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El CCPC publica ‘Memorias de un Árbol’, de Amílcar Martín Medina

La novela toma como protagonista a un almácigo centenario de Guía de Isora para exponer la necesidad de modificar con urgencia la conducta del ser humano hacia la naturaleza
Amílcar Martín Medina. / DA

Todo empezó en Guía de Isora. Un histórico árbol, un almácigo que vio nacer el pueblo hace 500 años, fue la chispa que inspiró al escritor Amílcar Martín para convertirlo en protagonista de excepción de estas singulares Memorias de un Árbol, que acaba de publicar el Centro de la Cultura Popular Canaria (CCPC). Una original idea la de este químico, apasionado de la docencia y escritor de vocación. Un texto delicioso en el que el escritor, a través de este árbol, nos plantea una serie de reflexiones sobre un mundo en profundo deterioro ambiental causado por la contaminación, la pérdida de biodiversidad y el cambio climático, en parte provocados por los humanos. Todo contado por un árbol, un viejo e histórico almácigo ubicado en Guía de Isora.
“Esta es la historia de un árbol y un pueblo, de un ser fijado a la tierra siempre mirando al cielo, cuyas reflexiones a través del tiempo van dirigidas a todos los seres vivos, exhortándonos a modificar con urgencia nuestra conducta con la naturaleza para preservar el bien más preciado: la vida”, cuenta el autor.

DOCENCIA Y ESCRITURA

Amílcar Martín Medina es catedrático de Física y Química por la Universidad de Las Laguna (ULL) y ha simultaneado su labor docente en Secundaria con la enseñanza universitaria en el Departamento de Química Inorgánica de la ULL hasta su jubilación. En 1989 es nombrado por el Gobierno regional coordinador en el Área de Ciencias Experimentales del programa Ábaco Canarias, cuyo objetivo era aplicar la informática a la enseñanza, impartiendo cursos con ordenadores en el Área de Ciencias Experimentales por las islas y utilizando, por primera vez en el Archipiélago, sensores para la captura de datos. Fruto de este trabajo ha sido el libro Experimentos de Física y Química: desde el determinismo al caos, un texto precursor de otro que está a punto de publicarse con el título de Experimentación con sensores en Física y Química: del laboratorio a la naturaleza. Asimismo, desde finales de los años 80 inicia una actividad literaria que se concreta en la publicación de dos novelas: La noche de San Juan y El Sr. X.

TESTIGO SILENCIOSO

“La existencia de un viejo árbol, un almácigo, en la parte más antigua de Guía de Isora me motivó a escribir este relato”, explica Amílcar Martín. “El significado del árbol para los isoranos es el de un testigo inmóvil y silencioso del acontecer”. “Inicialmente la idea era contar las vivencias de un árbol dotado de inteligencia en paralelo a acontecimientos singulares acaecidos en el pueblo -detalla-, pero en el curso de la escritura introduje el problema del cambio climático, convirtiendo al viejo almácigo en testigo y centinela impotente del desastre medioambiental”.

El autor señala que con este volumen pretende ofrecer “una reflexión sobre las nefastas consecuencias ambientales que nuestro sistema de explotación indiscriminada de recursos ha ocasionado, por una parte, y, de otra, un alegato breve sobre problemas existenciales, el tiempo y el infinito, entre otros. En un plano más íntimo, he tratado el tema del amor en el idilio entre el almácigo y la palmera”.

Portada de ‘Memorias de un Árbol’. / DA

De esta manera, el principal mensaje que traslada Memorias de un Árbol al lector es “la vulnerabilidad de la existencia, la fragilidad de la vida. Nunca hasta ahora, con la pandemia de la COVID-19, hemos sido tan conscientes de esa realidad. También el convencimiento de que todos somos necesarios y que la vida existe gracias a delicados equilibrios, donde participan los tres reinos de la naturaleza, que un progreso mal entendido está destruyendo”. “La Tierra debe considerarse como un sistema vivo en su conjunto -concluye el autor-, incluyendo el reino mineral. Esa globalidad la reflejo en el viejo árbol, que al final sospecha que ha tenido otras vidas como animal y como humano, y que siente cómo se mineraliza su tronco en un viaje irreversible al reino inorgánico”.

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