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Estados Unidos se pone a trabajar

El presidente Biden no pierde un minuto en hacer frente a la crisis nacional
Joe Biden. | EUROPA PRESS
Joe Biden. | EUROPA PRESS
Joe Biden. | EUROPA PRESS

Joe Biden llegó a la Casa Blanca en un momento de extraordinaria crisis.

Una pandemia que ha matado a más de 400.000 estadounidenses y ha eliminado casi 10 millones de puestos de trabajo. El nuevo presidente tiene que lidiar con el cambio climático, un ajuste de cuentas nacional sobre la justicia racial y un electorado amargamente dividido. La misión de hacer frente a los gravísima situación se reflejó en la ráfaga inicial de acciones ejecutivas de Biden. A las pocas horas de su toma de posesión, Biden reincorporaba Estados Unidos al Acuerdo de París y a la Organización Mundial de la Salud y anulaba la prohibición que restringía la inmigración procedente de una serie de países de mayoría musulmana. Movimientos con la intención de dejar claro que su presidencia evitará las tendencias aislacionistas de su predecesor: America First se convirtió en cuatro años en America Alone.

Los primeros tres meses de Biden en el cargo tendrá dos objetivos principales: frenar la propagación de la COVID y brindar asistencia económica a las familias necesitadas. Para el 30 de abril, día en el que Biden cumple 100 en el cargo, la Administración espera haber vacunado a 100 millones de estadounidenses, haber autorizado la Ley de Producción de Defensa para aumentar el suministro de vacunas y haber reabierto de manera segura la mayoría de las escuelas primarias y secundarias. Los asesores de Biden, la mayoría trabajando de forma remota, han estado elaborando una batería de políticas, cambios regulatorios y lenguaje legislativo que implementar dentro de las primeras semanas. Los programas que Biden puede ejecutar, como supervisar la distribución ordenada de vacunas y alentar a los estadounidenses a vacunarse, requerirán un nivel de disciplina y organización que la Casa Blanca no ha visto en cuatro años. Coincido con la revista Times en algunos de los desafíos a corto plazo a los que se enfrenta el presidente Biden.

El reto de las vacunas

Pese a que la gestión de la pandemia está ahora en manos competentes, existen retos fuera de su control. La Administración Biden dependerá de un Congreso dividido para autorizar la financiación tanto para la distribución de vacunas como para el rescate económico. Biden ha instado a los legisladores a actuar rápidamente para aprobar una versión del paquete de ayuda de 1.9 billones de dólares que propuso el 14 de enero. Pero aún no está claro cuánto apoyo republicano puede reunir. Incluso con un estrecho control demócrata de ambas cámaras, el ritmo de las negociaciones puede verse frenado por el juicio político del expresidente Donald Trump en el Senado. Mitch McConnell, ahora líder de la minoría republicana, ha solicitado que se retrase su inicio dos meses. Biden espera aprovechar un amplio apoyo al estímulo económico para impulsar una agenda progresista, incluido el aumento del salario mínimo nacional 15 dólares la hora, y más fondos para las clínicas de salud comunitarias, políticas que marcarían el comienzo de una recuperación a largo plazo.

Frenar la pandemia

La vacuna se está implementando más lentamente de lo esperado, las tasas de contagio están empeorando y algunos expertos predicen que hasta 700.000 estadounidenses podrían morir a causa del coronavirus antes de que se contenga. Biden tiene la intención de alterar esa ruta acelerando la distribución de vacunas con un plan que depende de un programa federal de 20 mil millones de dólares.  A diferencia de su predecesora, la nueva Administración participará en el proceso de distribución de suministros de dosis a las poblaciones prioritarias, en lugar de dejarlo en manos estatales. Para ello, el nuevo Gobierno ha contratado a un nuevo quipo de expertos en salud pública e invocará la Ley de Producción de Defensa con el fin de aumentar la producción de las dosis y material protector. La Administración Biden también presionará para facilitar el acceso a la vacuna a los estadounidenses que forman parte de la fuerza laboral. Al mismo tiempo, Biden lanzará una campaña para despolitizar el uso de mascarillas con la ayuda de líderes comunitarios, que a estas alturas aún no es generalizado tras casi un año de desinformación, reparar ese daño será una tarea extraordinaria.

