La edad de quienes pagan por tener sexo con una mujer continúa bajando y así lo indican expertas en violencia sexual como la profesora de la Universidad de La Laguna Esther Torrado. Pese a la conocida violencia que entraña esta acción, quienes explotan a sus víctimas están encontrando cómo llegar a un consumidor cada vez más joven. Para ello, los proxenetas no descartan viejas vías como la explotación en las calles, bares o pisos, pero ahora recurren también a Internet.
Plataformas pornográficas como Onlyfans, donde las jóvenes pueden vender vídeos íntimos bajo la premisa de convertirse en sus “propias jefas” o la idealización de la figura de la sugar baby, que consiste en recibir regalos o dinero a cambio de tener sexo con un varón de edad superior, son estrategias del sistema prostitucional para ‘disfrazar’ a este negocio y hacerlo pasar por “divertido”.
“Para justificar este tipo de violencia en la sociedad actual, hay que dulcificarla. Lo de los sugar daddies no es ni más ni menos que varones mayores que abusan de su poder por edad y por situación económica, de jóvenes en situación de vulnerabilidad”, denuncia Torrado.
Con respecto a plataformas como Onlyfans, la socióloga alerta de que, aunque “aparentemente no son de prostitución, los hombres sí pueden ver las imágenes de las mujeres y ellas no pueden ver las de los hombres”, lo que supone que “él es quien elige y ella quien obedece” y deriva en “una forma más de mercantilización del cuerpo de las mujeres”.
Además, Torrado desmiente que las mujeres prostituidas se beneficien económicamente de su situación, ya que son “quienes se llevan la peor parte”, sufriendo las secuelas que conlleva la propia actividad y que han narrado víctimas que lograron escapar del sistema prostitucional como la activista Amelia Tiganus.
De la normalización de la prostitución por parte de la juventud es conocedora también Elena González, trabajadora social de Hermanas Oblatas, una congregación que lleva más de 30 años ofreciendo ayuda a mujeres en Canarias para escapar de la prostitución y que recorre los institutos de Tenerife cambiando la visión que los jóvenes tienen de la explotación sexual con su programa Cienmiradas.
“Cuando damos charlas en los institutos me sorprende que la juventud conoce estas plataformas y ve normal la exposición sexual y de la intimidad de las personas”, cuenta González.
Para evitar que los menores caigan en las actitudes machistas que desde el sistema prostitucional se intentan inocular a los menores, tanto González como Torrado insisten en la necesidad de que haya una asignatura de educación afectivosexual en el curriculum educativo.