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Estados Unidos tendrá mañana un nuevo presidente

La jornada previa de Biden y Trump muestra la gran diferencia entre las prioridades de ambos
Estados Unidos tendrá mañana un nuevo presidente
Estados Unidos tendrá mañana un nuevo presidente
Estados Unidos tendrá mañana un nuevo presidente.

Mañana es un día de celebración en Estados Unidos. La transición pacífica de poder entre un mandatario saliente y un nuevo líder elegido por el pueblo es un paso fundamental en la conservación de la democracia.

Cada vez que un nuevo presidente es inaugurado un 20 de enero en la historia moderna de la nación norteamericana, una serie de actos simbólicos cementan la vida política del país, demuestran el civismo entre ambos presidentes sean o no del mismo partido, y demuestran a la nación que las amargas campañas políticas quedan atrás y el bienestar del país va siempre por delante del partido.

Este 20 de enero de 2021 rompe con muchas de estas tradiciones. Miles de fotografías han documentado hasta ahora la cortesía entre los presidentes y sus familias. Recibir al nuevo mandatario en la Casa Blanca, invitar a café la mañana de la investidura, asistir a la toma de posesión…todas acciones dirigidas a conciliar a un país que acaba de enfrentarse en un proceso electoral democrático.

Esta transición pasará a la historia por carecer el presidente actual de la clase y civismo de políticos anteriores. No habrá invitaciones a la Casa Blanca, no habrá felicitación y sinceros deseos para el nuevo presidente. Donald Trump no acepta que perdió unas elecciones justas y, aunque demanda una despedida con honores en la misma mañana de la toma de posesión del nuevo líder de Estados Unidos, terminará por salir por la puerta de atrás.

La capital, desconfiada

La capital de Estados Unidos amanece fría hoy. La temperatura es baja y los cielos están descubiertos, pero los ánimos están encapotados.

En lo que suele ser un frenesí de preparativos para la inauguración presidencial, en esta ocasión tiene el sabor amargo de celebrarse en el mismo lugar en el que dos semanas antes una turba armada asaltaba el Capitolio. La multitud que suele reunirse para celebrar este acto democrático, este año de pandemia, y por temor a nuevas insurrecciones, se reduce al espectáculo patético de una ciudad tomada por uniformes de camuflaje. Hasta ahora, al margen de un par de arrestos de personas sospechosas armadas, las calles están silenciosas. Pero la capital es una ciudad desconfiada.
La presencia de 25.000 soldados de la Guardia Nacional, una fuerza conjunta que supera en número a los efectivos militares estadounidenses combinados en Afganistán, Irak y Siria, es vista con resignación por quienes entienden que es la única manera de mantener a raya posibles ataques de terroristas domésticos, y con desconfianza por parte de aquellos que temen (y razones tienen) que entre las filas de los vigilantes haya radicales infiltrados. El FBI anunciaba ayer que estaba revisando los expedientes de los militares presentes en la inauguración para evitar sorpresas desagradables.

Por supuesto, todavía no cabe descartar un posible último acto desesperado de Donald Trump, quien consultaba el fin de semana pasado con su aliado Michael Lindell, un millonario que se hizo famoso por vender almohadas y que ahora forma parte de la camarilla del presidente, en una visita a la Casa Blanca con documentos bajo el brazo pertinentes a una invocación de la ley marcial, y la Ley de Insurrección, con el fin de perpetuar a Trump en el poder. Acciones descabelladas, pero que ya poco pueden sorprendernos.

Una ceremonia diferente

Mañana, pese a todo, está prevista la ceremonia de investidura de Joe Biden como 46 presidente de Estados Unidos al aire libre, en las mismas escalinatas en las que los exaltados asesinaron al oficial de la policía Brian Sicknick el 6 de enero. Un importante mensaje que deja claro que la democracia en Estados Unidos no se achica por una banda de violentos. Sin embargo, la toma de posesión de Joe Biden será muy diferente a las de sus predecesores dada la pandemia de coronavirus en curso y graves preocupaciones sobre la seguridad del evento. No habrá muchedumbres clamorosas amontonadas debajo de una plataforma en el Capitolio. No habrá discusión sobre quien tuvo más público. La Explanada Nacional cerrada y el área que rodea el Capitolio, bloqueada. Vastas extensiones del centro de Washington, DC, fuera de los límites de los transeúntes. La alcaldesa de DC, Muriel Bowser, extendió la emergencia pública de la ciudad hasta el 21 de enero ante la posibilidad de nuevos disturbios.

El FBI también advirtió de que podría haber protestas violentas en los 50 estados antes de la inauguración de Biden. Los gobernadores han levantado barricadas y algunos estados han activado a las tropas de la Guardia Nacional.

Programa inaugural

La ceremonia inaugural comenzará con el himno nacional alrededor de las 11.30 am, hora de Washington. La vicepresidenta electa Kamala Harris prestará juramento ante la jueza de la Corte Suprema, Sonia Sotomayor. El presidente electo Joe Biden hará lo propio ante el presidente del Tribunal Supremo John Roberts a las 12 del mediodía.