Reactivación de la economía

La mayoría de los economistas estadounidenses creen que tan pronto como la amenaza de la COVID disminuya mediante las vacunaciones masivas y la inmunidad colectiva, la economía comenzará a recuperarse por sí sola. Pero es una tarea difícil incluso si los planes de Biden para acelerar la distribución de vacunas tienen éxito, ya que no se espera que el país logre este hito hasta el verano o el otoño. La propuesta de estímulo económico que Biden lanzó el 14 de enero se centra principalmente en aliviar las consecuencias hasta entonces, ampliando la prestación por desempleo semanalmente hasta septiembre, aumentando la cantidad asignada de 300 dólares a 400, y depositando pagos directos de 1.400 dólares a la mayoría de los estadounidenses, pagos que son libres de impuestos. El plan también canalizaría 130 mil millones de dólares a los centros escolares para una reapertura segura, así como 15 mil millones en subvenciones para que las pequeñas empresas puedan complementar la pérdida de ingresos. Para aprobar dicha legislación en un Senado dividido, Biden necesitará no solo el apoyo demócrata al completo, sino también los votos de al menos 10 republicanos.  Los demócratas podrían saltarse el requisito de 60 votos empleando un procedimiento presupuestario conocido como reconciliación, pero hacerlo probablemente restringiría el alcance del paquete y podría socavar el mensaje de cooperación bipartidista de Biden. Aún así, no toda la agenda económica de Biden está sujeta a los juegos del Congreso. Por medio de órdenes ejecutivas ha establecido que extiendan la moratoria federal sobre desahucios y embargos hasta el 31 de marzo, y la pausa en los pagos de préstamos estudiantiles federales hasta el 30 de septiembre.

Justicia social

La crisis de justicia racial también ocupa un lugar primordial en los cambios políticos del presidentes. El 20 de enero se convirtió en el primer mandatario estadounidense en condenar explícitamente la supremacía blanca en un discurso de investidura. El plan de estímulo propuesto por la Administración también aborda varios elementos planteados por el movimiento Black Lives Matter al incluir ayudas para las comunidades de color afectadas de manera desproporcionada por la pandemia, fondos para expandir los centros de salud comunitarios y priorizar la ayuda para las pequeñas empresas propiedad de minorías. Biden está implementando iniciativas para ampliar el acceso a la atención médica para las mujeres de color y reformar el sistema de justicia penal. Pasos necesarios para corregir los defectos que han llevado a una importante brecha de desigualdad económica y judicial al diverso entramado social de la nación.

Cambio climático

Además de reincorporarse al Acuerdo de París, Biden rescindió el permiso del oleoducto Keystone y ordenó que restablecieran las regulaciones ambientales que el expresidente había revocado, como las reglas sobre las emisiones de metano en la producción de petróleo y gas. Biden ha dicho anteriormente que usaría el poder adquisitivo del gobierno federal para impulsar la demanda de productos ecológicos, una medida que los expertos esperan que haga desde el principio, al ordenar a las agencias federales que compren vehículos de bajas emisiones y otros bienes ecológicos.

Inmigración

El nuevo gobierno también planea revertir una serie de políticas de inmigración de la era Trump. Biden ya ha presentado un proyecto de ley que crearía una vía hacia la ciudadanía para millones de inmigrantes indocumentados e impulsaría la ayuda al desarrollo para los países centroamericanos. Planea crear un grupo de trabajo para tratar de reunir a más de 600 niños separados de sus padres después de cruzar la frontera entre Estados Unidos y México bajo la política de ‘tolerancia cero’ de Trump.

Estados Unidos no resolverá en los primeros 100 días los graves problemas que ha venido sumando desde hace décadas y que empeoraron de forma caótica en los últimos cuatro años, pero es refrescante y esperanzador ver a una Administración con un mensaje positivo, competente, y desde el primer día dedicada a trabajar. Naturalmente, habrá oposición, es normal y saludable, pero mientras se haga desde el respeto y con la intención de sacar a la nación del verdadero pantano en el que se encuentra en estos momentos, estos cambios son bienvenidos.

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