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La pandemia no puede con la ilusión

Melchor, Gaspar y Baltasar recorrieron ayer los barrios de Santa Cruz a bordo de guaguas descapotables en cuatro comitivas
Desde los balcones y ventanas los niños vieron a los Reyes. S. M.
Desde los balcones y ventanas los niños vieron a los Reyes. S. M.
Desde los balcones y ventanas los niños vieron a los Reyes. S. M.

Unas cholas, un reloj, unos auriculares, un MP3 o un gorro, son algunos de los regalos que ayer enumeraban un grupo de niños de entre 10 y 14 años mientras esperaban el paso de la comitiva real a la altura de Vistabella, en Santa Cruz. Lo cierto es que, aunque no entendían muy bien lo que esta fiesta significa, su cara de ilusión era igual que la de cualquier niño canario. Y es que estos chicos, todos procedentes de Senegal, y que han llegado solos a Canarias, salieron ayer a ver los Reyes, quizás, por primera vez en su vida. Una de sus educadoras, Laura Monroy, contaba cómo les han explicado esta tradición, poniéndoles vídeos e, incluso, les ayudaron a redactar sus cartas a los Reyes.
Cuando la comitiva partió, todos saludaron con efusión a Melchor, Gaspar y Baltasar, que devolvieron el saludo con la misma intensidad. Y así arrancó una de las cuatro caravanas reales que ayer recorrieron Santa Cruz. Sin hora aproximada de paso por los barrios, aunque sí conociendo los recorridos, muchos vecinos permanecieron durante horas en las principales calles para ver pasar a los Reyes.

La pandemia no permitió este año que hubiera cabalgata, ni que Sus Majestades recogieran en manos las cartas de los más pequeños, ni tampoco lanzar caramelos. Aún así, la cara de ilusión de los pequeños que se cruzaban con la guagua de los Reyes sigue siendo una de las cosas que no tienen precio.

Algunas familias optaron por quedarse en casa, principalmente aquellas cuyas viviendas dan a las vías principales del recorrido, para saludar desde allí a Melchor, Gaspar y Baltasar. Los que lo hacían desde la calle gritaban con fuerza el nombre de su Rey favorito, incluso alguno intentó zafarse de los brazos de su madre para correr a su encuentro.

La guagua que avanzó a 10 kilómetros por hora, llevó a los Reyes por las calles de Ofra, con alguna dificultad en los giros, así como para Sus Majestades, que en algún momento tuvieron que esquivar las ramas de los árboles. El avance lento, precedido por las luces de la Policía Local, que no por sus sirenas, sorprendía a los pocos transeúntes que, a la hora en que partió desde Vistabella, la seis y media de la tarde, se encontraban en esos momentos en la calle.

Algunos niños asomados a las ventanas, otros junto a sus padres en cruces y esquinas, gritaban y saludaban mano en alto a Sus Majestades. A medida que el vehículo se acercaba a la avenida Príncipes de España, el número de gente en las aceras iba aumentando, la voz se corría en el barrio. Hasta en tres ocasiones pasó la guagua por este entorno, girando por las calles aledañas a la avenida y volviendo a pasar. Tras este punto, siguió su lento avance por el distrito, hasta completar el recorrido anunciado en redes sociales.

Otras tres comitivas hicieron los mismo por el municipio: Anaga, Suroeste y Centro. Aunque la nueva normalidad impedía actos multitudinarios, hay que reconocer que en algunos puntos del municipio se congregó más gente quizá de la recomendada. Muchas personas expresaron su disgusto por no conocer la hora exacta del paso de Sus Majestades, que les obligó a esperar en demasía para que sus hijos vieran a los Reyes.

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