Se anticipa que asistirán aproximadamente unas 1.000 personas, la mayoría de las cuales serán miembros del Congreso y sus invitados.

Después de su juramento, Biden pronunciará su discurso y se trasladará al lado este del Capitolio para lo que se conoce como el Pass in Review, una tradición de larga data en la que el nuevo presidente saluda a las tropas militares. A continuación, Biden, Harris y los expresidentes Barack Obama, George W. Bush y Bill Clinton, junto con sus cónyuges, visitarán el Cementerio Nacional de Arlington para depositar una ofrenda floral en la Tumba del Soldado Desconocido. Luego, Biden recibirá a una escolta militar, con todas las ramas del ejército representadas, desde la calle 15 hasta la Casa Blanca antes de una noche de actividades virtuales. El discurso inaugural otorga al nuevo presidente la oportunidad de compartir su agenda y visión de su próximo gobierno con todos los estadounidenses y el resto del mundo. Según la Radio Pública Nacional, los detalles del discurso de Biden se mantienen firmemente en secreto, pero su equipo dijo que expondrá su intención de “derrotar la pandemia, reconstruir mejor y unificar y sanar a la nación”. El coronavirus ha cobrado ya la vida de casi 400.000 estadounidenses en menos de un año. En los últimos días, ha sido refrescante ver al presidente electo Joe Biden anunciando un enorme paquete legislativo para hacer frente a la pandemia y sus consecuencias económicas, así como sus planes para acelerar las vacunas. Un importante cambio frente a la inacción del mandatario saliente, enfrescado en las últimas semanas en una guerra de desinformación en su campaña por desacreditar las elecciones.

Otras diferencias en la ceremonia

El Comité Conjunto del Congreso sobre Ceremonias de Inauguración normalmente ofrecería 200.000 entradas para las ceremonias en el Capitolio. Debido a la pandemia, esta vez no se ofrecen entradas al público y los miembros del Congreso solo pueden tener un invitado. El equipo de transición de Biden ha instado a sus seguidores a quedarse en casa y que vean el acto transmitido en directo. La pompa se ha eliminado, preservando los elementos más simples de la transferencia de poder.

Este año no habrá tradicional desfile público del Capitolio a la Casa Blanca. En cambio, habrá un desfile virtual titulado Parade Across America, que contará con actuaciones diversas en comunidades de todo el país y rendirá homenaje a los héroes estadounidenses en la primera línea de la pandemia. Tampoco se realizará el tradicional baile inaugural, pero habrá un especial de televisión de hora y media, llamado Celebrating America mañana por la noche presentado por el actor Tom Hanks. Entre los invitados musicales a los actos destacan Lady Gaga quien interpretará el himno nacional, y Jennifer López.

Trump sigue haciendo de las suyas

Mientras hoy se ultiman los preparativos para la entrada al Gobierno del nuevo presidente, Donald Trump no pierde el tiempo.

Se espera que a lo largo del día emita unos 100 indultos y conmutaciones en una lista que incluye a criminales de guante blanco y raperos de alto perfil entre otros.

Trump ha estado implementando indultos y conmutaciones a un ritmo constante antes de Navidad, lleva 94, pero había hecho una pausa en los días previos y directamente después de la insurrección del 6 de enero, según informó CNN.

Inicialmente, se trataba de dos lotes de indultos, que parecen haber sido combinados en una sola lista, a menos que Trump decida en el último minuto otorgar indultos a aliados controvertidos, miembros de su familia o a si mismo: un lucrativo mercado está haciendo su agosto, con algunos de los aliados de Trump cobrando tarifas a delincuentes adinerados o sus asociados para presionar a la Casa Blanca para que les conceda el perdón presidencial según publicaba The New York Times.

Este mercado refleja el tráfico de acceso que ha definido la presidencia de Trump, así como su enfoque poco ortodoxo en el ejercicio de poderes de clemencia sin control que el presidente ha utilizado para recompensar a aliados personales o políticos. Este mercado de indultos ya ha recaudando decenas de miles de dólares, posiblemente más. Varios de los asesores más cercanos de Trump también han aconsejado al presidente que no otorgue el indulto a los involucrados en el asalto al Capitolio a pesar de la postura inicial de Trump de que no habían hecho nada malo.

Además de los indultos, los funcionarios de la Casa Blanca tienen preparadas órdenes ejecutivas, y el presidente todavía tiene la esperanza de desclasificar la información relacionada con la investigación de Rusia antes de dejar el cargo. Pero con un número cada vez menor de administrativos que no han abandonado sus puestos, el alcance de estas acciones puede haberse visto frenado. Tras cuatro años y dejando un legado oscuro en la historia de Estados Unidos, el presidente tiene prevista su llegada mañana a Mar-a-Lago, Florida sobre las 11, tras un insulso acto de despedida en la Base Andrews,en Maryland.

Si el segundo impeachment y el sentido común lo permiten, Donald Trump abandonará mañana la Casa Blanca y esta vez lo hará para no volver. Jamás.

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