Como no podía ser de otra manera, la pandemia actual también se dejó sentir a la hora de celebrar Halloween en las Islas. La jornada más terroríficamente divertida del año se vio seriamente afectada por las medidas de prevención para frenar la propagación de la COVID-19 y, si bien durante el día se pudo contemplar a no pocos niños y niñas ataviados con sus disfraces de espeluznante simpatía, nada tuvo que ver su incidencia popular respecto a ediciones anteriores, donde año tras año se pudo comprobar que esta tradición llegada desde el otro lado del Océano ha venido para quedarse en España y, por ende, en el Archipiélago,
La clave pasó por la supresión de todo tipo de reuniones masivas, ya fueran encuentros privados, fiestas callejeras e incluso conciertos. No en balde, la segunda ola del coronavirus supone, hoy en día, la peor amenaza para Canarias, que intenta recuperar parte de su actividad turística.
Como quiera que los incívicos siguen mostrando su desprecio por el bien común, las fuerzas de seguridad, tanto estatales como locales, se desplegaron anoche para velar por el respeto de las normas sanitarias y disolver cualquier grupo con más de 10 integrantes.