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Víctor Hubara, de Abubukaka: “Somos cañeros, pero el único de los cuatro que bebe cerveza soy yo”

No aguantó más de quince días en Empresariales. Más que una carrera, fue un paseo. Con el tiempo, es copropietario de una sociedad limitada: una tienda con academia
Víctor Hubara, componente de Abubukaka. / DA

Víctor Hubara, componente de Abubukaka. / DA

No es presuntuoso generando expectativas. Víctor Hubara junta migas y le sale un pan de masa madre.  

-¿Pésimo actor, mal humorista y peor persona?
[Risa] “Lo bueno es venderse mal para que la gente no se lleve una decepción. Ese es un truco para impresionar”. 

-¿Cuándo te sorprendiste a ti mismo?
“Pues, mira, realmente nunca pensé que me fuera a dedicar a esto. De pibe me gustaba mucho el cine. Mi padre me llevaba y el tío de un amigo era dueño de los multicines Galaxy, en Gran Canaria. Con dos pases gratis iba dos o tres veces por semana. No me sentía tan atraído por el teatro, hasta que me apunté a un cursito. La verdad es que siempre se me dio bastante bien en el colegio y en el instituto, pero plantear en casa estudiar interpretación era una locura. ‘Haz algo antes y ya se verá después’. Me alegra que ahora sea una primera opción”. 

-¿De qué te sirvieron quince días en Empresariales?
“¡Imagínate! Bueno, hoy en día estoy en una empresa de espectáculos que es nuestra [de Abubukaka]. Quince días de unas nociones básicas para no querer ser empresario y, al final, lo soy. ¡Genial!, porque lo he conseguido por el camino de lo que me apetece. Lo que comenzó en un bar se convirtió en una sociedad limitada, con trabajo diario de oficina”. 

-Como otros tantos…
“¡Tal cual! En un bar de La Laguna a cambio de cerveza y 10 o 20 euros”. 

-¿Qué bar era?
“El Café 7”. 

-Y desde entonces…
“El grupo inició su andadura en 2006 y yo me incorporé en 2008, aunque los conozco desde 2004. Ellos estudiaron en la Escuela de Actores en una promoción superior a la mía. Coincidíamos en los pasillos y ahí congeniamos. Luego, uno de los componentes no acudió a una actuación y entré yo. Estaba de público e improvisé con ellos. A partir de ahí, el chico no pudo seguir y me quedé”. 

Un capricho del destino!
“Sí. Ocurrió en el Café 7, terminando la carrera yo. La clase nuestra asistió de público. Ellos estaban cogiendo popularidad en este formato. Era muy divertido. Ese verano los acompañé al festival de Tárrega [Fira de Teatre al Carrer, en la provincia de Lleida, un mercado internacional de las artes escénicas]”. 

-Para actuar en el café teatro, no ayuda ser un cortado…
“¡Ojo! No es que sea una persona tímida, pero tampoco estoy de risas y fiestas siempre. Ni mucho menos. De los cuatro, probablemente sea el más extrovertido. Cada uno tiene su carácter. Somos diferentes y nos llevamos muy bien”. 

-Lo tuyo era un expreso…
“Esos quince días de Empresariales marcaron mi futuro. Provocaron que no estudiara interpretación en Gran Canaria, porque las pruebas de acceso se convocan un año en cada isla. Lo intenté. Sin embargo, el plazo estaba cerrado y tendría que esperar dos años. Vine a Tenerife y posteriormente estudié cine en Madrid. Por culpa de esos quince días de Empresariales, estoy pasando frío en La Laguna. Si no, estaría en mi barrio, Guanarteme”.  

-¿Qué fue lo primero que aprendiste en la escuela? 
“Al margen de la formación profesional, lo recomiendo por la experiencia personal. He descubierto que el teatro es terapéutico y que sienta muy bien a la gente. Independientemente de las aspiraciones de ser actor o actriz, es una forma de apertura emocional, de relación con tus compañeros, de cercanía con los maestros… Te genera un patrón de vida”.  

Abubukaka. / DA
Abubukaka. / DA

-¿De dónde procede el nombre de Abubukaka?
[Pausa reflexiva] “De esa pregunta se encarga un compañero. Por lo visto, cuando iban a estrenar en el Café 7, les pidieron un nombre y el filósofo del grupo, el más leído, dijo Abubukaka. Yo hubiera respondido ‘comedia de risa’. Amanhuy [Cala Yanes] estaba leyendo en esos momentos un manifiesto dadaísta [movimiento antiartístico, antiliterario y antipoético]. Abudadá eran los balbuceos de un bebé en Francia y él le metió kaka. ¡Buah! Nos tuvieron que censurar en Televisión Canaria para que la gente se lo aprendiera. Nos han llamado lo que no está escrito”. 

-Las crisis productivas o de ansiedad suelen potenciar la capacidad creativa…
“Nosotros nacimos con una crisis que no veas y ocupamos un hueco. Ahora hemos montado una tienda con academia [en el número 40 de la calle de Heraclio Sánchez, en el local que deja Fotocopias Mateo]”. 

-¿No se les ha ocurrido crear una compañía eléctrica para gestionar la energía positiva?
“¡Je!”. 

-Tú desempeñas otros menesteres, ¿no?
“Sí, no me puedo estar quieto. Me encanta la publicidad; sobre todo, cuando me llaman por cómo es mi estilo. Y el cine, series de televisión… Lo que se me ponga delante”. 

-¿La afición por la cerveza está relacionada con la adicción a dar caña?
“Cañeros somos, pero el único que bebe cerveza soy yo. Con Dorada ha sido espléndida la relación. Estoy contentísimo. Han confiado en mí y me han dado mucha libertad. Como canarión, me ha hecho ilusión participar este año en una campaña junto a Tropical, una gran oportunidad para brindar por lo que nos une”. 

-Eso te permite subir como la espuma…
“La espuma que no falte”. 

-¿Qué papel representa el vídeo para el grupo?
“La expresión audiovisual ha sido una carta de presentación. El vídeo llega a mucho público, despierta el interés por lo que hacemos y propicia que nos sigan más en el teatro”. 

-¿En el arte callejero prevalece la mueca?
“Mueca [programación cultural de variadas propuestas artísticas en el Puerto de la Cruz] constituyó nuestro mayor escaparate, muy bonito”. 

-¿Qué se ha quedado en la cuneta durante estos años?
“Cosas censurables [risa], ideas que vamos rescatando”. 

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