
“No se trata de atacar al ejército invasor, que eso sería una vacuna, sino de reforzar nuestras murallas para evitar que nos invadan, que es lo hacemos con la glicina”.
La frase, pronunciada por el profesor Enrique Meléndez-Hevia en conversación con DIARIO DE AVISOS, permite a cualquiera comprender la apuesta que este catedrático de Bioquímica y Biología Molecular de la Universidad de La Laguna por sus métodos a la hora de combatir cualquier infección susceptible de ser transmitida al ser humano y, por ende, el dichoso coronavirus-19 que tanto ha convulsionado a la Humanidad durante este 2020 que ya toca a su fin.
Se trata, como hace 20 años, de la glicina, cuyo alto contenido en colágeno es clave para reforzar esas murallas a las que aludía Meléndez Hevia, como es la matriz extracelular, “una barrera mecánica contra los agentes infecciosos, incluidos los virus”, detalla el experto.
Que el también director y fundador del Instituto de Metabolismo Celular (IMC) es un apasionado defensor de las bondades que para la salud tiene la glicina (por cierto, un producto totalmente inicuo que de por sí fabrica el ser humano aunque en dosis menores a las deseables) se sabe desde hace veinte años, pero la novedad, claro está, radica en la importancia adquirida por esta nueva pandemia, y en los ensayos que, con óptimos resultados, ha llevado a cabo durante varios años en el IMC.
Esos ensayos cuentan ya con el aval de una revista internacional, Journal of Functional Foods, quien ya ha publicado un artículo a este respecto a Meléndez-Hevia y al que ya se puede acceder on line, a la espera de que el mes que viene salga en la edición de papel de dicha publicación, que tiene como objetivo “reunir los resultados de la investigación fundamental y aplicada sobre alimentos saludables e ingredientes alimentarios biológicamente activos”, tal y como la autodefinen sus principales responsables.
Insiste Meléndez-Hevia en resaltar que no solo no estamos hablando de vacunas, como se ha explicado, sino que se trata de abordar el problema de las infecciones (tan de actualidad por la Covid-19) desde un enfoque distinto y que cuenta con la ventaja de no arrastrar los problemas que acarrean las vacunas. A este respecto, es menester recordar que, por ejemplo, la vacuna de la gripe tiene que renovarse cada año por las distintas mutaciones del virus, mientras que seguimos sin dar con un remedio para el virus de inmunodeficiencia humana (VIH), causante, como es sabido, del SIDA.
Básicamente, Meléndez-Hevia explica en su artículo que “la matriz extracelular, compuesta principalmente de colágeno, es una barrera mecánica contra los agentes infecciosos, incluidos los virus. Se necesita una alta disponibilidad de glicina para un recambio de colágeno saludable”, pero el problema radica en que “la glicina producida por el metabolismo humano es mucho menor que las necesidades de las células, lo que da una deficiencia general de glicina de 10 gramos al día en los seres humanos”.
Siempre en palabras del especialista, “el objetivo de este trabajo fue comprobar si la deficiencia general de glicina que produce una matriz extracelular débil estaba relacionada con infecciones. Esto fue investigado por una investigación nutricional que suministró glicina a 85 voluntarios, con un grupo de control de 42 que no la tomó durante tres años. Los resultados mostraron que quienes tomaron glicina no tenían infecciones o muy reducidas (principalmente por virus) mientras que no se observaron efectos en el grupo de control. Por lo tanto, llegamos a la conclusión de que la deficiencia general de glicina resuelta al tomarla como complemento nutricional puede combatir la invasión del virus”, apunta Meléndez-Hevia respecto a unos trabajos que se prolongaron durante tres años.
“La mejora del colágeno en la matriz extracelular siempre será eficaz y firme frente a cualquier agente invasivo”, sostiene el catedrático lagunero, para quien “la estrecha relación que hemos mostrado aquí entre la consistencia y la fuerza de la matriz extracelular, basada en colágeno sano, y la resistencia a los virus destaca la necesidad de mantener esta estructura en buenas condiciones, para lo cual es necesaria la suplementación dietética de glicina”.
Inofensiva
Eso sí, para Meléndez-Hevia es importante “señalar que el tratamiento con glicina no es específico contra ningún virus en particular como, por ejemplo, Covid-19, pero es mucho más general, contra cualquier agente infeccioso, que incluye, por supuesto, virus”.
Por todo ello, “en los casos en los que probablemente no sea realista esperar un protocolo minuciosamente probado para combatir nuevos virus, como el actual de Covid-19, el tratamiento que proponemos aquí puede ser útil, ya que la glicina es inofensiva”, propone Enjique Meléndez-Hevia.
Patente de la Oficina Europea
Para poder llevar a cabo sus trabajos, Enrique Meléndez-Hevia cuenta con el Instituto de Metabolismo Celular, organización privada sin fines de lucro cuyo único objeto, según sus estatutos, es la Investigación Científica en Bioquímica y Biología Molecular.
La investigación de IMC se apoya principalmente con sus propios recursos, aunque ocasionalmente puede recibir subvenciones de otras instituciones. Es una Institución que procura evitar la dependencia de las políticas gubernamentales, que en ocasiones no basadas en criterios científicos sólidos.
Entre sus logros, la concesión de una patente de la Oficina Europea (EPO) para el uso de glicina en el tratamiento de la osteoartritis y la osteoporosis.