un estudio del impacto que ha tenido la acción Mascarilla-19 y podemos asegurar que cada día nos sorprendemos más. Estos días conocimos que en Egipto también se había implementado la campaña. Estamos sorprendidas del impacto tan grande que ha tenido y que está teniendo, y de las mujeres que han utilizado el recurso. El mayor impacto que ha tenido esta campaña, en primer lugar, ha sido a sensibilizar, durante el periodo de confinamiento, a la población de que la violencia de género es un problema público y social, y nos concierne a todos, y en segundo lugar, el cambio de posicionamiento, la sensibilización y el impacto positivo desde las farmacias que, siendo agentes sanitarios que ejercen en los barrios y el vecindario, ha sido uno de los mayores éxitos de la campaña”.
-¿Qué dudas encontró en los inicios de la implantación de Mascarilla-19?
“Estamos llevando a cabo un estudio del impacto de la acción Mascarilla-19 y cada día nos sorprendemos más del impacto tan grande que está teniendo, y de las mujeres que han utilizado el recurso. Su mayor impacto, en primer lugar, ha sido sensibilizar que la violencia de género es un problema concierne a todos nosotros y debemos responder como sociedad, y en segundo lugar, el cambio de posicionamiento, la sensibilización y el impacto positivo desde las farmacias que ha sido uno de los mayores éxitos. Cuando se lo comuniqué a los presidentes de los colegios, desde el primer momento se mostraron predispuestos. Después lo hablamos con la Policía Nacional y con el Servicio de Atención a Mujeres Víctimas de Violencia del 1-1-2. Cuando trasladamos Mascarilla-19 a las farmacias alguna mostró sus dudas por el temor a la represalia dentro del propio entorno. Sin embargo, un mes después ellos mismos salian posicionandose a favor y señalando el orgullo que sentían de poder ayudar a las víctimas de su entorno”.
-¿Tiene previsto expandir esta acción a otros sectores?
“Las farmacias seguirán estando ahí para hacer de intermediarios entre las víctimas y el 1-1-2 y estamos pendientes de firmar un nuevo convenio para desarrollar una serie de acciones durante todo el año. También ha surgido el interés de algunas cadenas de supermercados que quieren formar parte. Las cajeras quieren dar el paso ya que conocen y tienen confianza con sus clientas, ven sus caras y sus estados de ánimo. El próximo año también tenemos el proyecto en un municipio donde intervendrán farmacias, supermercados, estancos, peluquerías, etc. Espero que más personas y empresas se posicionen en contra de la violencia, la acorralen, la estigmaticen, la señalen, lo que tendrá un efecto disuasorio sobre los agresores”.
-En 2019, 271 menores de 24 años fueron condenados por violencia de género (31 más que en 2018), y de ellos, tres no habían cumplido los 18 años. ¿Hay que incidir más en la educación en igualdad para erradicar estas prácticas machistas?
“Siempre ha habido violencia entre los jóvenes, pero ahora hablamos más y somos más conscientes de lo que hay y tenemos una mirada más educada. Desde el ICI estamos a punto de sacar los resultados de un macroestudio cuantitativo y cualitativo entre la juventud canaria para saber qué percepción tenían nuestra juventud sobre la violencia de género. Los primeros datos han dado como resultado cosas que palpábamos cuando íbamos a los institutos y hablábamos con la adolescencia. Tienen aprendido e interiorizado lo que es el discurso, pero no lo tienen aprehendido, es decir, tienen claro lo que es violencia y lo que no lo es, lo que es una relación sana y una relación tóxica, lo que pueden permitir o no, pero a la hora de la práctica no lo llevan a cabo, hay una frontera, una barrera, no traspasa a la vida cotidiana. Desde Educación me consta que están trabajando en ello, y desde el ICI en esta nueva legislatura hemos creado un área de coeducación y estamos trabajando todos los días en contacto directo con los agentes zonales y con los centros que nos llaman directamente, generando más material y recursos digitales y online para hacer llegar nuestras campañas sobre la trata de seres humanos, la prostitución, la campaña del 25-N, las cuñas de video, de radio, los spot publicitarios, los posters…, los estamos convirtiendo en recursos didácticos para generar talleres entorno a esos materiales para llevarlos a las aulas y tratarlo en la comunidad educativa”.
-Todavía hay mucho que mejorar en las desigualdades de género en el trabajo, los contratos, los sueldos y el techo de cristal de los altos cargos
“La brecha laboral sigue estando ahí y ahora más que nunca con la situación económica. Debemos estar atentas y poner nuestros esfuerzos en paliar esa brecha, lidiar con ella y que no aumente. Los trabajos precarios, los peores pagados, siguen estando ocupados por mujeres y en más del 90% de los permisos para el cuidado de hijos los pide la mujer. El sistema es muy perverso, con la excusa de que eres la que tienes el trabajo peor remunerado, tienen que renunciar y no consiguen salir de ese ciclo viciado debido a la precariedad. Las empresas tienen que tener una corresponsabilidad social y mirar quienes ocupan los puestos de poder, porque mayoritariamente nos encontramos empresas donde el 79% de la plantilla son mujeres, pero los altos cargos son todos hombres, y ser conscientes de algo tan simple como cuándo se ponen las reuniones o dónde se tomas las decisiones y en qué contexto, favorecen al varón”.